Porque el séptimo arte también es eso: un viaje en la vida de otras personas, de otras ciudades, de otros países. Gracias a las películas podemos irnos a la otra punta del mundo, sentados cómodamente en una sala de cine en la esquina de nuestra calle.
Pero hacer un viaje tampoco significa irse lejos. Personalmente, por solo estar encerrada en un coche con buena música y conducir por las carreteras me va bien para ser la persona más feliz del mundo. Me gusta mucho hacerlo en mi pequeña ciudad de Bretaña como he disfrutado hacerlo también en los desiertos del Nevada, del Néguev o de las costas de California y del este de Australia. Pero gracias al celuloide he hecho todo tipo de viajes: en coches de lujo, en caballo, en tren o aún en tractor, descubriendo paisajes y películas inolvidables.
Les
invito a dar una vuelta por el mundo y no hace falta ponerse el
cinturón, solo abrir bien su corazón a lo incógnito.
Empezamos
por un país donde sueño ir desde siempre pero que todavía (a saber
¿por qué?) no tengo la suerte de conocer: Italia.
De
muy pequeña, el primer encuentro inolvidable que he tenido con la
bota más conocida del mundo fue a través de una película que fue
durante décadas una de la más taquillera de toda la historia del
cine francés: Le Corniaud (El Tonto,1965) del celebre
director de comedias Gerard Oury. Narra las aventuras de un chico con
cara de inocente (de tonto), contratado por la mafia para conducir
una Cadillac entre el Sur de Italia y París. Lo que él no sabe es
que el coche contiene kilos de cocaína, oro y el diamante más gordo
del mundo. El resultado no solo es una comedia hilarante también es
un viaje veraniego por ciudades desbordantes de Dolce Vita.....
Años más tarde descubría el gran cine italiano y me enamoré profundamente de las obras de un hombre en particular: Federico Fellini. Gracias a él y a películas poéticas como La Strada (1954) he podido seguir mi viaje en las carreteras italianas, acompañada de todas las emociones posibles: gracia, rabia, felicidad y tristeza.
Seguimos nuestro viaje en el norte de Europa con el primer (y supongo único) roadmovie en silla de ruedas, una comedia maestra de humor negro, del año 2004, dirigida por dos locos, Benoît Delépine y Gustave Kervern, Aaltra Dos vecinos (los directores mismos) se odian y durante una pelea entre ellos, acaban teniendo un accidente con una máquina agrícola. Heridos, se encuentran ambos en silla de ruedas y deciden irse así hasta Finlandia (donde está la sede de la empresa de la máquina) para pedir una indemnización. El director finlandés Aki Kaurismaki aparece en las últimas imágenes de esta obra no convencional.
Por supuesto, Estados Unidos es seguramente el país donde se puede viajar más gracias a las películas. Una de las más conocidas es Easy Rider (1969) de Dennis Hopper, homenaje en motocicleta a la libertad, en el sentido noble de la palabra y no en el sentido que le quieren dar los americanos más conservadores.
En
1999, David Lynch nos sorprendió con una película muy bonita y a
miles de kilómetros de sus otras creaciones: The straight story,
historia de un señor mayor que viaja entre Iowa y Wisconsin
en su tractor para visitar a su hermano.
California
es un estado fantástico para pasear por todos lados. En Sideways
(2004), Alexander Payne nos ofrece momentos universales de
amistad y un viaje en tinto y blanco con degustación de vinos.
Arizona ha sido y sigue siendo un estado de mucho rodajes y me gusto particularmente la originalidad de Big River (2005) de Atsushi Funahashi, co-producción de Japón, Pakistán y Estados Unidos, arco iris de culturas lejanas en todos los sentidos.
Seguramente
una de las películas más conocidas rodada en esta zona, es el dúo
infernal formado por Thelma
& Louise
en 1991 (Ridley Scott).
Nos
acercamos a América Central...
En
1984 el extravagante Wim Wenders nos hace descubrir un otro París,
lejos de los clichés de la capital europea, el pueblo de Paris,
Texas, cuento melancólico y colorado sobre la perdida de un amor
absoluto.
Más
de 20 años después, el confirmado actor Tommy Lee Jones nos regala
su primera obra como director, caminando en caballo hasta México
en los Three burials of Melquiades Estrada, sorprendente
homenaje a la amistad y estupenda ilustración de la locura humana.
Hemos
pasado la frontera y ya hemos llegado a México,
país que tendré la suerte de conocer dentro de pocos meses. Es un
territorio que podré descubrir de muchas maneras diferentes y quizás
me gustaría hacerlo como Luisa (Maribel Verdú) en Y
tu mama también (Alfonso
Cuarón, 2001), de manera tan sensual e inesperada.
Para explorar América Latina, nada más que subir en la moto del Che Guevara en Diarios de Motocicleta (Walter Salles, 2004) y pasar por diferentes países en una misma película.
Qué
tan lejos (Tania
Hermida, 2006) es una de las
(desgraciadamente) pocas películas hechas en Ecuador,
encuentro de carretera femenino entre una chica ecuatoriana y otra
española.
Siguiendo
con el tema gay, cruzamos el Pacífico y llegamos al otro lado del
mundo, Australia. Cruzamos
el Northern Territory con las graciosas Adventures of Priscilla,
Queen of the desert (Stephan Elliott, 1994), locura de colores
entre el musical anti-Abba y un viaje en el mundo de los travestis.
Una
de las mejores manera de dar la vuelta por el mundo en menos de dos
horas es probablemente con Night on Earth (1991) de Jim
Jarmusch pasando una noche en un taxi de Los Angeles, Nueva
York, París, Roma y Helsinki.