, no tiene desperdicio, es fabulosa, el mito seductor queda impregnado de razón e intelectualidad enfrentando una amena paradoja. Reconozco que La saga/fuga de JB me resultó difícil, puede que aún no estuviera preparada en aquel momento para una configuración tan compleja, en la que el tiempo varía al antojo del autor; sí reconocí en cambio una de sus constantes, la distinción entre realidad y ficción que siempre lo ha acercado a Cervantes.
Me reí, y mucho, con Filomeno a mi pesar, un personaje esperpéntico que circula por una novela plena de humor. En La muerte del decano descubrí a un escritor de misterio; hasta el final no se revela si esta muerte ha sido provocada por alguien o el protagonista, de cuerpo presente, se quitó la vida por su propia voluntad.
A estas alturas todos sabemos ya que hablo de Gonzalo Torrente Ballester y ahora lo traigo al blog con una obra teatral que me ha hecho reír en más de una ocasión, tiene algo de las novelas antes mencionadas y me ha sorprendido gratamente por el papel otorgado a la mujer, que además, en lo fundamental, coincide con mi pensamiento del mito griego.
Acabo de terminar El retorno de Ulises, que podría calificar de comedia filosófica. Antes de comenzar a analizar la obra de Torrente diré, aunque esto no tenga importancia, que Ulises nunca me pareció tan buen guerrero como ha quedado mitificado por la literatura, es más, lo he visto egoísta, oportunista y típico hombre que deja a su familia para vivir sus experiencias e incluso falla a sus hombres en alguna ocasión para cubrirse las espaldas amparado por algunos dioses, entre ellos, y sobre todo, Atenea, que lo ayudan; aunque otros, como Poseidón, lo odien; no olvidemos sus raíces divinas por parte de madre.
RAPSODA.-¡Apolo, Apolo, Apolo! Lo entendíclaramente [...] Yo cantaré a todos los vientos la existencia de Ulises peregrino.
Ella será en la representación, la encargada de forjar el mito de Ulises.
Torrente Ballester comienza la obra cuando han pasado 15 años de la partida de Ulises. La guerra de Troya terminó cinco años atrás y los habitantes de Ítaca creen que su rey, el héroe que ganó la guerra, ha muerto, pues hace tiempo que los supervivientes volvieron. Así pues, hay tres pretendientes que apremian a Penélope a casarse con uno de ello, Anfidemonte, Eurímaco y Antinoo. Ella, la reina, se debe a la memoria de su marido, por lo que antes de serle infiel debe morir. Bajo ningún concepto se casará con ninguno,
Sin embargo el Rapsoda ciego asegura a todos, guiado por la sagacidad de Penélope, que Ulises no ha muerto; Telémaco también confiesa a su madre que ha soñado con Atenea y le ha confirmado la existencia de su padre, por lo que está dispuesto a ir en su busca; y llega a un acuerdo con los pretendientes: si en cinco años no vuelve con su padre, podrá uno de ellos casarse con su madre.
Para la partida, Penélope le da a su hijo un espejo con la cara de Ulises, pero él lo tira alegando que ese afeminado no puede ser el hombre fiero que todos conocen; le aconseja que borde su figura magistral en un tapiz que les servirá de manta a él y Korai, su prometida, en su noche de bodas, y le dará, por supuesto, la valentía de su progenitor.
Así lo hace Penélope; el tapiz queda terminado en cinco años, y los pretendientes acuden a la cita. Pero Ulises llegó la noche antes y nadie, ni siquiera su mujer, lo conoció. A la mañana siguiente regresa Telémaco, sin su padre, dispuesto a que su madre elija marido. Sin embargo, a estas alturas, se intuye que todo cambiará para el mito al final de la obra.
Y aquí es donde aparecen las variaciones fundamentales realizadas por el autor. Creo que Torrente Ballester ha conseguido mitificar a Penélope y desmitificar a Ulises pues para el rey, con el paso del tiempo, sus hazañas se han ido agrandando hasta ser una caricatura de lo que fueron en la realidad, de ahí que su hijo no aceptase el dibujo que su madre tenía de él cuando se marchó, y la obligase a tejer la manta con su figura esplendorosa para que lo impregnase, en su sucesión, de la fuerza divina
Figura que nadie reconoce, ni el propio Ulises y sirve de burla ante todos. Verdaderamente, esto es lo que pasa en la vida, agrandamos los recuerdos, los sueños, porque por ellos no pasa el tiempo para cambiarlos.
En realidad Ulises retorna cuando ha encontrado su verdadera identidad; se aleja de su relación con Autólico, su abuelo materno, hijo de Hermes, para afianzar la parte humana heredada de su padre; él sólo quiere terminar sus días junto a Penélope, quiere aniquilar el mito, por eso rechaza la prueba del arco, que por otro lado queda ironizada en clave de humor al mezclarla con el mito de Guillermo Tell.
PENÉLOPE.- ...Los príncipes han de tender el arco de Ulises, sin uso desde su marcha, y derribar, de un flechazo, la manzana puesta a veinte pasos de distancia sobre la cabeza de una persona [...] fue su hijo, entonces niño, quien sostuvo sobre su cabeza la manzana
(Pero Ulises afloja la cuerda y arroja el arma lejos de sí)
Así pues encontramos en El retorno de Ulises que el verdadero centro, es la fuerza que la mujer transmite al hombre en la familia, núcleo fundamental de la sociedad. Helena de Troya tiene un papel recordatorio en la obra, aunque fundamental para ayudar a desmitificar a Ulises, ya que al encontrarse con Telémaco le hace ver la verdadera personalidad de ambos "Tu padre, me respondió, no fue más que un hombre astuto. Es cierto que inventó lo del caballo de Troya, pero ese ardid hubiera avergonzado a cualquier guerrero digno".
Torrente Ballester desmantela con gran sentido del humor, con ironía, al héroe público, al superhéroe que, con el paso del tiempo sólo provoca desilusión (incluso en su mujer tras pasar una noche con él). Y reconstruye al nuevo héroe, el hombre débil, con defectos, pero cariñoso; de ahí que Penélope vuelva a enamorarse de este héroe y decida seguirlo para pasar juntos la madurez.
Siempre es un gozo leer una comedia con guiños a otras obras y para ello, Torrente Ballester fue un maestro. Los diálogos son ágiles e ingeniosos y la kinésica y proxémica quedan descritas hasta la saciedad en las acotaciones, que forman una completa guía de movimientos "(Salen todos menos Telémaco. Entra Penélope)",indican con precisión el paso del tiempo " (La misma decoración del prólogo. Luz de tarde...)",incluso marcan determinados gestos emblemáticos "(...alzadas las manos como orando)" o ilustradores "(con interés)" aunque dejen un resquicio para que la imaginación del lector o del director de escena, se pongan en marcha.