Hoy era el día en el que tenía que hacerme la prueba de embarazo en sangre, o como nosotras la llamamos, “la beta”.
En mi plan para afrontar una betaespera se me olvidó añadir “no hacerme tests de embarazo caseros“, porque fue algo que hice demasiadas veces en mi anterior betaespera, rompiéndome el corazón una y otra vez con tanto blanco nuclear.
El principio de esta betaespera fue muy duro, y derramé muchas lágrimas. El día de la transferencia embrionaria me lo pintaron muy negro. Era un embrión bonito, pero apenas se había desarrollado. Lo calificaron con calidad D y nos dijeron que había muy pocas posibilidades de implantación.
Lloré de impotencia durante varios días, y finalmente, decidí pasar página.
Quizás suene a tópico, pero asumir el NO y empezar a planear el siguiente asalto, cosa que requeriría realizar una nueva FIV, hizo que me tranquilizase, que mirase al futuro y me diese fuerzas para pensar que YO SI QUE LO IBA A CONSEGUIR.
Encontré mucha paz interior, seguí mi plan de lecturas, películas y vida tranquila porque Bolita así lo merecía. Y el sábado pasado, 8 días post transferencia, no sé ni porqué, se me ocurrió hacerme un test.
A las 11 de la mañana, sin haber retenido el pipí demasiado rato, lo hice a escondidas de maridín, y en cuestión de dos minutos, había una sombra.
No podía ser. Era una sombre tan leve, tan leve, que apenas se veía en foto. Pero ahí estaba. Ahí empezaban nuestros miedos.
Hubo mucha felicidad contenida. Cuando comencé la búsqueda del embarazo me imaginaba la situación de ver un test de embarazo positivo de otra manera, pero no podíamos adelantar acontecimientos. Había que esperar al resultado de la beta.
Tal y como os estáis imaginando, me volví loca con los tests, deseando ver una progresión en la segunda raya. Si se marcaba más, significaba que la hormona iba en aumento. Y así fue ocurriendo.
Sufría con cada test. ¿Volverá a salir la rayita, o habrá desaparecido?
Finalmente he tenido el resultado de mi beta, el cual ha sido de 204,45 U/L. Según mi ginecóloga, es un valor normal y no hace falta repetir el análisis. Hoy hace 11 días de la transferencia de Bolita, embrión de 4 días, aunque por desarrollo, era como uno de 3. Los milagros existen, y este bichito así lo ha demostrado.
He estado 20 meses intentando quedarme embarazada, y aunque esta es la segunda vez que lo consigo, es la primera vez que tengo auténticas esperanzas.
Y lo supe desde el principio. El embarazo de una infértil no es un embarazo normal, sino una carrera de obstáculos. Hasta que no tenga a mi bebé en brazos, no podré decir que lo he conseguido.
El hecho de que para quedarme embarazada necesite dinero, esfuerzos y sufrimiento, hace que me sienta muy vulnerable en este estado, y cualquier pequeña molestia, me asuste hasta el infinito.
Por otro lado, no puedo evitar pensar en todas mis compañeras de batallas. Sé lo que es sufrir mientras otras lo consiguen, y aunque sean buenas noticias y esperanzas para las demás, el estado de incertidumbre en el que nos encontramos es abrumador.
“Lo conseguirás”, “la próxima serás tu”. Son comentarios sin mala fe, con muy buenas intenciones y expresando los mejores deseos. Yo misma los he hecho alguna vez. Pero cuando te encuentras en un pozo oscuro del que no sabes si vas a salir (porque nadie lo sabe, NADIE), eso tampoco anima. Solo deseas que ocurra, que consigas un positivo, ese positivo que te mereces tanto, porque llevas tanto tiempo deseándolo, que hasta tu vida ha dejado de tener sentido.
Y ahora, que puedo decir que estoy embarazada, siento todavía más lo injusto que es no poder conseguir un embarazo de forma natural. Que hasta que no se pasa por algo así, es imposible entenderlo. Realmente imposible.
Solo espero, deseo e imploro al universo infinito, que todas consigáis vuestros sueños, vuestro positivo, vuestros churumbeles. Que tengáis toda la fuerza posible para afrontar esto, porque sino, nadie la tendrá por vosotras.
La infertilidad es una mierda gigante, enorme. Pero somos así. Somos infértiles y hay que asumirlo. Aunque duela, porque duele, pero somos así y tenemos que querernos.
Empecé a escribir este blog con la mejor de las intenciones, y ojalá os sirva de inspiración, para coger fuerzas, para no tirar la toalla. No diré #sísepuede, porque como dijo Meri en su blog, nadie puede saber si se podrá o no, pero si diré #daleduronena, porque en esta lucha nunca hay que decaer.
Muchísimas gracias por todos vuestros comentarios, todo vuestro calor, todo vuestro apoyo. Ha significado mucho para mí, y sois mi familia 2.0. Me encantaría que me acompañaseis en esta nueva aventura, ¿os animáis? ;)