El respeto: la dignidad en un mundo desigual

Publicado el 25 abril 2014 por Alfonso Bárcena @razonable_a_72

La sociedad moderna reivindica la justa recompensa a la capacidad del talento como rebelión contra el privilegio determinado por la posición heredada característica de sociedades menos avanzadas. Subyace la idea ilustrada de que se mejora el bienestar de los hombres concentrándose en la capacidad potencial y no en la necesidad. En todas las prácticas de la vida cotidiana, la meritocracia representa una amenaza a la solidaridad, amenaza que sienten tanto los ganadores como los perdedores. La movilidad social trae consigo también por tanto costos sociales.
Como explica el sociólogo Richard Sennett, la desigualdad es un hecho elemental de la experiencia humana al que la gente trata constantemente de darle un sentido. La cuestión esencial es que hace una sociedad ante la existencia de la desigualdad: cómo impedir que la gente se desaliente o abrigue resentimiento ante la desigualdad de talento en la problemática de la comparación denigrante y la falta de respeto hacia el otro.
El respeto mutuo es algo en el fondo difícil de alcanzar por varias razones:
  • en primer lugar por la desigualdad de talento: incluso en un mundo perfecto, las capacidades humanas nunca serán iguales;
  • la dependencia en los adultos: el dependiente se enfrenta al desafío de ganar a un tiempo el respeto de los otros y el respeto a si mismo;
  • las formas degradantes de la compasión: ya sea la impersonal burocracia o el voluntarismo intrusivo.
A modo clarificador Rousseau en su Discurso sobre el origen de la desigualdad ya distinguía entre el:
  • Amour de soi: la confianza en uno mismo. El sentimiento natural que lleva a todo animal a preocuparse por su conservación. La aceptación elegante de uno mismo.
  • Amour prope: el deseo de ser superior a los otros y también por ellos estimado. El doble juego del talento y la envidia.
Y son la sociedad y la desigualdad quienes modelan el carácter y de este modo se gana el respeto de tres maneras:
  1. La primera manera es la que tiene lugar a través del propio desarrollo, en particular a través del desarrollo de capacidades y de habilidades
  2. La segunda manera reside en el cuidado de uno mismo que puede significar no convertirse en una carga para otros, dado el odio de la sociedad moderna al parasitismo.
  3. La tercer manera de ganar respeto es retribuir a los otros. La autosuficiencia no tiene en última instancia grandes consecuencias para los demás sino se lleva a cabo el principio social que ayuda y retribuye desde su carácter a la comunidad.
La autoestima debe pues estar equilibrada con los sentimientos hacia los demás y como el respeto  mutuo debe forjar vínculos por encima de la brecha de la desigualdad. Para protegerse de los males de la comparación denigrante hay que desarrollar la experiencia de la habilidad que Sennett llama artesanía: el oficio no elimina la comparación denigrante con el trabajo ajeno; pero vuelve a centrar las energías de una persona en la realización de un acto bueno en sí mismo, por sí mismo. El artesano puede sostener el respeto por sí mismo en un mundo desigual.  
El oficio de vivir nos alienta a convertirnos en artesanos de nosotros mismos y hacer la cosas por el mero hecho de hacerlas bien. Asimismo y simplemente compartiendo y retribuyendo con nuestro talento a los demás, generaremos la dignidad y el respeto que todo ser humano merece en un mundo que por desigual, no podemos dejar de intentar darle un sentido compartido diferente.