La entrada a la cueva era angosta y húmeda, cubierta de matorral. Una luz resplandecía débil en la oscuridad. Los minutos pasaban y la negrura se iba diluyendo en una sombra que creó figuras cercanas mientras descendía palpando la roca. No muy escarpada, la pared dejó paso a una galería abovedada y estrechándose por los costados. Avanzaba como en un sueño,guiado por una música que había despertado en su espíritu. Un rumor había crecido a medida que avanzaba, y al tiempo que llegaba a contemplar la nueva estancia subterránea, esa música se acompasó al rumor de una corriente agitada de formas, colores, alientos y sucesos. Y supo, sin saber cómo, que era el río del tiempo, incesante, inaprensible, fatal. Y lo vio todo.
Vio la destrucción de Troya, y la lenta decadencia de los Imperios, Samarcanda y Tiro. Vio nacimientos, reyertas, mezquindades ocultas. conjurados y héroes. Vio cicatrices y dragones, olas, cada guijarro. La corriente variaba caudal y velocidad mientras su aliento trataba de retener alguna imagen, pero cada una era sepultada por la siguiente. No sentía turbiedad, empero, solo comprensión y asombro. Vio al escritor de este texto y su tecleo monótono, y unió su imagen al de un miniaturista medieval de una abadía incendiada. Vio la aurora en Neptuno, y caballos peleando en llanuras nocturnas iluminadas por la tormenta.. Vio detallados mapas del Edén y ejércitos de hormigas defendiendo sus reinos. Vio sangre y semen vertidos, vio los objetos de adoración de los nómadas antiguos, Vio el amor transmutado en odio y la suspensión de la muerte. Vio el caos, y el rostro de Helena. Vio tu rostro, cada emoción que quizá sentiste. Vio los disturbios de los estadios de Constantinopla y Seúl.Vio la muerte de sus nietos y los asesinatos de sus ancestros. Vio robledales y contenedores de basura, lágrimas de ira y tigres en cuyas fauces se asentaban galaxias que murieron eones atrás.Vio su respiración, y la forma en que bailan los átomos. Vio los jardines de Babilonia, y una quinta de Buenos Aires donde existe una escalera misteriosa. Vio el apetito de destrucción en los ojos de multitudes airadas, y la redención de los atormentados. Vio a Ahab antes de ser Ahab, a Manolete muriendo y sintiendo piedad, empitonado. Vio la forma asombrosa de la música y el viento invisible del amor. Vio al esclavo de César que sintió odio. Vio la luz del atardecer en Gante, y las vistosas plumas de los faisanes en palacios imperiales de Kyoto. Vio baobabs, y sabanas pobladas de antílopes. Vio palacios de hielo, constructos de Dioses malévolos que algún día volverán para perdernos. Vio esqueletos de canoas en el orinoco y el destino de sus desdichados ocupantes. Vio ponientes sobre la mar helada en planetas de cuyos soles aun su luz no nos ha llegado. Vio batallas y perdón, los lugares de adivinación y las rutas ciclistas, la reliquia de sus antiguos recuerdos, vio la delicada arquitectura de sueños que se perdieron. Vio bailes y llamas arrebatadas, muslos tiernos y la caligrafía de tus cartas escondidas. Vio industrias humeantes y ruinas de monasterios.Vio su propio rostro cruzado por su propio vértigo y su calma. Vio las llanuras submarinas de Terranova. Vio el origen de todo, y le fue permitido contemplar que hubo antes. Vio a un cosmonauta atravesando un agujero de gusano. Vio las olas lamiendo la costa en Carrickfergus. Vio el despertar bajo la ducha de millones. Miró y miró, y contempló hechos que no supo interpretar. Vio la luz irradiada por tu monitor y esta página. Vio el pan y la cerveza de los sumerios. Vio las múltiples formas del fuego. Vio los estragos de la guerra. Vio su propia figura en el banco del río, contemplado desde lo alto.
Nada le fue ocultado.Una voz se impuso entre la corriente y le dijo que debía volver. No supo cuanto tiempo había pasado. Aturdido, volvió hacia la galería mientras el caudal del río y su rumor avanzaban sin fin, acompasados y constantes, y la música que lo había guiado abandonaba su conciencia.
La luz solar lo recibió voraz y ansioso. Abrevó su caballo y se sentó bajo una encina para descansar.