El resultado es importante

Publicado el 06 mayo 2011 por Marianofusco

Se suele decir erróneamente que el resultado es opuesto al jugar bien y lucir como el Barcelona. También se suele confundir cuál es consecuencia del otro. En épocas de liricismo a la fuerza (¿quién no admira al Barcelona?), parece que los números que definen el partido, son enemigos.

Partamos de la base que lo que todos quieren es ganar. Hay infinitas maneras de lograrlo, entre ellas, la más complicada pero la mejor, que es ser protagonista del partido, ir para adelante, triangular. Llámese Guardiola, Cruyff, Bielsa como los más identificados de este estilo. También se puede ganar especulando, dependiendo plenamente del rival y estar atento al error ajeno. Puede gustar o no, pero es un método totalmente válido.

Lo que no hay dudas es que todos quieren llegar al primer caso. ¿Por qué? Porque jugando bien es más fácil mantenerse en la victoria, es más redituable. Un equipo que tiene como fin y búsqueda semanal el jugar bien, cuando se encuentra con que las cosas salen en la cancha se va contento. ¿Por qué cuando uno ve que su equipo juega bien se va más tranquilo? Porque más allá del resultado del partido (tal vez pierda o empate), ve un futuro alentador y posible. Como dijo Cappa: “Yo quiero jugar bien para ganar, no para decorar mi casa”.

No tiene ninguna relación con consuelo, con lloriqueo o demás etiquetas puestas por algunos. Jugar bien es proponer lo propio y depender de sí mismos para ganar, ya que si un equipo juega bien y mantiene siempre el mismo libreto, quiere decir que se está acostumbrando a realizar esa función y que si continúa de ese modo, ganará más seguido. Pero ese término es amplio e incluye –entre otras cosas- el saber defender. Basta con prestar atención a España-Suiza donde la Furia generó decenas de chances pero no tuvo volumen de juego (eran situaciones aisladas) y falló atrás en la que no podía equivocarse.

Puede ser que un equipo al ser superior en calidad a su rival, tenga un buen día y obtenga algo que no está en su búsqueda. Resultado: probablemente gane, pero será algo efímero. El caso más concreto es el de Boca que goleó a Huracán 3-0 en buen nivel, pero no lo mantuvo en las siguientes fechas ante rivales de otro nivel.

Los resultados marcan detalles. En muchos casos reflejan situaciones, avalan o desacatan proyectos, pero puede haber situaciones circunstanciales. A un equipo puede salirle todo bien y el otro estar en un mal día y terminar como le pasó al Barça con Hércules en la primera ronda (0-1). Justamente los de Guardiola además de dar cátedra en cada partido, fueron acompañados por (y forzado) los resultados. Si Barcelona hubiera tenido un mal día y perdía contra Real Madrid en la vuelta de Champions, estaríamos hablando de que algo estaría mal.

El fútbol argentino apenas tiene a Vélez como gran exponente del buen fútbol y no es casualidad. Ningún equipo tiene la superioridad del Barcelona en España y por más intentos que haga, sin un plantel acorde a dicho estilo, es complicado que lo logre. El mayor error de Cappa es el de buscar implementar su idea a cualquier plantel: el pedirle salir jugando a Masuero y a Fontanello no tiene sentido. Porque en el fútbol no todo es blanco-negro y tener un plan B cuando el equipo es claramente inferior al rival para jugarle de igual a igual -a lo Mourinho con Inter- no es un pecado, porque al fin y al cabo lo que quieren, es lo mismo: ganar. Hacer del “colgarse del travesaño” un mandamiento, puede ser más discutible: no sólo por la fealdad, sino porque es probable que gane menos partidos que intentando proponer.

Jugar bien no es sencillo, es complicado plantearlo y más aún obtener resultados inmediatos. Como diría Imanuel Kant, -quien no conocía el fútbol-, jugar bien no tiene el fin en sí mismo, es un imperativo hipotético. El imperativo categórico sería el resultado, la máxima de la acción.