El Rito sorprende por estar basada en un libro de Matt Baglioun y arrancar con un texto inicial en el que nos avisan que está inspirada en hechos reales, lo que podría dar pie a pensar que veremos una película menos típica de exorcismos, pues se supone buscarían ser más reales, y ofrecer menos efectos especiales centrados en cabezas girando y vómitos de puré de guisantes,... y eso es lo que comprobamos al menos en los primeros cuarenta y cinco minutos, momento en el que la película realiza un brusco giro argumental hacia una trama sin sentido, lo que hace que la frase "inspirada en hechos reales" quede totalmente ridícula en esta película, al exagerar en exceso los sucesos acontecidos y ofrecer más de lo mismo, intentando ser más realistas, pero sin lograrlo por la ausencia de veracidad en las posesiones que muestra.
La película intenta ofrecer un nuevo punto de vista sobre los exorcismos, centrada en la fe, la religión y la parte oscura de la existencia entre dos mundos. Al igual que nos muestran al demonio y a Dios, al mal y al bien, nos muestran las dos vertientes de los exorcismos, la parte más demoníaca y la más psicológica, las dudas que un joven y futuro sacerdote tiene acerca de este rito, pero que pasa de ser un intento de ofrecer una visión comprometida de su director a caer en el beneplácito de un estudio que busca algo más para recaudar en los cines, y tan sólo quieren seguir aprovechando la rentabilidad del clásico de 1973, El exorcista, incluso realizando guiños al mismo.
De esta forma, nos presentan a Michael Kovak, interpretado por Colin O'Donoghue, quien ha crecido entre muertos, al vivir en una familia dedicada a embalsamar cadaveres, recordando mucho a ciertos episodios de A dos metros bajo tierra, donde también nos mostraban la fría manera con la que algunas personas tratan a los muertos, siendo simplemente el "cuerpo" donde alguna vez residió un alma, o algo que dotaba de vida a esa masa.
El joven, tras no saber encontrar el camino a seguir, tiene que decidir si continuar la profesión familiar iniciada por su padre, o bien cambiar su vida y dedicarse al sacerdocio. Ahora bien, los muertos siempre estan ahí, no tienes que creer en nada para trabajar con ellos, pero la religión implica tener fe, y ahí es donde comienzan las primeras dudas de Michael, quien antes de tomar sus votos en el sacerdocio, y estando plagado de dudas ante la ausencia de fe, decide dimitir, pero su mentor, el Padre Mateo (Toby Jones), insiste en que, antes de tomar una decisión tan importante, viaje al Vaticano para introducirse en un programa de dos meses de duración diseñado para enseñar los ritos de exorcismo al clero. Allí conoce al Padre Lucas Trevant (Anthony Hopkins), un exorcista que tendrá que responder las preguntas de Michael y lo hará mostrando las pruebas de la existencia del demonio, para convencer al joven que esto va más allá de ser una mera enfermedad mental.
El Rito no aporta mucho más desde que El exorcista vió la luz, además de haber visto ya numerosas películas centradas en el mismo genero, como la subestimada Lost Souls, la impecable El exorcismo de Emily Rose y, más recientemente, la película con estilo documental El último exorcismo. El arranque de la película que aqui tratamos parece que quiere ir más allá, planteandonos las dudas y luchas internas de su protagonista, quien no cree en la existencia de las posesiones, todo ello con un ritmo pausado y buscando la reflexión del espectador, que todavía nos ofrece la posibilidad de seguir creyendo lo que queramos. Lástima que tras un interesante arranque, y una narración fascinante, la película se transforma y abandona toda esperanza sobre el planteamiento de dudas, y abandona la sutileza de su planteamiento para volcarse de lleno en la parte más sobrenatural, decayendo en un cúmulo de sucesos absurdos como absurdas son algunas de las secuencias de la misma, rellenando la película con un mensaje descarada a favor de la fe que sirve como pretexto para el adoctrinamiento cristiano. Es una pena que no sepan que existen otras formas de ofrecernos la recuperación de la fe sin necesidad de ofender a la inteligencia del espectador.
Anthony Hopkins, un actor que acostumbra a deleitarnos con sus papeles, ofece un personaje bipolar pero en un segundo plano, aunque ofreciendo un rol sólido desde el inicio, con una tranquilidad plasmada en pantalla que encaja perfectamente con la idea que tenemos de un sacerdote capaz de instruir, a la vez que tiene una fuerza sobrecogedora para tratar las posesiones. Dos vertientes de un personaje que Hopkins maneja con soltura, y quizás hace que desmerezca el trabajo de Colin O'Donoghue, quien se desinfla a la par que se desinfla la película, mostrandonos perfectamente sus dudas sobre sus creencias, pero que acorde vive experiencias que deberían dejar claro a cualquier persona la existencia del demonio, él sigue obcedado en no abrir los ojos ante tan claras pruebas. El reparto lo completa Alice Braga en el papel de una periodista que investiga sobre los exorcismos dentro de los cursos realizados en el Vaticano, que sirve de complemento para que Michael siembre aún más dudas.
El Rito viene predecida por la ilusión de ver algo diferente a lo que estamos acostumbrados a ver dentro del género, pero se convierte en una decepción, bajando el listón de calidad a la vez que cambia la trama para vender más entradas y buscar la espectacularidad, hasta cierto punto, de exorcismos a la antigua usanza. La idea era muy buena, pero el director se ha visto obligado a venderse para crear un producto más comercial que frustra el resultado de una interesante producción y decae en la repetición de secuencias que no aportan nada ni pasaran a la historia, más allá del mero entretenimiento para los fans del género.Muchas más noticias en No es cine todo lo que reluce.