Como en la década de los setenta, como en aquellos viejos y buenos tiempos Independiente llego a Rio de Janeiro y en el propio Maracaná saco lustre una vez más a ese apelativo de Rey de Copas ganado justamente aquellos años.
Una final que se vio media empañada por los incidentes sucedidos previos al encuentro y que nos hacía presagiar un partido duro y luchado digno de una gran final, un mejor segundo tiempo que el primero con situaciones de peligro para ambos arcos pero pese a ello los goles se gritaron en la primera mitad.
Independiente sorprendió a Flamengo desde el momento de darse a conocer las alineaciones y es que un cambio de planteamiento y jugadores por parte de Ariel Holan pareciera que termino por desconcertar al mismo Reinaldo Rueda y con el transcurrir de los minutos eso se vio reflejado dentro del campo de juego.
Era una buena oportunidad para seguir escribiendo y llenando más páginas de gloria en la rica historia de Independiente, era el escenario ideal para que los diablos rojos sacaran toda la casta de antaño, era como si todo se hubiera alineado como si el destino ya lo tuviera escrito para hacer de este trofeo el regalo navideño más bonito para todos sus hinchas.
Una nueva copa más para sus colores y vitrinas, su segunda Copa Sudamericana, un trofeo que engrandece y enriquece mucho más la gran historia del futbol de Independiente, una razón para seguir soñando para gritar con fuerza que el Rey de Copas está de vuelta.
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