El retorno del capital africano

Por El_situacionista

Durante años, cientos de miles de economistas han tratado de aventurar qué condiciones harían de África un continente valorado y capaz de generar su propio desarrollo sin dependencias económicas externas. Al menos, estas son las intenciones que dicen tener quienes, en el juego de la política económica, terminan por imponer el ajuste estructural y la reforma económica del Estado africano, aliviando su carga y potenciando al 'Dios mercado' como único generador de riqueza.


Pero el camino no funciona. Solución tras solución, los líderes del gobierno global hacen como que se sorprenden de su propio fracaso y dan paso a las mismas ideas en botes diferentes, en gran parte gracias al juego de las élites africanas, como bien señala Bayart. No hay plan económico que se pare a pensar cómo se desarrollaron a esas velocidades quienes hoy día dominan el mundo. En el ensayo 'Retirar la escalera', de Ha-Joon Chan, sí que se hace. En dicho ensayo, y sobre la base de investigar la Historia Económica de los países europeos, Chan defiende la necesidad de que los países pobres apliquen la misma serie de medidas estructurales –en esencia, aduaneras- que aplicaron los hoy dominadores, es decir, justo lo contrario que lo que pregona hoy día la OMC.

Sobre la base de un fuerte control aduanero, asegura Chan, los gobiernos serán capaces de proteger los mercados internos, primeros en generar riqueza, al tiempo que, a través del levantamiento del arancel, permiten la exportación de productos clave que su país no produce y necesita para seguir creciendo.
Pero no sólo de aduanas vive el crecimiento. Para que el mercado interno se desarrolle resulta imprescindible la generación de conocimiento. Chan nos cuenta la historia del robo de tecnologías entre los diferentes reinos europeos al inicio de la revolución industrial. Eran unos tiempos donde no existían las patentes mundiales que hoy existen, sino un férreo control sobre los pocos técnicos que conocían los avances. Así se generó, entre las coronas europeas, un comercio de expertos en telares y demás maquinaria vital para la economía nacional que llevó incluso al secuestro como si de la República de Corea del Norte y científicos japoneses se tratase.

Naturalmente, hoy el secuestro de expertos no estaría bien visto. Y en el comercio de éstos, es decir el mercado laboral, África no puede competir. África, por tanto, ha de generar su propio conocimiento o apoyarse en la generación de otros que, de manera solidaria, decidan aplicar la generación de tecnología a los problemas del desarrollo.

Las labores solidarias son importantes, sin duda, pero no generan cambios estructurales. O, al menos, éstos no han de depender exclusivamente de ellas. África, como decíamos, ha de ser capaz de generar su conocimiento propio y, aún más importante, ha de saber mantenerlo en casa. Raro es el ámbito de las ciencias sociales, experimentales o matemáticas, o incluso en los ámbitos de la salud, la ingeniería o las humanidades, que no cuenten con una gran figura de origen africano. Lo que sí resulta raro es que esas figuras se hayan formado en Universidades africanas. Y lo que resulta casi imposible es que estas figuras decidan quedarse en su país de origen y formar a los nuevos estudiantes africanos.

El Día de África, el 25 de Mayo, en un discurso en el Instituto de Liderazgo que lleva su nombre, Tabo Mbeki pronunció una conferencia señalando a éste como el punto de partida para que África mejore. La creación de líderes científicos africanos en centros universitarios del continente y la capacidad de mantenerlos allí, en una época en la que no se estilan las prohibiciones de salir del país ni las retiradas injustificadas del pasaporte. Este es uno de los mayores retos que afrontan todos los países africanos y al que han de encontrar soluciones.

Dado que el derecho internacional de patente no va a ser derribado en un plazo de tiempo aceptable, pareciera que sólo a través de la generación de conocimiento propio se pueden forjar los ritmos de producción capaces de ser protegidos por una política aduanera agresiva y combativa con los preceptos de la OMC.

Desde fuera, además de apoyar cualquier iniciativa africana en este sentido, podemos hacer aún más. Además de los medios para investigar, uno de los motivos que fuerzan la salida de los investigadores africanos está en el prestigio profesional que residen en formar parte de una universidad europea, cualquiera que sea, en lugar de pertenecer a la mejor universidad africana. La comprensión de los ritmos del mundo universitario africano y la promoción de éstos como centros de investigación reconocidos puede suponer un cambio en la mentalidad del universitario africano y que éste vea la opción de quedarse en su universidad de formación como una alternativa atractiva aún a pesar de la limitación de medios que pudiera tener.


---Si te interesa más sobre este tema, no dudes en consultar el análisis de Alex de Waal en African Arguments. Aquí lo tienes.