El rey del juego (The Cincinnati kid, Norman Jewison, 1965)

Un gran título de cierto menospreciado cine americano de los 60
Sin ser ni una obra maestra ni tampoco uno de los títulos más redondos de los 60, una década por otra parte dominada por las corrientes vanguardistas europeas más que por una renovación del cine norteamericano que no llegaría hasta la década siguiente, resulta una muy interesante disertación sobre el sempiterno tema del ganador y el perdedor, realizada por el veterano artesano de Hollywood Norman Jewison, un cineasta que ha tocado (creo yo) una amplia gama de géneros, con evidentemente un mayor o menor acierto, desde la ciencia- ficción (Rollerball, 1975)- el musical- Jesucristo superstar (Jesuchrist superstar, 1973), El violinista en el tejado (Fiddler on the roof, 1971)- y por supuesto el drama en múltiples variantes: Huracán Carter (The hurricane, 1999), F.I.S.T. (1978), Agnes de Dios (Agnes of God, 1985), Justicia para todos (…And justice for all, 1979) y su personalmente más logrado trabajo, que no es otro que este El rey del juego.
Con un reparto de campanillas (para la época) encabezado por el carismático y cool Steve McQueen, uno de los intérpretes norteamericanos de mayor estima y calado entre los aficionados al cine, Edward G. Robinson, en esos años ya un veteranísimo intérprete conocido por sus interpretaciones de gángsteres en la época dorada del género (los años 30) y Karl Malden (La ley del silencio, El exorcista), no es la más conseguida de esta rama del drama que componen las películas con la temática del dinero fácil a través del juego (juegos tan genuinamente americanos como el poker o billar, principalmente) como telón de fondo tan históricamente populares dentro del Hollywood moderno, pero sí una de las mejores muestras junto a El buscavidas (The hustler, Robert Rossen, 1961), una memorable joya con Paul Newman que tuvo una muy tardía y prestigiosa (por quien la firmaba) aunque menor secuela/remake a cargo de Scorsese ya en los 80 con El color del dinero (The color of Money, 1986), la popular El golpe (The sting, George Roy Hill, 1973), El luchador (Hard times, Walter Hill, 1975) o, más recientemente, Rounders (John Dahl, 1998), una buena muestra de drama así como de cine negro con Matt Damon y Edward Norton y de la mano de John Dahl, realizador de la siempre menospreciada La última seducción (The last seduction,1994).
El chico de Cincinnati (McQueen) es un don nadie con una innata habilidad para jugar a las cartas que decidirá intentar vencer a un poderoso jugador (Robinson), apodado el rey (the man en la versión original, y de ahí el contraste entre hombre-man- y chico-kid- del título original).
La tensión está resulta con admirable pericia, con la cámara de Jewison explorando con notable vigor los entresijos de esta clase de ambientes turbios, llenos de humo, bebida y miradas. Los personajes femeninos (Ann-Margret y Tuesday Weld) resulta agradable gracias a su belleza y sus interpretaciones (una en plan femme fatale y la otra en plan buena chica), mientras también destacaría el soberbio diseño de producción, con esa Nueva Orleans de los años 30 espléndidamente retratada.
Quizás no termine de agradar a quién no le guste el póker (entre los que me encuentro) pero si atendemos a únicamente las virtudes narrativas del relato, éste resulta notablemente acertado, gracias a los tejemanejes sentimentales del protagonista entre las partidas, que ayudan a mantener el interés a un alto nivel.