Poda de primavera:
La poda de primavera os recomendamos que la hagáis a finales de febrero o principios de marzo. Si la zona en la que vivís es de clima suave, sin fuertes heladas, podéis realizarla en invierno. Ésta poda sirve fundamentalmente para darle forma a nuestro rosal y para conseguir una buena floración. Pretendemos conseguir una forma de vaso, así que eliminaremos todas las ramas que queden en el interior del rosal para evitar problemas mecánicos. Así conseguimos que ninguna rama entorpezca el crecimiento de otra y que el aire y el sol lleguen a todos los puntos de nuestro rosal favoreciendo su crecimiento. Nos desharemos también de las ramas dañadas, secas y débiles. El resto de las ramas las podaremos de forma que nos queden por debajo unas tres yemas por lo menos y haremos un corte inclinado hacia el lado opuesto a la yema (evitamos que el agua se quede en el corte y se produzcan pudriciones u otras enfermedades) un centímetro por encima de ésta.
Debemos cortar también los brotes del año anterior, si no se volverán leñosos y no conseguiremos flores, ya que sólo florecen los tallos verdes que han crecido ese mismo año. Recuerda que necesitarás unas tijeras de podar bien afiladas para hacer un corte limpio y evitar la rotura de las ramas, y que tras su uso deberás lavarlas con agua y jabón para evitar infecciones. Por último tendremos que abonar, para equilibrar las posibles carencias de nutrientes de nuestro rosal.
Poda de verano:
En realidad es una poda de mantenimiento, consiste en ir cortando las flores marchitas y ramas y hojas dañadas o secas. Únicamente tenemos que tener en cuenta cómo hacer el corte: cortaremos las flores por encima de la primera hoja con 5 pétalos para asegurar así nuevas flores.