El Ruido y la Furia de William Faulkner

Publicado el 28 febrero 2011 por Vivian

“La armonía en el caos”, esa sería mi definición de “El Ruido y la Furia”, un libro creado de pensamientos, transcripciones de palabras pensadas, nunca pronunciadas, materializadas gracias a la pluma del escritor.
Personajes que piensan, sienten, reflexionan… De pensamientos a recuerdos, de recuerdos a reflexiones… Tal vez para algunos un discurso de pensamiento difícil de seguir, pero para mí tan familiar como el reflejo de mi cara en un espejo.
Inspirado en un verso de “Macbeth” de Shakespeare (el discurso de un idiota) “El Ruido y la Furia” puede resultar un libro difícil de leer si nos acercamos a él con la mentalidad con la que leemos cualquier libro al uso, es por eso que en este caso más que en ningún otro creo importante, sino vital, hacerse con una edición con un buen prólogo, que nos de las claves de su estructura antes de empezar a leer. (Soy una ferviente defensora de los prólogos, esa parte de los libros sumamente interesante la mayoría de las veces y que casi todo el mundo se salta).
Un retrasado, un suicida enamorado platónicamente de su hermana, una hermana díscola con ganas de escapar, un hermano tirano y egoísta, una madre chantajista emocional, una familia de negros que cuidan de esa familia que no es la suya como si fuera la suya, o aún más que a la suya propia… Todos estos personajes irán apareciendo.
A la mayoría los conoceremos desde su interior, desde las cosas que no dicen. A otros desde lo que sí dicen pero sus actos contradice.
Un collage fascinante, una lectura que atrapa.
Con “El Ruido y la Furia” de William Faulkner me pasó algo que sólo me ha pasado con “La Montaña Mágica” de Thomas Mann, ese sentimiento de estar frente a alguien que te comprende. No tiene que ver con algo a nivel intelectual, ni siquiera espiritual, tiene más que ver con ese instinto que hace que un animal reconozca a otro de su misma especie. Y ese sentimiento se afianzó a medida que iba leyendo el libro, sobretodo al ir descubriendo el trato que Faulkner daba a los personajes, los más nobles tienen ese pensamiento en apariencia divagante, mientras que los más mezquinos y ruines tienen un pensamiento más lineal y aparentemente coherente. Fue como sí Faulkner, desde donde quiera que esté hiciera un guiño cómplice a través de su libro.
Sí William, capté el mensaje.