Caía la tarde y me acerqué a la sala de exposiciones que la Comunidad tiene en Alcalá 31. Frío de diciembre. Una magnífica exposición, desapercibida, sobre el rostro de las letras. Aquella España de la que todos somos nietos. La España moderna, que se hizo, con problemas, entre 1830 y 1930. Una instantánea magnífica de la calle Alcalá a mediados del XIX. Y los retratos de todos aquellos que, de una u otra manera fueron los nuestros. Y lo fueron porque, aunque los combatiéramos, compartían nuestros códigos. Por eso un adversario nunca es un enemigo. Una muestra deliciosa, para ver mientras uno hojea las máscaras del héroe. O las Armas y las letras. Para mirar antes de darse una vuelta por el café de chinitas...