El reto es mucho más importante que los nombres

Publicado el 12 febrero 2015 por Benjamín Recacha García @brecacha

Estos últimos días han corrido ríos de tinta y se han dedicado horas de radio y televisión a poner a caldo a uno de los dirigentes de Podemos, Juan Carlos Monedero, por haber regularizado su situación con Hacienda “en tiempo de descuento”, se podría sospechar que para que los oponentes del partido que amenaza con poner patas arriba el sistema (o sea, el resto de partidos y el 90% de los medios de comunicación) no tuvieran munición para cebarse con ellos.

Los detalles del caso los podéis encontrar en miles de páginas web, unas más entusiastas que otras por haber demostrado, al fin, que los paladines de la ética son tan casta como el resto.

Medios “reputados” (sinónimo de “reprostituidos”), como todos los comprados días atrás por el Banco Santander, de cuya imparcialidad ningún militante del bipartidismo puede dudar, han dedicado portadas al “escándalo” Monedero, mucho más grave, dónde va usted a parar, que la lista esa que un tal Falciani, ex trabajador resentido de un banco suizo, ha aireado por ahí, con miles de nombres de presuntos evasores fiscales, entre ellos, —oh, casualidad— el ex mandamás del mencionado Santander.

El 28 de enero el Banco Santander compró las portadas de los principales diarios.   Foto: http://www.infolibre.es

La táctica de Monedero no podía haber sido más cutre, igual que la reacción de la cúpula de Podemos. “Esto es una persecución; está todo en regla” han venido a decir, como si con ello se esfumara la sombra de sospecha.

¿Acaso no eran conscientes los impulsores de Podemos de que el sistema iba a hacer todo lo posible, legal o ilegal, para hacerles pupa? ¿No estaban preparados para recibir hasta en el carnet de identidad? Por mucho que el 99% de la basura que arrojan sobre el partido llamado a renovar una democracia podrida sea eso, basura, esta vez los han pillado. Sí, lo de Monedero es una nimiedad comparada con toda la mierda que reboza a PPSOE, pero huele. El tufillo no tiene nada que ver con la peste nauseabunda de los otros, pero es suficiente como para deslegitimarlo en la tarea de renovar el sistema.

Juan Carlos Monedero no sé qué hace todavía formando parte de la cúpula de Podemos, y no sé por qué el partido ha reaccionado de la misma manera, con los mismos tics, que quienes aborrecen. Monedero, te han pillado. Utilizando las alcantarillas del Estado, es cierto, pero te han pillado, y como se supone que los nombres y los cargos son lo menos importante en ese proyecto de ilusión colectiva por recuperar la democracia para el pueblo, te tienes que apartar.

Estoy seguro que entre los simpatizantes de Podemos, los implicados en los círculos, hay miles de personas tan preparadas o más que Monedero, así que no entiendo cuál es el problema para que deje su cargo. Mantenerlo ahí y refugiarse en el “nos persiguen” lo único que va a propiciar es que aumenten las dudas, y lo que hay en juego es demasiado importante como para correr el riesgo de sacrificarlo por proteger a un individuo.

En mi opinión, Monedero debería admitir su error, pedir disculpas, y apartarse. Y si hay algún otro dirigente de Podemos que tenga algo que ocultar, como que siendo adolescente robó una cassette en el Pryca, que se aparte también, porque acabará saliendo a la luz, y entonces ya no será una cassette, sino una tele de plasma y un equipo de sonido de última generación.

Hay cosas de Podemos que no me gustan y otras que me desconciertan, hasta el punto que me están empezando a decepcionar. Son el instrumento necesario para hacer posible la regeneración democrática de un sistema que todavía huele demasiado a franquismo, pero su actitud soberbia y de menosprecio hacia otras formaciones de izquierdas amenaza con llevar el proceso al fracaso.

Quiero que me hablen claro, que después de haber identificado todos los males que nos asolan empiecen a hacer propuestas. Quiero que se mojen ideológicamente, no me vale eso de abajo y arriba. ¿Qué miedo tienen a decir a las claras que son izquierda? Quiero que apuesten claramente por la confluencia de todas las fuerzas progresistas, con una actitud abierta y humilde, aunque en este punto no ayudan en absoluto los ataques de celos de dirigentes trasnochados de la izquierda tradicional.

La esperanza de este país pasa por Podemos y sería muy triste, imperdonable, que hubiera gente que empezara a bajarse del carro por llegar a la conclusión de que en realidad sus caras visibles persiguen lo mismo que todos los que nos han llevado a la desesperanza: el poder.

Me gusta Pablo Iglesias. Dice lo que necesitábamos oír y parece sincero. También Íñigo Errejón. Pero es hora de ir un paso más allá. Identificados los males y los culpables, es el momento de exponer soluciones, de mojarse y, por supuesto, de quitar de en medio a quienes pueden restar.

Juan Carlos Monedero ya sólo puede restar, así que espero que reaccionen de una vez como se supone que debe hacerlo una formación diferente, moderna y democrática.