En mi nueva casa he diseñado un espacio, que no supe hasta el día de hoy, tenía nombre. He construído un rincón para soñar.
Me ha encantado encontrarle este nombre, y descubrir que parte del proceso creativo e intuitivo -para mi- dio a luz en casa un espacio dedicado sólo a la imaginación. Cuando hablamos de creatividad siempre marcamos la importancia de crear un espacio (físico y temporal) para dejarla entrar. Porque cuando somos niños, la creatividad viene sola, se apodera de nosotros y la dejamos reinar el tiempo que quiera quedarse. Ya de adultos le imponemos normas, horarios y temas. ¡Temas! ¡Qué ingenuos podemos ser diciéndole lo que debe “traernos” en la cesta de su bici de paseo!
Mi rincón para soñar es de color diferente al resto de la casa, entra el sol por las mañanas, algunos sonidos de pájaros y vecinos, y también entra el silencio oportuno. Si contemplas las paredes, ellas hablan. No son un oráculo -quien lo tuviera-, será que si te permites momentos de soledad con un café o mate en la mano, encuentras respuestas. Es un rincón-taller donde hay herramientas, donde se trabaja con las manos, y donde a “la pereza” o “al crítico” no se le permite entrar. ¿Crees que esto es literal o metafórico? Cuando entras al rincón, sueñas, dibujas, construyes, lijas, pintas, riegas las plantas o sólo observas. Cuando entras te permites que todo suceda. Te embarcas y te dejas llevar porque las velas están bien amuradas. ¿Mientras lees te resulta soñador este concepto? Bienvenido a bordo: quien está hablando es el crítico
Para poder explicarme mejor, les dejo un video donde Robert Dilts es entrevistado sobre creatividad. Lo que rescato de esta conversación con Elsa Punset, son las 3 fases (también llamadas personalidades) que Walt Disney definió necesarios cumplir en un proceso creativo:
- La fase de los sueños: ¿a dónde podemos ir? ¿qué podemos hacer?
- La fase realista: ¿cómo podemos llegar hasta allí?
- La fase crítica: ¿se puede llegar?
¿Ya tienes tu rincón para soñar? ¿Qué esperas?!?!