La primera serie es autobiográfica. Los textos reiteran e ilustran una metáfora muy querida por Sampedro, la manriqueña de la vida como río. Nos relatan la infancia del río José Luis en Tánger y en Cihuela (Soria), hasta los 13 años. La segunda serie es más ideológica y reflexiva, con su visión de la vida, de la especie humana y de la sociedad. Cierra el libro una reproducción facsimilar de los manuscritos en los que trabajó el humanista durante los meses finales.
Sampedro escribía muy bien, aunque estos textos adolecen de una revisión que la editora ha preferido no hacer y que hubiera evitado alguna falta de concordancia y otros solecismos. Pero sentía y pensaba mejor aún que escribía. Y esas virtudes se aprecian en estos textos, los últimos que escribió antes de su muerte, que, según él mismo, se portó muy bien porque le dejó pensar.
De todas formas, sin desmerecer a José Luis Sampedro, lo más sorprendente de este breve volumen es la parte que escribe Olga Lucas, el río Olga, en la que cuenta también sus primeros trece años. Los de la hija de un español exiliado y una francesa, que nace y vive en Toulouse al final de la II Guerra Mundial hasta que su padre es deportado. Es conmovedor el relato del viaje de la madre y los hijos al final del otoño de 1955 hasta la ciudad checa de Ustí nad Labem para reencontrarse con el padre.