Esta mañana hemos podido ver al Rey en la manifestación convocada por la Cumbre Social. Al principio llamaba la atención verlo rodeado de banderas republicanas, con pancartas quejándose de las mentiras de Rajoy o de recordatorios al PSOE por su timidez en tiempos de devastación del Estado social o su complicidad con lo que está pasando. También se atribuía su presencia a un desvarío fruto de alguna nueva caída, de que su chófer le hubiera devuelto un puñetazo directo a la mandíbula o a los efectos acumulados de los golpes anteriores en la cabeza por esas pistas de esquí o reservas de elefantes del mundo. También podía ser, ya en el crepúsculo de su vida, a un proceso de reflexión después de aquél infausto “por qué no te callas” al Presidente Chávez, o quizá debido al cansancio vital de tener una mujer tan consentidora, un hijo tan pijo o una yerna tan oportunista. También, que la vejez es tiempo de memoria, a un recordatorio de la suerte de su abuelo, Alfonso XIII, que abandonó las tierras hispánicas después de que el 14 de abril los partidos republicanos arrasaran en las grandes ciudades cansados de la corrupción, las mentiras y la mala vida que daba a los ciudadanos la dictadura de Primo de Rivera (cuyas similitudes con el momento actual dejaremos para otro momento).
El caso es que esta mañana ahí estaba el rey, rodeado de gente harta de tantos recortes, de tantas amenazas, de tanto Ministro esforzándose por ver cuál es más reaccionario, de tanta cesión de soberanía como la que ejemplifica Eurovegas -donde nos ofrecen a los gringos, en una nueva versión del Bienvenido Mister Marshall, como putos y camareras a tejanos de sombrero de ala ancha y ejecutivos de Wall Street-; rodeado de gente hastiada de tanto alejamiento entre los pueblos de España por culpa de una gestión política mediocre e interesada decidida a desconfiar de la capacidad de encuentro desde las bases de las diferentes naciones que configuran esta plural identidad que llamamos España. Cansados de estar cansados, indispuestos ante la oferta permanente de miedo, cansados de un rescate que promete dinero para los bancos y mazmorras para la gente, cansados de que nos digan que hay que inyectar dinero a la banca porque hay que generar confianza, como si nuestra desconfianza no fuera digna de ser tenida en cuenta. Por un lado, el gobierno y la España nacional-católica de siempre. Por otro, el pueblo. Y mira tú por donde, quizá por esa campachanería de los borbones, el Rey ha decidido hoy estar con el pueblo.
A su costado real se ha puesto un viejo republicano con una hermosa bandera y, después de invitar a hacerse a un lado al hombre de negro que le acompañaba -un banquero que suele acompañarle, al parecer, a las visitas a Davos y a la Trilateral- le ha dicho: “así que por fin tu familia se va a dedicar a trabajar ¿eh?”. El rey ha balbuceado algo pero, la verdad, no le hemos entendido. Esperamos las reacciones del Príncipe Felipe.
PD: Antes de marcharse, el rey ha hecho una enérgica protesta ante la detención por la policía de cuatro ciudadanos que desplegaron una pancarta a favor de la actividad política del 25S (rodear/tomar el Congreso). “¿Cómo es posible -parece que volvió a balbucear el monarca- que saquen banderas preconstitucionales, de cuando yo aún no era Rey, y no les pase nada a los que las llevaban, y ahora detengan a unos personas por llevar una pancarta? Cómo está España…”. El Príncipe aún no se ha pronunciado.