"The Times" no llega a tanto, pero lo fulmina considerándolo "un temerario y autocrático" que ha disparado "su última bala".
El actual sanchismo está tensionando demasiado la vida de los españoles y está causando daños e injusticias que son difíciles de soportar por las personas decentes y demócratas que pueblan la nación española: beneficios injustificados y arbitrarios para los vascos y catalanes, como pago de su apoyo al gobierno de Sánchez, menos dinero y recursos para las autonomías gobernadas por la derecha, mentiras y engaños casi diarios, incumplimiento de promesas, despilfarro ofensivo, pésima política económica que hace avanzar la ruina, endeudamiento atroz, pérdida de derechos ciudadanos, apoyo a criminales como los Okupas, ladrones de viviendas e inmigrantes ilegales, mejor trato para los inmigrantes que para los españoles, desprecio a las víctimas del terrorismo, impuestos injustos y abusivos, asalto al poder judicial, una obsesión enfermiza por acumular poder y por financiar con dinero público la compra de voluntades, medios de comunicación y votos y una alianza absurda y perversa de gobierno que ha incorporado a comunistas, separatistas, golpistas y amigos del terrorismo asesino.
Para muchos españoles, el enorme cúmulo de errores, abusos, arbitrariedades y destrozos que provoca Sánchez ponen en peligro la unidad, la convivencia y la paz, además de provocar serios daños a la economía y a la cohesión de la nación. Algunos creen que los daños del sanchismo preparan el ambiente para auténticos conflictos civiles.
El diario Hispanidad ha publicado lo siguiente:
"A los que tienen esta preocupación no se les puede tachar de alarmistas, porque son muchas las actuaciones del gobierno de Pedro Sánchez y de los socios que le mantienen en el poder que provocan estas inquietudes. En verdad, no son pocas las manifestaciones de la izquierda que sostienen que su legitimidad se encuentra en la Segunda República, y por eso, unos por lo bajinis y otros más a las claras. están empeñados en cargarse el régimen del 78".
Hay síntomas inquietantes que recuerdan los años previos a la guerra civil, entre ellos el acoso al cristianismo, el exterminio de las clases medias, el poco aprecio a las empresas y empresarios y el estímulo, desde el poder, de la confrontación y la división en la sociedad, estimulando el odio entre derechas e izquierdas.
Francisco Rubiales