Todos somos sensibles a este pequeño cambio, y los niños también: alteramos su horario de sueño y de alimentación, y durante alrededor de 2-3 días es probable que estén algo más irritables.
¿Qué podemos hacer para minimizar los efectos de este cambio?
- En primer lugar, hacerlo de modo progresivo, es decir: podemos ir aproximando un poquito los horarios de las rutinas desde el viernes. Por ejemplo, adelantar a los niños y niñas la cena haciéndola algo más ligerita, madrugando un poquito más para facilitar que concilien el sueño en el momento de llevarlos a dormir, etc.
Así beneficiaremos su descanso y su capacidad de concentración.
- En segundo lugar, hemos de preveer planes de ocio que permitan disfrutar las horas de luz, sin condicionarlas desde el comienzo al anochecer porque estaremos dilatando el resto de rutinas una hora completa. Eso sí, podemos hacerlo de modo progresivo durante algunos findes de semana. Seamos positivos y mostrémonos activos.