La monarquía, bien resguardada en su palacio de la Zarzuela, observaba esta pasada semana las noticias ofrecidas por la prensa, la radio y la televisión. El país estaba bajo cero. España se cubría de nieve –un total de 34 provincias estuvieron el lunes en aviso por riesgo de nevadas, lluvias y frío–, las temperaturas mínimas de hasta 10 grados bajo cero mantenían en alerta a 11 comunidades, el temporal dificultaba la circulación hasta en 270 carreteras y la Aemet advertía de que, con el aviso naranja, existía un riesgo meteorológico importante y con cierto grado de peligro para las actividades usuales. El rey, mientras tanto, observaba atento esta España helada. Pero ¿se preguntaban los españoles por el Rey? ¿Qué pensaban ellos sobre su monarca? Marc Villanueva –en el reportaje ‘La pregunta que el CIS no se atreve a hacer sobre la monarquía’, publicado en ElNaciona.cat–, escribe: “La imagen del jefe del Estado sigue cuestionada. Desde la pifia conjunta de Moncloa y Zarzuela de enviar a Felipe VI a representar a España en el foro económico de Davos sin ser cargo electo, hecho que fue calificado de “vergüenza nacional”, las sospechas sobre el papel de la Corona siguen creciendo. Rajoy tiene la solución para la mala imagen de la monarquía: no preguntar por la imagen de la monarquía. Parece un travalengüas habitual del presidente pero le está saliendo bien. El CIS es la encuesta más importante que se hace en España, y se paga con dinero de los ciudadanos. Pero el organismo es libre de preguntar lo que quiera y desde que los españoles suspendían repetidamente a Juan Carlos I y, después de la abdicación, Felipe VI seguía suspendiendo y ya no se ha vuelto a preguntar nunca más. Y eso hace 3 años”.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un organismo autónomo dependiente del Ministerio de la Presidencia cuya función principal es contribuir al conocimiento científico de la sociedad española, recoge los datos necesarios para la investigación en ámbitos muy diversos, desde la evolución de la opinión pública a la investigación aplicada. Es conocido principalmente por la realización de encuestas que permiten avanzar en el conocimiento de la sociedad española y su evolución a lo largo del tiempo. Y todos sus datos son de dominio público. El CIS desarrolla su función de análisis y conocimiento científico de la sociedad española mediante la realización de encuestas y estudios cualitativos. Estos estudios se llevan a cabo, bien a iniciativa del propio organismo, bien a través de acuerdos con instituciones públicas o privadas sin ánimo de lucro. El CIS también fomenta, mediante convenios, la organización de cursos y seminarios –o la participación en los mismos– destinados a la formación, el análisis o la difusión de resultados de investigación, en los ámbitos propios de la Sociología y la Ciencia Política. El Centro cuenta con sus propios programas de formación y de fomento de la investigación, así como con un departamento de publicaciones que es parte fundamental del trabajo de difusión de la investigación en las ciencias sociales en España.
El Barómetro del CIS es quizás el estudio demoscópico más completo de cuantos se hacen de manera periódica en España. Tiene ya muchas décadas de vida y es mensual. Se basa en unas 2.500 encuestas en las que se les pregunta a los entrevistados sobre muchos aspectos de la vida y del debate público, desde la situación económica y política del país y los principales problemas a que se enfrenta hasta la valoración del Gobierno y de la oposición, pasando por el posicionamiento ideológico de cada entrevistado, si tiene empleo y miedo a perderlo o si se siente feliz… Cuatro veces al año, en las encuestas de enero, abril, julio y octubre, que se publican a comienzos del mes siguiente, el Barómetro pregunta además a sus entrevistados a qué partido votaría si hubiera elecciones. Y, de vez en cuando, con un criterio que el CIS nunca aclara, pregunta también sobre el grado de confianza que los ciudadanos tienen en las principales instituciones del Estado, entre ellas la Monarquía. Sin embargo, en los últimos Barómetros llevados a cabo por el CIS no se preguntaba por la Monarquía.
Los españoles se enteraron de que los reyes, Juan Carlos y Sofía, vivían prácticamente separados. Todo esto no lo supimos por el CIS, que ya lleva 33 meses consecutivos sin informarnos sobre este tema, sino por los periódicos. En abril de 2015, un año después de la última mala nota del CIS a Juan Carlos I, y con Felipe VI ya en el trono, el organismo público de investigación sociológica incluyó de nuevo en su Barómetro la pregunta de confianza de los ciudadanos en las instituciones. La nota de la Monarquía mejoró bastante, pero no llegó al aprobado. Obtuvo un 4,34. Fue la última vez que se preguntaba por este tema. ¿Ha seguido subiendo, se ha mantenido ha descendido la confianza de los españoles en la Monarquía durante estos ya casi cuatro años de reinado de Felipe VI? ¿Cómo han impactado en la valoración y la confianza que los ciudadanos depositan en la institución que el rey representa asuntos tan diversos como la mayor transparencia en las cuentas económicas de la Casa del Rey, la sentencia del caso Urdangarin, el desempeño del monarca en la legislatura fallida tras las elecciones de diciembre de 2015, su papel en el conflicto catalán, especialmente con su discurso del 3 de octubre pasado, o la reciente concesión del Toisón de Oro a la Princesa Leonor? Se ignora, al menos por encuestas oficiales.
“¿El CIS sólo pregunta de tarde en tarde por el rey o pregunta mucho más a menudo, pero no siempre hace públicos los resultados? –se preguntaba Arsenio Escolar–. Buenos conocedores del centro demoscópico aseguran que, desde una reforma normativa de principios de los años noventa, se hacen públicas todas las encuestas que se realizan, y en su integridad. ¿Y quién decide que, en una encuesta concreta, hay que meter la pregunta sobre la Monarquía? ¿Los técnicos? ¿El presidente del CIS? ¿El Ministerio de Presidencia y la Vicepresidencia del Gobierno, que es de donde depende el CIS? ¿El presidente del Ejecutivo? Algunos testimonios apuntan que muchas veces es en la propia casa, en el CIS, donde ‘se autocensuran para no meterse en líos’ y que otras veces es más arriba en el escalafón de mando, ‘en Moncloa’, donde se desaconsejan o se vetan algunas encuestas y algunas preguntas. En el organigrama oficial, el CIS es una dirección general del Ministerio de Presidencia, y el presidente del organismo sociológico tiene que comunicar todas sus encuestas y los cuestionarios correspondientes a sus superiores en el Ministerio. ‘El rey –comenta un buen conocedor de los vericuetos internos de las encuestas oficiales– es un tema incómodo para todos los gobiernos’. En efecto. Desde el franquismo más temprano hasta ahora, el organismo público de opinión pública investiga muy de tarde en tarde y con mucha cautela sobre el modelo de Estado. Al principio, cuando preguntaba, no siempre daba a conocer los resultados. Hace ya más de seis décadas, el 4 de enero de 1956, el diario estadounidense, The New York Times, publicaba en la primera página de su edición internacional una información de su corresponsal en España en la que se reseñaba una encuesta oficial hecha ‘por el Instituto de Opinión Pública [el antecedente del CIS] del Ministerio de Información’ entre los universitarios de una docena de facultades de la Universidad de Madrid en la que se mostraban unas durísimas críticas al régimen franquista. El 82% de los encuestados, decía la información, ‘declara sin reservas que no confía’ en las autoridades políticas, y el 60% de estos estudiantes muy críticos ‘están divididos a partes iguales entre monárquicos y republicanos’. Los resultados de la encuesta, añadía el corresponsal del diario estadounidense en la misma información, no se habían hecho públicos en España y habían sido solo ‘distribuidos en círculos oficiales y diplomáticos’.
El Rey Juan Carlos colgó el teléfono a Jordi Évole durante la grabación del programa Salvados con los periodistas José María García y José Ramón de la Morena, que se emite hoy, domingo. Según adelantaba el propio Évole en “Al rojo vivo”, el pasado jueves, los productores de Salvados habían acordado con el Rey Emérito una llamada sorpresa para José María García, cuya conexión fue posible. “García –desveló Évole– había reconocido que si él hubiese tenido la información de Botsuana la hubiese dado. Cuando tuve al Rey y a García le dije al Rey: 'Oiga, ustedes aquí dan una imagen de buen rollo pero que sepa que García, si hubiese tenido la exclusiva de Botsuana, la hubiese dado. ¿Cómo le hubiese sentado a usted?'. No sé cómo le hubiese sentado. Lo que sí sé es que mi pregunta le sentó como una patada donde más duele y te avanzo que el Rey nos acabó colgando el teléfono”, narró Évole.
Arturo del Villar publicó en LQS el artículo titulado “Los millones secretos del emérito”, en el que hablaba de Juan Carlos de Borbón como uno de los mayores ricachones de España. “Ya en el año 2000, la revista británica Eurobusiness, le adjudicaba una fortuna personal de 1.681 millones, cifra algo aumentada por la revista Forbes en su lista de 2003, que lo ascendía a 1.800 millones. Contribuyeron eficazmente a consolidar ese fortunón tres amigotes financieros del monarca: Manuel de Prado y Colón de Carvajal, Mario Conde y Javier de la Rosa. Casualmente los tres acabaron en la cárcel por su reprensible actividad financiera, sin que fuera salpicado el rey en ninguno de los tres casos. Debe tenerse en cuenta que el monarca es irresponsable de sus actos, según el artículo 64:2 de su Constitución. Nadie puede acusarle de la comisión de nada ilegal, por su bien. El 28 de septiembre de 2012, The New York Times publicó un reportaje titulado Chastened King Seeks Redemption, for Spain and His Monarchy, basado en un conversación mantenida por los miembros del Consejo Editorial con Juan Carlos, cuando visitó sus instalaciones el día 24 anterior. Un airado rey católico solicitó esa entrevista, para protestar por la portada de ese día: un reportaje titulado Spain Recoils as its Hungry Forage Trash Bins for a Next Mea, ilustrado con unas tremendas fotografías de pobres hambrientos, rebuscando comida en los cubos de la basura en Madrid. Aunque estas escenas las presenciábamos todas las noches en las puertas de los supermercados, el rey se sintió ofendido por el hecho de verlas publicadas, y tal vez por considerarse culpable de haber llevado a sus vasallos a esa terrible miseria por culpa de su continuada inoperancia campechana. De modo que acudió a la redacción de The New York Times en carne mortal para expresar su más enérgica protesta. Pero las fotografías no eran demagógicas, sino tan reales como su mismísima real persona”.
“Felipe VI es una persona más introvertida, más seria, más trabajadora, más de despacho. Y, dentro de la Casa Real, ha dispuesto una mayor austeridad y una mayor discreción”, comenta Antonio Torres del Moral, considerado uno de los constitucionalistas más prestigiosos del país. “Ha impuesto un tratamiento sin desbordamientos de simpatías ni relaciones personales con otros dirigentes políticos. Se comporta muy discretamente, como un rey profesional”, agrega a BBC Mundo el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. De acuerdo con este experto en la monarquía española, el repliegue de la imagen del rey se debe en parte a una reacción frente a los escándalos protagonizados por su antecesor. “En ese sentido –apunta–, durante la peor crisis económica en décadas, la opinión pública valoró un modo de actuar ‘más conservador en las formas’. Es un rey distante, frío, que podría ser muy buen rey de Noruega, Gran Bretaña, Suecia, pero difícilmente un rey de España”. “Es un rey que lo único que tiene es la legitimidad de origen pero el resto se lo tiene que ganar”, apunta Javier del Rey. “Al personaje le falta proximidad y humanidad. Todos tenemos la idea de que es un hombre de una gran formación y que se sabe al dedillo los temas. Pero eso son categorías políticas. Yo hablo de categorías humanas y es ahí donde creo que 'el rey está desnudo', por utilizar una vieja metáfora literaria”. Sin embargo, no todos consideran que los cambios introducidos por Felipe VI sean sustanciales, ni que la monarquía española haya recuperado el terreno perdido en los últimos años. “Creo que ha cambiado en apariencia”, asegura Fernando Ramos, profesor de periodismo de la Universidad de Vigo. “La crisis que desencadenaron las andanzas de Juan Carlos I no fue meramente coyuntural, como se creía, sino una crisis estructural. Hay, cada vez más, una generación de españoles que quisieran, y esto no se hizo cuando se pudo, un referendo. Quizá lo ganaría la monarquía, pero no se sabe. Y eso es algo que está pendiente”. “En España –apunta Torres del Moral–, monárquicos no hay o hay pocos. Había juancarlistas, lo cual implica una adhesión a la persona. La abdicación de Juan Carlos I y la llegada de Felipe VI dejaron a muchos de esos juancarlistas –que no eran necesariamente monárquicos– sin su referente en el trono. Estamos ante un rey sin mito. Juan Carlos tenía uno: el del 23F. Al margen de lo que diga la Historia, nos lo han vendido durante 40 años como el defensor y el salvador de la democracia”, afirma Del Rey. “Me da la impresión de que Felipe VI es un rey sin relato. Y creo que necesita uno”, indica. “Con solo tres años en el trono de España –frente a los 38 que permaneció su padre– queda por ver si el monarca logrará ese objetivo”.
Las fotomontajes de la semana: Las Marianinas.
Rajoy publicó esa foto en su cuenta de Twitter en la que se le ve haciéndose un selfi con la nieve en el palacio de la Moncloa. Rajoy, en la guerra de las galaxias
Quieta shí, Shoraya...
Rajoy se hace un sellfi con Puigdemont.
Rajoy, en la Luna, con Puigdemont.
Detrás de Rajoy, Rivera, desnudo en la nieve.
El Santísimo de la Gran Corrupción de la Hermandad de los Sobres.
“Señor al que nadie ha votado triunfa en Carnaval con su disfraz de demócrata. Felipe VI se proclama rey de los carnavales”. (De El Jueves)
El humor en la prensa de esta semana pasada: El Roto, Forges, Peridis, Manel F, (Cuestión de prestigio y una estrategia), Vergara (Matizando) Ferrán, Ramón, J. R. Mora, Pat, Atxe, Urdaneta…
Pep Roig, desde Mallorca: Popolítica española, Propiedad particular, La sucia política, Quién podía pensar que en invierno iba a nevar, El plan de pensiones privado de Rajoy, “La calle es mía”, decía Fraga y No digas, no pienses, no hagas...
Entre los vídeos que hacen referencia al tema de esta semana: ¿Está en peligro el futuro de la monarquía española?