Un árbol espléndido se puede convertir en una espléndida fuente de inspiración… y de desahogo. Aquí tenéis el relato-reflexión que he compartido con la comunidad de ‘Salto al reverso’. Espero que os invite a reflexionar.
Proyectos, obligaciones, apariencias, sonrisas, agobios, cabreos, sueños, alegrías, frustraciones… Azules, grises, rojos, negros, blancos, verdes… Perseverancia, impaciencia, prisa, agotamiento, duda, esperanza, dispersión, confianza…
Esa sensación de que el tiempo se evapora sin haber sido capaz de aprovecharlo; las musas que vienen y van; las ganas de abarcar tanto y comprobar que no hay horas para todo, que hay que priorizar; más sueños, más dudas; días en que te comes el mundo y otros en que no dejas de preguntarte si de verdad vale la pena… Y te dices que sí, que hay que tirar para adelante, que hay que seguir aprendiendo, echando horas, invirtiendo trabajo y pasión, porque al final, no se sabe cuándo ni cómo, el esfuerzo recibirá recompensa.
Y miras alrededor. Y ves que el mundo está loco. Que nos lo estamos cargando a la misma…
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