El reto de Paul

Publicado el 07 noviembre 2013 por Isabelval @cabezadeisa

por Isabel Val.

A estas alturas seguro que ya todo el mundo ha publicado sus resúmenes sobre el In-edit. Al igual que me pasa cuando salgo de un concierto, cuando acabo de ver una película apenas hablo sobre ella. Me gusta dejar pasar unas cuantas horas o incluso días para que esos estímulos y emociones iniciales reposen y se ordenen por si solos y, luego, volver a ellos y ver qué es lo que realmente ha quedado.

Acabé viendo Pauls Planet de rebote. Al intentar cuadrar horarios, me fue imposible ir a ver algunas de las pelis que más me apetecían. Entre las opciones que tenía, la historia sobre un tío que se casca dos meses de gira en bici por pueblos de Catalunya me pareció al menos curiosa.

No soy fan de Paul Fuster. No había escuchado su música hasta un par de días antes de ir a ver el documental para irme poniendo en situación. Supongo que es uno de esos personajes que, de lo cercanos que llegan a estar, se me pasan por alto.

Tampoco soy en absoluto fan de los documentales que únicamente hablan de lo excepcional y maravilloso que es tal o cual artista. Pero eso día salí bastante emocionada del cine. Pauls Planet me ha hecho preguntarme cosas y llegar a algunas conclusiones, pero sobretodo a muchas contradicciones:

Todo empieza cuando aparece El Petit de Cal Eril y dice que Paul Fuster es un putas, porque lo que él hace es el futuro de la música. En parte tiene razón: hay vida más allá de Barcelona y de las cuatro salas de siempre. Está bien salir ahí fuera a darse a conocer y tocar para un público diferente al que habita las ciudades. Puede que a muchos músicos les falte ese punto, mover más el culo y no conformarse con lo que les ofrece la ciudad, que suele ser más bien poco.

La alternativa de hacerlo en bici está muy bien porque en lo que más dinero se dejan los músicos en una gira es en gasolina. ¿Pero qué pasa si no eres un cantautor? No me imagino a un grupo de cuatro miembros yendo en bici por Catalunya y cargando con una batería, amplis, pedales…

¿Y que pasa si no eres ni cantautor ni eres Paul Fuster? Pues que puede que los ayuntamientos pasen de ti, no te hagan ninguna difusión ni te ofrezcan alojamientos chulísimos o la oportunidad de tocar en sitios emblemáticos. Y aunque juegues con el factor de que “como en la mayoría de pueblos nunca pasa nada, a la que hay un evento va todo el mundo”, puede que cuando vean que haces un poco de ruido se vayan a sus casas. Si el mismo Paul Fuster admite que los conciertos que da en esta gira son más “contenidos”, pues imagínate si tienes un grupo de psicodélia o de punk, por decir algo.

Creo que es Xarim Aresté el que dice que Paul Fuster necesita esta clase de retos, ponerse al límite. ¿Pero dónde está el reto cuando ya tienes un nombre, cuando sabes que luego volverás a tocar en el Heliogàbal y lo petarás? Y con esto no quiero decir que no se lo merezca. A mi este documental me ha hecho descubrir a un artista que me había pasado totalmente desapercibido y me gusta. Me gusta su música y la inteligencia de sus letras. Y su manera de entender la vida también. Lo único que quiero decir es que todo es muy relativo y que depende de en qué punto estés y qué es lo que hagas con tu arte.

Y un último apunte: El momento en que Gerard Quintana habla de que ser músico se tiene que considerar como cualquier otro oficio. Igual de digno que cualquier otro pero sin tener que adorar a nadie ni jugar el rol de fan-estrella. ¿Verdad que no le pides un autógrafo al que te arregla la puerta de casa? Puede que una de las mejores intervenciones.