Imposible resolver cualquier problema si éste se desconoce. En el caso de la pobreza en México, no sabemos hoy a ciencia cierta cuántos pobres hay, ni dónde viven, ni por qué causa lo son. Y si faltan datos tan elementales, lógico es que tampoco exista un programa eficaz para combatirlo.
Hace unas semanas el INEGI fue justamente criticado porque en su última encuesta sobre el nivel socioeconómico de los mexicanos, cambió su metodología, de suerte que al comparar los resultados de 2015 con años anteriores, apareció como por arte de magia que diez millones habían dejado de ser pobres.
Esto despertó sospechas entre muchos analistas porque detrás del “maquillaje” de la pobreza vieron, antes que un error involuntario o una mala estrategia de comunicación, un burdo intento de manipulación política hacia el 2018.
Si algo semejante hubiese ocurrido en otro país donde estas cosas se toman en serio, el funcionario responsable no sólo habría sido inmediatamente despedido de su cargo, sino que estaría ya tras las rejas.
La línea de la pobreza
La llamada línea de pobreza, es decir, la que marca que alguien es o ha dejado de ser pobre, se establece normalmente con base en el ingreso per cápita, variable en todos los países (en China fue en 2015 de 430 dólares anuales), pero también suelen considerarse otros indicadores como los niveles de educación, salud, vivienda, alimentación, etcétera.
De acuerdo con su línea de pobreza, China tenía el año pasado 60 millones de menesterosos, o sea, los mismos que conservadoramente se estiman en México, aunque ellos con una población de más de 1,300 millones, y nosotros con 120. Además, ellos con un programa definido para rescatar a todos sus pobres en cuatro años (antes del 2020), y nosotros sin saber siquiera cuántos son.
Soñar no cuesta nada
A riesgo de parecer ingenuo, esbozo a continuación un programa básico para el rescate de los pobres de México:
En primer lugar, definir la línea de pobreza, ya sea por el ingreso per cápita, que es lo más común, o por otros indicadores, pero necesitamos saber con la mayor precisión cuántos mexicanos viven hoy en pobreza extrema o absoluta.
Una vez conocido este dato, tenemos que saber dónde vive esa población menesterosa. Suponemos que en su mayoría habita las zonas indígenas de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán o Jalisco, pero nada difícil será encontrarlos en zonas marginadas de las ciudades.
Hemos de averiguar luego cuáles son las causas de su indigencia; para unos será la falta de caminos, para otros la improductividad de sus tierras; los habrá también por desempleo, por problemas de salud, de capacitación o simplemente por abandono de sus familiares o por edad avanzada.
El paso final sería organizar las acciones públicas y privadas para rescatar de la pobreza a esa gente, de acuerdo con su circunstancia, bajo un riguroso programa con metas y plazos de ejecución y un sistema de evaluación del trabajo de cada quien que detecte y desplace a funcionarios ineptos y corruptos.
javiermedinaloera.com
Artículo publicado por la revista Conciencia Pública en su edición del domingo 14 de agosto de 2016.