El acierto y, al mismo tiempo, la dificultad a la hora de leer este libro creo que radica en que está escrito en primera persona, como si el propio Nikolái Gógol nos narrara la historia, de tal manera que queda patente su, digamos, falta de cordura…
Comienza la historia desde que era pequeño y vivía en Ucrania con su familia, de la que varios miembros murieron prematuramente. El niño Nikolái ya es una persona enfermiza y en exceso sensible, ávido de cuentos y de historias sobre Rusia y los zares. A lo largo de la novela aparecerán relatos que la mente del escritor distorsiona una y otra vez otorgándoles difernetes finales en función de las circunstancias en las que se encuentra el propio Gógol. También nos narra episodios estrambóticos, que no sé si serán reales o no (con lo poco cuerdo que parecía estar, casi apostaría que sí), como aquel en el que conoce Pushkin, un poeta ya consagrado, con el que le unirá una gran amistad y que se convertirá en su protector en el mundo de las letras.
Así nos va narrando su paso por un colegio interno, por la decadente cuidad de San Petersburgo, en la que las personas actúan por su propio interés pisando a los demás; sus primeros escritos que resultaron ser un fiasco que incluso compraba él mismo en las librerías… Él cree que tiene la obligación de ayudar a Rusia, de mostrarla tal y como es para que el pueblo intente mejorar y ser una gran nación. Así consigue escribir su obra cumbre, Almas muertas, en principio pensada como una trilogía que nunca llegaría a finalizar.
Busca la inspiración para la segunda parte de su obra viajando por Europa, seguro también de que sus enfermedades -más psicológicas que reales- se curarán fuera de Rusia y de que logrará volver a estar en el punto de mira cuando termine el libro. Pero le sucede calamidad tras calamidad: comienza su fanatismo religioso, escribe una obra basada en la correspondencia que mantiene con diversas personalidades rusas que recibe la peor crítica, tanto de los diarios como de sus propios corresponsales, que se sienten ultrajados al ver cómo se han utilizado sus cartas privadas y, falto de cordura ya, empieza a pensar que las personas que han sido sus amigos actúan en su contra a escondidas.
Peregrina a Jerusalén, quema sus manuscritos de la continuación de Almas muertas y acaba muriendo de inanición por ayuno voluntario…
Parece que era un demente con suficientes momentos de cordura como para crear obras maestras de la literatura rusa (suena raro, sí). Su enfermedad ¿mental? le fue consumiendo y en esta “autobiografía” queda patente cómo veía las cosas y distorsionaba la realidad. Es por ello una narración extraña donde se mezclan pasajes normales con otros desubicados en la cabeza de Gógol. Ahora me ha picado el gusanillo de leer alguna obra suya, de Nikolái Gógol, aquel que quería hacer más grande a Rusia.
Título: El rostro de Gógol Autor: Kjell Johansson Editorial: Nórdica libros Encuadernación: Rústica ISBN: 978-84-92683-32-1 Páginas: 376 Precio: 21′95€ RETO: 15 caracteres