"El reverso de los demás", de Kaouther Adimi: una mirada caleidoscópica sobre el ser humano y su soledad

Publicado el 04 marzo 2016 por Lidiacasado
  Rescato hoy la reseña de una novela corta pero muy impactante que leí hace unos meses para Anika entre Libros  y que también sirve para reflexión sobre la familia, al hilo del mes temático planteado por Libros que hay que leer. Título: El reverso de los demás
Título Original: (L'envers des autres, 2011)
Autor: Kaouther Adimi
Editorial: XordicaColección: Carrachinas
Copyright: © Actes Sud, 2011© Kaouther Adimi, 2011© Xordica Editorial, 2015Traducción: Aloma Rodríguez
Edición: 1ª Edición: Octubre 2015
ISBN: 9788416461011
Tapa: Blanda
Etiquetas: drogas, amistad, arte, conflicto cultural, drama, novela dramática, libros premiados, novela, novela corta, novela dramática, relaciones sociales, universidad, literatura argelina, Argel, matrimonio, locura, maternidad, parejas, sociedad árabe, soledad, vecinos, estudiantes
Nº de páginas: 96

Argumento:

Adel, Yasmine, Kamel, Sarah, Tarek, Hamza, Mouna y Hadj Youssef comparten vecindario pero no vivencias. Sí, se relacionan entre ellos, como familia, amigos o vecinos que son, pero no profundizan en esas relaciones, no muestran lo que realmente cuece en sus interiores, no comparten sus problemas, sus preocupaciones, sus miedos. Excepto con el lector, quien sí podrá comprobar cómo es su interior, su reverso, y el reverso de los demás.

Opinión:


  Entrar en este libro es como abrir la puerta a una sala llena de gente que charla, sonríe, bebe, fuma, brinda, interactúa con los demás... pero que en el fondo ha construido una enorme muralla a su alrededor para que nadie entre en su vida más íntima, para que nadie intuya (a veces ni siquiera por unas ojeras o una mala cara) los dramas que habitan dentro de esa muralla. A través de un relato caleidoscópico y polifónico, Kaouther Adimi nos va mostrando el reverso de cada uno de ellos y descubrimos, así, cuáles son sus temores reales, sus problemas, sus vivencias.  Todos los personajes (y son muchos, sobre todo para un relato tan corto) tejen relaciones con los demás (son familiares, novios, amigos o vecinos) pero no dejan que esa red les acompañe, les acoja, les consuele. De este modo, la sensación que una tiene al leer la obra es la de la terrible soledad del ser humano, el aislamiento al que nos enfrentamos bien por no saber o no querer o no poder abrirnos a los demás cuando los problemas anidan en nuestro interior o bien por no haber logrado ser escuchados, vistos o sentidos por quienes tenemos alrededor. Da la impresión, pues, de que cada uno de los personajes es una isla que va chocando con los demás pero sin encontrar consuelo ni compañía a ese aislamiento voluntario u obligado.   Uno a uno, los personajes que van desfilando por la obra nos van narrando en primera persona lo que realmente bulle dentro de las fronteras de su cuerpo y nos hablan de la distancia que ponen con respecto a los demás. Así, vamos descubriendo a un Adel amedrentado, lleno de miedos y remordimientos, que se mueve en un mundo de droga y violencia; a Yasmine, su hermana, insatisfecha y manipuladora; a Mouna, la niña con bailarinas de colores que no encaja ni en su colegio ni en su familia; a Sarah, su madre, obsesionada con pintar en un intento, quizá, por transmitir todo lo que lleva dentro; a Hamza, su marido, loco o cuerdo, enloquecido por un amor que no resultó ser como esperaba; a Tarek, un adolescente encanecido a fuerza de esperar al padre que se fue; a la madre, que se culpabiliza por el estado en el que se encuentran sus hijos y que no acaba de comprenderles ni, quizá por ello, de apoyarles; o a Hadj Youssef, un vecino que compra la belleza de jovencitas pobres universitarias a cambio de besos, afecto y amor.   Además de narrar sus vivencias en primera persona, Adimi opta por emplear constantemente tiempos verbales presentes que actualizan cada una de esas historias  y que nos meten de lleno en ese momento de crisis, de incertidumbre, de soledad que están viviendo los personajes. Compartimos, así, con ellos, ese punto decisivo en sus vidas del que no conocemos cómo termina, cómo es superado, si es que lo es en algún momento. La autora consigue de esta manera transmitir la sensación de inestabilidad, de fugacidad, típica del ser humano, siempre en evolución, a la vez que ahonda en esa reflexión sobre lo poco que conocemos a los demás, sobre el escaso tiempo que dedicamos a conocer a quienes tenemos al lado.   Junto a esta reflexión, Adimi nos abre la puerta a otras reflexiones y sensaciones como el engaño del amor y el matrimonio, los sueños frustrados, la ausencia de futuro, los remordimientos tras una equivocación, la falta de valores o el choque cultural entre occidente y el mundo árabe.  Y todo ello con una voz propia, la de la escritora argelina afincada en París Kaouther Adimi, quien con esta, su primera novela, obtuvo Premio Vocación 2011. Una autora a la que habrá que seguir muy de cerca, tanto por la forma de contar (sensitiva, impresionista, delicada pero al mismo tiempo brutal) como por lo que cuenta. Enlace a la reseña original.
   Nos seguimos leyendo.