Revista Cocina

El Río la Miel en la Ruta del Magdalena

Por Miguelw @Viviendo_Cali

El Río la Miel en la Ruta del Magdalena

Al anochecer a lo largo del río verde esmeralda, siluetas negras de monos desenrollan sus colas y saltan de árbol en árbol. Bajo ramas que se extienden como dedos por el canal, los búfalos deambulan por las cañas de hierba contra una cortina de nubes rosadas. Este es el Río la Miel, en la ruta del río Magdalena.

En lo alto, los murciélagos flamean a través del aire tibio y dulce. Una sinfonía de cigarras zumbantes, sapos que croan y pájaros cantando acompañan a la suave corriente de agua.

Rodeando los departamentos cafetaleros de Caldas y Antioquia, a menudo paralelos a la vecina ruta Magdalena, el Río La Miel es uno de los secretos mejor guardados de Colombia.

El Río la Miel, en el Magdalena

El relativo aislamiento de esta jungla salvaje una vez estropeada por el conflicto armado condujo al famoso autor Héctor Abad Faciolince a etiquetar el área como "un agujero negro abandonado por Dios y los hombres".

Sin embargo, a un corto paseo en bote desde la adormecida ciudad de San Miguel, un piloto jubilado de Avianca ha abierto un eco-lodge en 7.000 hectáreas a lo largo de las riberas de los ríos.

Hospedaje en el Río La Miel

En cinco cabañas elevadas, las camas están cubiertas con mosquiteras junto a pequeñas mesas hechas de tocones. Vigas de guadua sostienen hamacas colgantes y faroles de velas de cuerdas cubiertas de musgo. Metros debajo, los cocodrilos se arrastran en el barro.

La propiedad en sí es un caleidoscopio de frutas y vegetación. Los cocos, los mangos, las naranjas, los plátanos, las papayas, las limas y las bayas de níspero con sabor a malta se conservan frescas para la cosecha. Los lagartos verdes se lanzan bajo los arbustos de achiote, cuyas semillas de color rojo sangre alguna vez fueron utilizadas por las poblaciones indígenas para pinturas corporales. A tiro de piedra, las brillantes plantas de guaraná producen pozos con el doble de la concentración de cafeína de los granos de café.

Más allá de este jardín tropical del Edén, el paisaje cambia abruptamente a montañas verdes recorridas por toros blancos. Sosteniendo un vaso de limonada fresco endulzado con panela, un azúcar de caña sin refinar, camino con un palo de madera que un trabajador local me entregó para golpear a las serpientes venenosas que se deslizaban por la hierba baja.

Los únicos otros animales con los que me encuentro son las tortugas tomando el sol y las mariposas azules rayadas. Desde el amanecer, una flota de pequeños esquifes motorizados con asientos de madera y nombres pintados a mano como "La Bengala" y "Jaguar" llevan a un creciente número de turistas río arriba.

Un paseo por el río

Los conductores residentes navegan a través de barras de arena y rocas, parándose como George Washington cruzando el Delaware. Si hubiera sido relegado al asiento trasero. Saltando de los costados con chalecos salvavidas, dejamos que los rápidos nos guíen bajo puentes improvisados y cascadas.

En tramos más tranquilos del río, redes anchas y anzuelos deslumbrantes buscan las docenas de especies de peces endémicas de la región. El transporte diario ha sido menos gratificante desde que Isagen, la tercera mayor empresa de generación de energía de Colombia, construyó una planta hidroeléctrica a lo largo del río La Miel.

Los niveles de agua caen y se elevan repentinamente a los caprichos de las turbinas y una presa enorme, dejando a los peces atrapados entre las rocas y flotando en el aire. La historia del territorio es una mezcla de tranquilidad y violencia.

Historia reciente del río la Miel

En la década de 1960, los hippies de pelo largo viajarían desde los Estados Unidos al "Río de la miel". En busca principalmente de sus famosos hongos psicodélicos. Además de conciertos de escenario entre los aldeanos desconcertados.

En los años setenta y ochenta, un auge de la minería ilegal. Además la expansión de los grupos guerrilleros reemplazaron la paz y la armonía. Cuando los guerrilleros recurrieron al robo de ganado, la extorsión y el secuestro en todo el valle del Magdalena, algunos organizaron equipos de autodefensa (Paramilitares).

Uno de esos grupos se convertiría en la organización paramilitar más grande del país. Se trata de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio (ACCM). El notorio comandante del bloque Ramón Isaza y sus seguidores se declararon culpables en un proceso de desmovilización en 2006. Entre las confesiones se encuentran torturas, masacres y desplazamiento forzado.

Los habitantes de La Miel tienen sentimientos encontrados sobre su pasado. Por un lado, ya no comen un pez llamado dentón. Esto porque se alimentaba de los cadáveres arrojados al río por escuadrones de la muerte de derechas.

Por otro lado, los laboratorios de cocaína que surgieron trajeron empleos y riqueza. Los lugareños parecen recordar al famoso narcotraficante Pablo Escobar. Este una vez frecuentó el área para practicar esquí acuático, por sus grandes propinas en efectivo.

Junto a la carnicería, los paramilitares impusieron una marca despiadada. En días anteriores, el propietario del eco-lodge compró un arpón de un transeúnte desconocido. A la mañana siguiente, dos hombres armados se presentaron en su puerta. Le dijeron que el arpón había sido robado y que se lo devolverían al dueño legítimo.

Poco después, el vendedor y el supuesto ladrón flotaban por La Miel.

La Miel en la Actualidad

Volviendo a casa pasamos interminables campos de palma africana. Carriles pavimentados reemplazan gradualmente caminos de tierra. La base militar de Palanquero se extiende a la vista, repleta de helicópteros de camuflaje y aviones franceses. El gobierno ha trabajado con fuerza en la zona para atraer paz a la zona. Actualmente el turismo es una de las principales entradas económicas del país.


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