Londres, 1883.Thaniel Steepleton, un joven telegrafista, regresa a casa después del trabajo. Pura rutina, solo que esta vez le espera un regalo inesperado: alguien ha entrado en su casa y le ha dejado un reloj de oro. Thaniel no entiende quién ha podido hacerle ese obsequio a él, que es un don nadie, pero no consigue averiguar la identidad de su misterioso benefactor. Ese mismo día ha recibido un aviso de bomba en la oficina, procedente de los nacionalistas irlandeses. El tiempo le demostrará que ambos acontecimientos estaban relacionados: la alarma del reloj salta justo antes de que se produzca el atentado, de modo que el reloj le salva la vida. A partir de ahí, Thaniel decide buscar al creador de este artilugio, y así conoce a Keita Mori, un relojero japonés un tanto peculiar. El hombre, en efecto, no tiene pinta de terrorista; entonces: ¿cómo es posible que supiera con exactitud el momento en el que se iba a producir la explosión? Y, aún más importante, ¿por qué le hizo llegar el reloj a él? De forma paralela, Grace Carrow, una joven de familia acomodada, se disfraza de chico para estudiar física en la Universidad de Oxford. Es una chica aguerrida que quiere labrarse una carrera, aunque su madre la presiona para que contraiga matrimonio y lleve una vida convencional. Los caminos de Thaniel, Mori y Grace se cruzarán… y con más de una sorpresa.
Natasha Pulley
Para narrar el encuentro y el viaje interior de estos personajes, Pulley construye una ingeniosa trama de intriga, llena de giros argumentales que mantienen el interés en todo momento. Se plantea un enfrentamiento clásico: el azar, lo inexplicable, frente a la rigurosidad de la ciencia. Hay incluso escenas en Japón —a propósito, la autora vivió una temporada en Tokio—, sobre el pasado de Mori, que crean contrastes con la realidad de Londres y enriquecen la obra al añadirle esta vertiente multicultural. En ocasiones, sobre todo en la recta final, resulta un tanto peliculera, pero los fuegos artificiales y la adrenalina funcionan en una novela de acción como esta. Y, por supuesto, hay un lugar para el amor, un amor a veces cómico de puro tópico, y a veces (las mejores) tierno y encantador. Pulley muestra con sutileza (y sin una pizca de cursilería) la complicidad, el afecto que surge entre los enamorados. La sorpresa más atractiva de este debut, para mí, reside en el hecho de dar la vuelta a ciertos clichés, de hacer creer primero que tomará la dirección cómoda para luego darle la vuelta y asombrar al lector. Eso, y su sentido del humor, su ligereza bien entendida. En Pulley he encontrado a una escritora imaginativa (el secreto de Mori, los mecanismos de relojería, la combinación de Inglaterra y Japón, de ricos y pobres, el desarrollo de la trama en general), con capacidad para «refrescar» la literatura ambientada en esta época y contar una historia que divierte, atrapa y hace sonreír.