El rostro de Bolívar

Publicado el 07 abril 2014 por Clarena Roux @clarenaroux
Así describen a Simón Bolívar quienes lo conocieron









Este es el verdadero rostro de El Libertador porque es máscara mortuoria. La nariz delgada y el mentón sobresaliente son muy diferentes a lo que nos quiere vender el gobierno.




Este retrato de Meucci tiene el mérito de haber sido considerado por el entonces coronel y edecán del Libertador, Belford Hinton Wilson como “la mejor y única buena interpretación” del Libertador

Y AQUÍ EL BOLÍVAR CHAVISTA.... EN NADA SE PARECEN!





En esta aproximación de la figura y el semblante del Padre de la Patria, Simón Bolívar, mostramos a nuestros distinguidos lectores, cómo lo vieron quienes convivieron con él, pese a los maquillajes de sus apologistas y detractores.
El Libertador no representó esa figura enaltecida y ensalzada de los pintores y escultores de la época.
Fue un hombre normal, con rasgos muy criollos, aunque don Alfredo Boulton, en Los Retratos de Bolívar, asegura que “queremos dejar constancia de que en su rostro (el del Libertador) no se percibían características del negro o del indio”. 

El general José Antonio Páez, en su Autobiografía, indica que Bolívar era un hombre “común y corriente”. 

El general Daniel Florencio O’ Leary, edecán del Libertador, apunta que “no fue precisamente simpático ni agradable al trato”.
Se ha dicho, entre ellos el historiador Luis López de Mesa, que Bolívar “No fue un Apolo en apariencia”.
Las descripciones que nos legaron quienes lo conocieron, entre seguidores y contrarios, coinciden con rasgos y personalidad, mas insistimos, su grandeza reside en la obra legada. 

José Rafael Sañudo, en 1949, describió características interesantes del Padre de la Patria: .... “En realidad Simón Bolívar tenía un color de piel frecuentemente hallado entre los meridionales. Blanco, ligeramente dorado y quemado por la intemperie tropical. Todas sus facciones eran latinas y ya hoy en día es nulo el valor científico de querer señalar rasgos faciales característicos de una u otra raza. Era innegablemente un producto americano”...
El Bolívar de Páez
...“Bajo de cuerpo; un metro con sesenta y siete centímetros. Hombros angostos, piernas y brazos delgados. Rostro feo, largo y moreno. Cejas espesas y ojos negros, románticos en la meditación y vivaces en la acción. Pelo negro también, cortado casi al rape, con crespos menudos. Las patillas y los bigotes se los cortó en 1825. El labio inferior protuberante y desdeñoso. Larga la nariz que cuelga de una frente alta y angosta, casi sin formar ángulo. El General es todo menudo y nervioso. Tiene la voz delgada pero vibrante. Y se mueve de un lado a otro, con la cabeza siempre alzada y alertas las grandes orejas”. ... “El General es decididamente feo y detesta los españoles”...
El General en 1829.
Descripción atribuida a Páez. Interpretación de Santiago Martínez Delgado. Revista Vida, Nº 19. Bogotá
Bolívar según Ducoudray-Holstein 1829. Detractor del Libertador
“El General Bolívar en su aspecto exterior, en su fisonomía, en todo su comportamiento nada tiene de característico o imponente. Sus maneras, su conversación, su conducta en sociedad, nada tienen de extraordinario, nada que llamara la atención de quien no lo conociese. Al contrario, su aspecto exterior predispone en su contra.
Su estatura es de cinco pies, cuatro pulgadas; largo el rostro, chupadas las mejillas; la tez, de un moreno lívido. Los ojos son de tamaño mediano, muy hundidos. Muy poco cabello le cubre el cráneo. Todo él es flaco y desmedrado. Pero a él le presentan un aspecto feroz y amenazante, en especial cuando monta en cólera. Entonces se le animan los ojos, gesticula y habla como demente”.
El Libertador según O´Leary Angostura, 1818
...“Bolívar tenía la frente alta pero no muy ancha y surcada de arrugas desde temprana edad -indicio del pensador- Pobladas y bien formadas las cejas; los ojos negros, vivos y penetrantes; la nariz larga y perfecta. Los pómulos salientes; las mejillas hundidas desde que le conocí en 1818. La boca fea y los labios algo gruesos. La distancia entre la nariz a la boca era notable. Los dientes blancos, uniformes y bellísimos; cuidados con esmero; las orejas grandes pero bien puestas; el pelo negro, fino y crespo; lo llevaba largo en los años de 1818 a 1821 en que empezó a encanecer y desde entonces lo usó corto. Las patillas y bigotes rubios; se los afeitó por primera vez en Potosí en 1825. Su estatura es de cinco pies, seis pulgadas inglesas. Tenía el pecho angosto y el cuerpo delgado, las piernas sobre todo.La piel morena y algo áspera. Las manos y los pies pequeños y bien formados, que una mujer habría envidiado. Su aspecto, cuando estaba de buen humor, era apacible, pero terrible cuando irritado; el cambio era increíble. Bolívar tenía siempre buen apetito, pero sabía sufrir hambre como nadie. Hacía mucho ejercicio. Nunca he conocido a nadie que soportase como él las fatigas”.
Bolívar según el Coronel inglés Hippisley
San Fernando de Apure, mayo de 1818
...“Pude observar con atención al general americano mientras él hablaba con mi intérprete. Si consideraba yo todo cuanto había oído hablar de él, se me hacía difícil identificarlo con la persona que ahora tenía ante mis ojos.
Bolívar es hombre de mezquina apariencia, a quien le darían cincuenta años de edad y no cuenta más que treinta y ocho.
Tiene cinco pies, seis pulgadas de estatura; es flaco y pálido; el rostro alargado ofrece todos los síntomas de la inquietud, de la ansiedad y hasta podría agregarse del desaliento y la desesperación.
Daba la impresión de haber experimentado grandes fatigas. Sus grandes ojos oscuros que otrora eran brillantes, aparecían en aquel momento apagados y abatidos.
Llevaba los cabellos negros atados con una cinta en la parte posterior de la cabeza. Lucía grandes bigotes negros y ostentaba un pañuelo negro alrededor del cuello; vestía casaca militar, pantalones azules y botas con espuelas…
En medio de la pieza estaba suspendida una hamaca sobre la cual Bolívar tan pronto se sentaba como se acostaba o inclinaba mientras yo estaba hablando, porque raramente se mantenía dos minutos en la misma posición”.
José de San Martín
Guayaquil, julio de 1822
... “El General Bolívar demostraba tener mucho orgullo, lo que me parecía en contradicción de no mirar nunca de frente a la persona que lo hablaba, a menos que fuese muy inferior a él.
Pude convencerme de su falta de franqueza en las conferencias que tuve con él en Guayaquil, porque no respondió de modo positivo a mis proposiciones sino siempre en términos evasivos. El tono que usaba con sus generales era en extremo altanero y poco apropiado para conciliar su afecto.
Por lo demás, sus maneras eran distinguidas y revelaban la buena educación que había recibido.
En cuanto a los hechos militares de ese general, puede decirse que le han merecido, y con razón ser considerado como el hombre más asombroso que haya producido la América del Sur. Lo que le caracteriza por sobre todo y forma, por así decirlo, su sello especial, es una constancia a toda prueba, que se endurecía contra las dificultades, sin dejarse jamás abatir por ellas, por grandes que fueran los peligros a que se hubiese arrojado su espíritu ardiente”.
Retrato de Bolívar según
el cura realista José A. de Torres y Peña 1816

“...el otro mozo con aspecto feroz, amulatado, de pelo negro y muy castaño el bozo; inquieto siempre y muy afeminado, delgado el cuerpo, y de aire fastidioso, torpe de lengua, el tono muy grosero, y de mirar turbado y altanero.
Este Bolívar era, según dicen, los que el infame monstruo conocieron”.
Cómo vio Morillo al Libertador
Extraído de Bolívar Hoy,
de Arturo Uslar Pietri
El general español Pablo Morillo, llegó a Venezuela al frente de la mejor y más numerosa expedición de tropas peninsulares jamás vista en América.
“Alma indomable, a quien le basta un triunfo, el más pequeño, para adueñarse de quinientas leguas de territorio... Bolívar es el jefe de más recursos y no hallo cómo ponderar su actividad. Mucha fuerza se necesita para vencer a estos rebeldes que no desmayan con ninguna derrota y que están resueltos a morir antes que someterse... Nada es comparable a la incansable actividad de este caudillo... Su arrojo y su talento son sus títulos para mantenerse a la cabeza de la revolución y de la guerra”.
Luis Perú de Lacroix,
Bucaramanga 1828
El general en jefe Simón José Antonio Bolívar cumplirá cuarenta y cinco años el 24 de junio de este año. Representa, sin embargo, cincuenta.
Su estatura es mediana, el cuerpo delgado y flaco; los brazos, los muslos, y las piernas descarnados.
La cabeza larga, ancha en la parte superior y muy afilada en la parte inferior. La frente grande, despejada, cilíndrica y surcada de arrugas hondas cuanto el rostro no está animado y en momentos de mal humor y de cólera.
El pelo crespo, erizado, abundante y canoso. Los ojos, que han perdido el brillo de la juventud, conservan la viveza de su genio: son profundos, ni pequeños ni grandes; las cejas espesas, separadas, poco arqueadas y más canosas que el pelo.
La nariz proporcionada. Los huesos de los carrillos agudos y las mejillas chupadas en la parte inferior. La boca algo grande y saliente el labio inferior; los dientes blancos y la risa agradable.
La barba larga y afilada. El rostro moreno y tostado, y se oscurece más con el mar humor; entonces el semblante cambia, las arrugas de la frente y de las sienes se tornan más profundas, los ojos se achican, el labio inferior se pronuncia más y la boca es fea; en fin aparece una fisonomía diferente, un rostro ceñudo que manifiesta pesadumbre, pensamientos tristes e ideas sombrías.
Cuando está contento, todo esto desaparece; la cara es risueña y el espíritu del Libertador brilla sobre su fisonomía. Su excelencia no usa ahora bigotes ni patillas. Tal es el retrato físico del Libertador.
Perfil del Libertador Por François Désiré
Roulin 1828

Tenía la cabeza de regular volumen pero admirablemente conformada, deprimida en las sienes, prominente en las partes anteriores y superiores, y más abultada aún en la posterior. El desarrollo de la frente era enorme, pues ella sola comprendía bastante más de un tercio del rostro… tenía los cabellos crespos y los llevaba siempre divididos entre una mecha enroscada sobre la parte superior de la frente… como tenía profundas las cuencas de los ojos, estos, que eran negros, grandes y muy vivos, brillaban con un fulgor eléctrico, concentrando su fuego cual si sus miradas surgiesen de profundos focos.
Después de 1830
Por José Manuel Restrepo

“Bolívar era de estatura mediana, de cuerpo seco y descarnado cuando joven, de un color blanco y de hermosa tez; pero después de sus campañas estaba moreno y pálido. Era oval su cara, sus ojos vivos y penetrantes, y su imaginación ardiente”.
Reflexión
Cabe destacar la intención del Gobierno nacional de ordenar la sustitución de la pintura republicana por el nuevo rostro 3D, con lo cual se acabaría el conocimiento de esta estética del Libertador.
En este sentido, la lectura de estos textos, los cuales respetan la esencia de los autores, contemporáneos de Bolívar, permiten al lector armar su propio perfil del Padre de la Patria, quien, más allá de un rostro, fue un hombre, un héroe, pero ante todo, capítulo fundamental de la historia venezolana. 

Bolívar no posó para retratos 

El Libertador, según numerosos libros, le escribió al célebre pintor José María Espinosa: “¿Usted pretende que yo sea una estatua?” El artista colombiano se vio obligado a realizar visitas periódicas al recinto donde se encontraba Bolívar, para poder obtener buena parte de la iconografía que conocemos hoy.

Afirma el escritor e investigador Oscar Padua, que una de las razones más aceptadas por el cual Bolívar nunca posó para un pintor, es que siempre estaba ocupado, planificando batallas o imbuido en los avatares de la política.
Comenta con estupor ¿por qué debemos aceptar la imposición de esta nueva imagen de Bolívar que ostenta el maquillaje de un personaje de película, frente al Bolívar que desde niños guardamos en nuestro imaginario?
A juicio de Padua, el Gobierno pretende enviar a la basura la regia imagen del Libertador obsequiada por el pintor limeño José Gil Castro, que el mismo Bolívar acreditó como “retrato mío hecho con la más grande exactitud y semejanza” y que más tarde obsequió a su hermana María Antonia.