En este sentido pues, la Masonería Especulativa, asume desde sus orígenes el compromiso de convertir su acción y su misma razón de ser en una acción emancipadora no tan solo del Masón sino de la Humanidad en su conjunto.
Diversos y fundamentados estudios históricos demuestran con total certeza que la Masonería practicada por las Logias creadas en Francia a lo largo del siglo XVIII siguieron fielmente los principios establecidos por las Constituciones de Anderson de 1723 por lo cual su praxis puede considerarse, sin lugar a dudas, como la herencia más fiel a la voluntad constitutiva de los primeros Francmasones Especulativos del ya lejano 1717.
Dicho esto, podemos convenir que el Rito Francés se fundamenta, como lo hace toda la Masonería Liberal y Adogmática, en los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, pero da a los mismos un valor más próximo y fiel a sus orígenes; es decir, anclándolos en la necesidad de que la Orden Masónica se constituya y actué como elemento dinamizador del proyecto de perfeccionamiento personal del Ser Humano pero a su vez, de la imprescindible liberación integral de la Humanidad.
Dos objetivos pues que marchan al unísono y que deben realizarse conjuntamente de forma necesaria, dado que el uno sin el otro dejarían la misión de la Masonería a medio hacer y la Gran Obra permanecería incompleta.
La Libertad, entendida por el Rito Francés como el estado natural y deseable del ser humano y que se fundamenta en el principio republicano de la "no dominación coercitiva" de una persona sobre otra en ningún ámbito de la existencia humana y que encuentra sus fundamentos últimos en el desarrollo del autoconocimiento, el socrático "Nosce Te Ipsum" y el kantiano "Sapere Aude" .
Solo en estas condiciones, la Libertad puede fundamentarse en torno al segundo pilar de la divisa Masónica, la Igualdad, que no supone una vindicación del igualitarismo sino de la plena igualdad de oportunidades y el derecho a un tratamiento igual que concurre desde el punto de vista ético y moral entre el Yo de todos los individuos para que estos puedan estar capacitados, desde su Libertad, para poder realizar con plena autonomía sus personales proyectos de vida.
La combinación de la Libertad y de la Igualdad, conjuntados bajo estas premisas, es lo que dota al Rito Francés de un carácter radicalmente democrático, que se refleja en su organización, en su funcionamiento y en su práctica ritual y simbólica.
De este modo, el Rito Francés hace suyo, en su praxis y en su fundamento el principio establecido en la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU de 1948 cuando se afirma que: "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos, y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".
Esta afirmación, nos lleva al tercer gran pilar de la Francmasonería y que en el Rito Francés actúa como elemento clave en su compromiso social con la Emancipación de la Humanidad en su conjunto.
La Masonería considera que todos los seres humanos, sean o no masones, deben tratarse y considerarse entre sí como hermanos. Dotados de Libertad y en un marco de Igualdad entre ellos, la Fraternidad es el valor en el que convergen y se realizan en toda su plenitud los dos principios anteriores.
Para un Masón de Rito Francés, no existe separación alguna entre la Fraternidad entre los Francmasones y la Fraternidad de éstos con la Humanidad en su conjunto.
Siguiendo este correlato, la acción de perfeccionamiento moral, ético, espiritual y social que la Masonería aporta al Masón no debe ser del dominio exclusivo de éste para convertirlo en una suerte de élite, sino que los principios aprendidos y aprehendidos deben ponerse al servicio del máximo objetivo de la liberación social de todos y cada uno de los seres que forman el género humano.
Es por ello que la acción social y cívica se convierte en un imperativo ético y moral para cualquier Masón que practique el Rito Francés de tal modo que en su camino de perfeccionamiento personal, el trabajo socialmente activo y comprometido, se convierte en un imprescindible deber y en una parte esencial del Método Masónico.
Esta particularidad, es quizás el elemento clave que aporta un mayor valor añadido a la práctica de la Masonería de Rito Francés marcándolo con un sello distintivo más característico.
Nuestro campo de acción es el Ser Humano y la Humanidad entera y nuestro propósito es contribuir activamente a alcanzar su completa liberación moral, ética, intelectual, espiritual y social. Distintos prismas y distintos objetivos, que los Masones de Rito Francés concebimos como un inseparable todo y que constituye nuestra última razón de ser.
La Obra de la Ilustración es, en los tiempos que nos han tocado vivir, una tarea a medio hacer y que hay que completar.
A la Gran Obra de la Masonería le queda aún un largo trecho que recorrer para culminar su objetivo fundacional y el Rito Francés ofrece a los Masones que lo practicamos, un Método y una práctica revolucionaria que conformará los pilares de una nueva Humanidad de un tiempo aún por venir.
En este común objetivo, en tanto que Centro de Unión, estamos unidos todos los Francmasones, con independencia del Rito con el que trabajamos.
Prometeo (M.·. M.·.) - R.·.L.·. Icària. Or.·. de Barcelona