En términos generales, el deporte profesional, a día de hoy, tiene el gran problema de cómo gestionan sus estrellas la fama y el dinero que pueden llegar a producir. En los deportes más mediáticos que generan grandes cantidades de dinero, los jugadores suelen convertirse en afamados millonarios muy jóvenes y si a eso le sumamos una falta de asesoramiento y de formación personal y económica, el desastre está servido, como así le pasó, entre otros muchos, a Vin Baker.
El dinero y la fama pueden sacar lo mejor o peor de cada persona y, por ello, la NBA y la Asociación de jugadores, han desarrollado programas de educación para sus jóvenes estrellas con la intención de protegerles de sus propios entornos personales y familiares, pero no siempre han tenido éxito.
La historia de autodestrucción y resurgimiento de Vin Baker comienza en Old Saybrook, un pequeño pueblo costero de alrededor de 10.000 habitantes del Estado de Connecticut, ubicado en el centro del triángulo de las ciudades de New Haven, Providence y Hartford.
Allí comenzó a jugar al baloncesto en el Instituto homónimo de la ciudad, Vincent Lamont Baker, hijo del predicador baptista de la ciudad.
Aquella ciudad no llegó nunca a mostrar al mundo el potencial que tenía el joven Vincent y cuando finalizó su etapa en el Instituto, las ofertas de programas universitarios fueron mínimas y acabo aceptando la oferta de la Universidad de Hartford, un centro educativo de baja estofa en el mundo del baloncesto universitario, tanto como para que sólo haya llegado un jugador formado allí a la NBA... el propio Vin Baker.
Tras pasar cuatro cursos en la Universidad e ir aumentando su rendimiento año tras año y alcanzar un promedio de 28.3 puntos y 10.7 rebotes en su año senior, el nombre de Vin Baker se colocó en el centro del radar de algunas franquicias de la NBA.
Los Milwaukee Bucks apostaron en la octava posición del draft de 1993, por un espigado y delgado ala pivot de 211 centímetros, con muy buena movilidad y mano a media y larga distancia.
Desde su primera temporada en la NBA, empezó a dejar la impronta de su calidad en la competición y fue nombrado miembro del mejor equipo de rookies de la liga, tras sumar 13.5 puntos, 7.6 rebotes, 2 asistencia y 1.4 tapones por partido.
Todo parecía en orden en la carrera de Vin Baker y a partir de su segunda temporada en la NBA consiguió ser All Star durante las tres siguientes temporadas con los Bucks y en una cuarta con los Supersonics, destino donde llegó, tras ser traspasado en un movimiento múltiple que implicó a los Bucks, Supersonics y Cleveland Cavaliers y que tuvo como gran protagonista a Shawn Kemp.
En aquel momento, Vin Baker había dejado de ser la estrella de un equipo como los Bucks que no aspiraba a nada en aquel momento, y se había convertido en el revulsivo de un equipo que estaba luchando por ser Campeón de la NBA y donde había sustituido a su gran estrella Shawn Kemp.
Esa primera temporada en Seattle le sirvió para volver a ser All Star, pero ahora en un equipo ganador y le condujo a disputar los primeros Playoffs de su carrera profesional, donde cayeron frente a los ascendentes Lakers de Shaq, Eddie Jones, Nick Van Exel y de un imberbe Kobe Bryant.
Su carrera y su cotización estaba al alza y precisamente en esa nueva etapa ilusionante, es donde comenzaron los problemas de Vin Baker con sus adicciones con el alcohol.
El momento concreto del inicio de un problema como el alcoholismo es muy difícil de determinar, ya que el problema llega cuando el consumo es continuo, desmedido y se convierte en una necesidad.
El propio Baker puso como punto de inicio de su adicción con el alcohol el parón del lockout de la temporada 1998-1999, donde llegó a pesar 136 kilos por sus atracones de comida y su consumo incesante de alcohol.
Vin Baker lo tenía todo... una familia, mucho dinero por los contratos que había firmado tanto con su equipo, como con Jordan Brand con quienes tuvo un modelo de zapatillas personalizado y, sobre todo, el reconocimiento de la liga como All Star, pero todo ellos no eran suficiente como para llenarle y empezó su etapa de autodestrucción, paradójicamente, como forma de celebrar todo lo que tenía. Metafóricamente, murió de su propio éxito.
En sus propias palabras: "Nunca en mi vida me había sentido tan importante e invencible en el deporte del baloncesto. Así que, junto con eso, mi primer pensamiento fue, supongo, puedo salir de fiesta y hacer lo que quiera. Ahora soy un All Star en otra conferencia en el mejor equipo del baloncesto. Y esto es durante la era de Michael Jordan".
Ron, Coñac y Whisky se convirtieron en sus compañeros fuera de las canchas de baloncesto y con la evolución de su adicción, incluso dentro las mismas ya que, sus propios compañeros de equipo, detectaron su olor a alcohol tras beber Ron Bacardi oculto en una botella de agua en el vestuario, durante los descansos de los partidos.
El problema de Baker con su alcoholismo seguía yendo a más, mientras que, en la misma medida, su rendimiento deportivo iba disminuyendo.
Durante ese periodo de destrucción paulatina llegó a ser Campeón Olímpico en Sídney 2000, pero ya nunca volvió a ser All Star de la NBA y se empezó a rumorear en los mentideros de la liga, que Baker tenía problemas personales.
Los Supersonics le traspasaron junto con Shammond Williams a los Boston Celtics a cambio de Kenny Anderson, Joseph Forte y Vitaly Potapenko y heredaron de forma envenenada el super contrato que tenía con los de Seattle.
En Boston apenas jugó 89 partidos a un rendimiento muy inferior al esperado para un jugador que tan solo tenía 30 años y que había sido All Star y Campeón Olímpico con el Team USA.
El entrenador de los Boston Celtics, Jim O'Brien, detectó su olor a alcohol en los entrenamientos y se reunió con él para hacerle comprender que tenía un problema y que el equipo le iba a suspender para que se pusiera en manos de alguna institución para poder desintoxicarse, lo cual hizo Baker en el Hospital Silver Hill en New Canaan, Connecticut.
Aquello sirvió de forma temporal ya que, al menos, Vin Baker asumió su problema y pasó a formar parte de programas de ayuda para terminar con su alcoholismo, pero no terminó de funcionar.
Los Celtics le cortaron e intentó volver la vida activa como profesional con los New York Knicks, Houston Rockets y los Angeles Clippers, pero el problema seguía persistiendo y su carrera estaba básicamente acabada.
Esos problemas con el alcohol le habían llevado a que su mujer le abandonara junto con sus tres hijos, a ver finalizada su carrera en la NBA y a verse prácticamente arruinado por despilfarrar el dinero que había ganado durante toda su carrera.
Ese dinero superaría sólo en contratos con equipos de la NBA los 97 millones de dólares, sin contar otros ingresos de patrocinio como los de Jordan Brand.
El alcohol había dilapidado su fortuna con nefastas inversiones y por un consumo desmedido de dinero en sus celebraciones regadas por el alcohol y, probablemente, otro tipo de drogas.
Vin Baker había tocado fondo y lo único que le quedaba era su fe, sobre la que empezó a construir un nuevo yo en la ciudad que le vio crecer... Old Saybrook y de la mano de su padre, el predicador.
En su quinto intento de rehabilitación finalmente consiguió salir del alcohol. En sus propias palabras: "Estaba dispuesto a cambiar, ya no tenía nada. Irónicamente, cuando me quitaron todo: contrato, carrera, dinero... no tenía nada que salvar más que mi vida" y ahí fue donde comenzó a hacerlo.
En el proceso de rehabilitación contactó con Howard Schultz, el antiguo propietario de los Seattle Supersonics y que también era el CEO de la famosa empresa de cafeterías Starbucks.
Este le ofreció la posibilidad de trabajar en una de las cafeterías de la cadena, la que estaba en su propio pueblo, Old Saybrook, donde empezó a trabajar como Co-Gerente y a retomar su vida como trabajador con una disciplina de horarios y responsabilidades, incluso ejerciendo también como barista en la propia cafetería.
En ese cambio y evolución personal, su mujer Shawnee volvió con él junto a sus tres hijos e incluso tuvieron una hija más.
Vin Baker como parte de su reconversión empezó a trabajar como comentarista para Fox Sports en algunos partidos de su primer equipo, los Milwaukee Bucks, y consiguió reconducir su carrera hacia los banquillos de la NBA. También en 2017 escribió el libro God and Starbucks, donde relata su historia de superación personal.
A partir de la temporada 2018-2019, con la llegada de Mike Budenholzer al banquillo de los Bucks, se incorporó al equipo como entrenador asistente y donde consiguió ser Campeón de la NBA en 2021.
Budenholzer valoró especialmente la aportación al equipo de Vin Baker del cual llegó a comentar: "Él es bueno para mí y para nuestros jugadores. Sí, es difícil de describir a menos que tengas la experiencia de Vin en el día a día, pero es muy especial, muy afable. Su perspectiva y sus palabras, son realmente buenas para los jugadores y para todos nosotros".
Baker ha servido de inspiración y mentor a jugadores como Brook Lopez o al MVP Giannis Antetokounmpo que le ha llegado a considerar como "un gran amigo" y se ha convertido en un claro ejemplo de que se puede salir de un proceso tan difícil y autodestructivo como el alcoholismo, pero no olvida su pasado, tal y como relató en las siguientes declaraciones:
"Entiendo la adicción desde todos los niveles. No he olvidado todas las cosas malas que me pasaron. Tampoco he olvidado lo de algunos años, cuando me ponía un delantal verde en Starbucks. Tengo la absoluta responsabilidad de dar esperanza a la gente que no está en situaciones saludables en lo que respecta a la adicción".Baker y el MVP Giannis Antetokounmpo
Ahora participa en varias iniciativas sociales contra los problemas derivados de la drogodependencia y ha promovido en Milwaukee el programa de ayuda social "Vin Baker Recovery" para quienes quieren salir del círculo vicioso de las adicciones.
Vin Baker no supo gestionar las mieles del éxito de su carrera profesional, pero sí que ha sido capaz de reconstruir su vida y de convertirse en un hombre capaz de dictar su destino... el mayor éxito de su vida, mucho más allá que llegar a ser All Star.