Uno de los placeres de la vida, además de la comida, es el viajar. Para mí es algo esencial y de esas experiencias en las que siempre aprendes algo. Hace poco estuve en Fuengirola, un rincón delicioso, con costa y por supuesto, con una gastronomía a descubrir. En concreto, os voy a presentar un lugar con el que yo me quedé encantada y que se llama El Descorche.
Parece una tontería, pero visitar diferentes ciudades, convivir con personas de distinta mentalidad, descubrir nuevas costumbres..., todo ello favorece a que nuestras mentes sean más abiertas y que incluso nuestra capacidad de empatizar sea cada vez mayor. Dejamos atrás los tópicos y clichés y nos creamos una propia visión del mundo, la cual siempre será mejor que la que nos pintan otros. No hace falta irse al extranjero para tener estas vivencias, nuestro propio país ya nos aporta diferentes escenarios o diversidad de ámbitos para evolucionar, en mi opinión, como personas. Siempre hay algo o alguien nuevo que descubrir.
En mi caso, siempre que puedo me pego una escapadita y tampoco a un lugar muy lejano. Por ejemplo, yo suelo vivir a caballo entre Cádiz y Sevilla, así que ir hasta Fuengirola tampoco requiere hacer muchos kilómetros. A veces, también suelo pasar temporadas en Burgos, pero bueno, vamos a centrarnos hoy más en la parte andaluza.
Fuengirola es una ciudad que se nota que posee bastante turismo internacional. Yo fui en invierno y claramente, como enclave costero que es, es una ciudad preparada para la temporada de verano. Me encantó la cantidad de tiendas y pequeñas boutiques que tienen, pues se nota que es una ciudad a la que vendrías a comprar. No soy una persona consumista, pero sí es cierto, que este municipio malagueño está preparado para gastar dinero, que es algo, que a todos nos gusta de vez en cuando.
Entre visita cultural y tiendas, llegó la hora de comer y nos fuimos en búsqueda de un bar típico de la zona, ya que la ciudad está repleta de franquicias de comida rápida y no soy yo muy dada a ir a estos sitios cuando viajo, ya que quiero descubrir nuevos lugares, como fue El Descorche.
Este sitio tiene tanto terraza, como comedor e incluso mesas de estas altas con taburetes para comer. Tiene una amplia variedad en la carta y encima a un precio muy asequible. Además, una de la cosas que me gustó más de este sitio, es que también apuesta por lo ecológico y la comida vegana, vegetariana, etc. Yo no soy exclusiva de esto, pero sí que me gustan las combinaciones que se suelen hacer con estas filosofías gastronómicas y me encanta catarlas.
Durante mi estancia allí probé el pollo al chilindrón con arroz meloso y un toque de almendras, que era la tapa que exponía El Descorche para la V cazuela de la abuela, que era una ruta gastronómica que se estaba realizando por aquellos días en Fuengirola. También probé estas tostas de salmorejo y boquerones en vinagre.
Los bocados de atún con zanahoria y calabacín estaban de vicio, así como su salmón, maridado en una riquísima salsa, que no recuerdo bien su nombre, pero que estaba deliciosa y tenía ciertos toques cítricos. Ambos platos reflejaban que sabían cocinar el pescado a la perfección. Además, nos pusieron también una fideua hecha con frutos del mar que me encantó, porque tenía un sabor intenso riquísimo.
Continuamos con lo que ellos llamaban "Miguelito", un montadito de bacon, lomo y huevo y con unos bocadillitos de pringá, realmente deliciosos. Estos últimos me los tomé con un buen plato de puchero/cocido, o como lo llaméis cada uno en vuestra tierra, que estaba rico rico.
Y de postre, que muchas veces me decís en los comentarios: «¿Y el postre? ¿No te lo has pedido? Nos gusta saber qué tal». Pues aquí os lo dejo. Desde un flan casero de queso, pasando por una macedonia de frutas y acabando en una estupenda tarta de chocolate y una extremadamente perfecta crema de lima, que recomiendo cien por cien.
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