Cuando sufres las experiencia de un robo, cambian muchas cosas a tu alrededor. La primera, la percepción. Se altera de una forma muy llamativa. De repente, prestas excesiva atención a detalles que antes pasabas por alto .Todo se magnífica. Todo se analiza.
Otra cosa que se altera es la ingenuidad. Hay quien lo llama confianza. En caso de robo, pierdes la confianza y esa firme convicción de que todo el mundo es bueno. ¿Por qué van a hacerte daño?
También se desequilibra la intimidad. Tú, que estabas tan tranquilo en tu espacio, ahora vives con una sensación de vaivén que pasa de la invasión al vacío… Nadie supera fácilmente un robo…
Y, lo peor, es que no hay condena para estos ladrones.
Se pasean por las calles, impunemente. Saben que no hay autoridad que pueda detenerlos.
Roban los corazones, a manos llenas. De todos los tipos, de todos los colores aunque su pieza más preciada es ese corazón de oro que dicen que late en tu pecho…
Ten cuidado.