Durante el siglo XVII, época en la que nacieron muchas devociones en el territorio novohispano, en la península de Yucatán no fue la excepción. Según nos cuentan las leyendas, en la población de Ichmul, Yucatán un vaquero vio durante varios viernes de cuaresma como un árbol resplandecía, lo que le hizo ir a avisarle al cura del pueblo de tal portento, quien acudió al lugar para observar con sus propios ojos tal prodigio por lo que se decidió cortar el árbol y llevarle a la casa cural. Estando en resguardo en la parroquia no volvieron a suceder los extraños resplandores ni ningún otro suceso extraño, hasta que un día apareció un escultor y el párroco le pidió que esculpiera el madero, a lo que el artista le dijo que haría un Cristo. El escultor se encerró en una habitación y a la mañana siguiente al ir a buscarle el sacerdote, el joven había desaparecido dejando la imagen del Cristo terminada que había sido realizada en una sola noche (1), por lo que el Cristo fue puesto en el altar inmediatamente y la noticia de aquel prodigio se hizo tan famosa que muchos llegaban a pedirle favores a la imagen.
Hacia 1651 durante un novenario que se celebrara en el templo un incendio consumió por completo el lugar, lo que dio pie al nombre que lleva por título esta imagen, puesto que se realiza la maravilla de que las llamas respetan la imagen del crucificado, dejando solo como señas unas ampollas por todo el cuerpo del Cristo.
Al saber de este milagro de la preservación del Cristo, el obispo de Yucatán, Luis de Cifuentes y Soto Mayor decidió llevar al milagroso Cristo de Ichmul a la capital, Mérida, a pesar de la negación de los fieles de Ichmul. El obispo logró su cometido y al Cristo se le colocó en la catedral, en el altar de ánimas. El mismo obispo comenzó la realización de una capilla para contener la imagen, que fue terminada por su sucesor Luis Rodríguez de Villamil. Posteriormente un milagro hizo que la fama del Cristo creciera a un más, y fue el salvar a la ciudad de una terrible peste con lo que se instituyo una procesión en su honor en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
En 1717 el papa Clemente XI aprobó la Hermandad del Santísimo Cristo de las Ampollas y lágrimas de San Pedro en la catedral de Mérida. Durante el siglo XX en 1915 durante la persecución religiosa en la entidad a manos del gobernador Salvador Alvarado, la imagen del Cristo de las Ampollas fue destruida, por lo que la actual es una réplica que se mandó a hacer a Querétaro por orden del arzobispo Martín Tritschler y Córdova. Las festividades en honor al Cristo de las Ampollas se realizan entre septiembre y octubre con una gran afluencia de devotos y procesiones de cofradías y gremios que le tienen por patrón, los principales días son del 14-17 de septiembre.
(1) Hay que hacer notar que este milagro de la imagen que se realiza en una sola noche es algo muy común y repetitivo de ver en muchas advocaciones principalmente de Cristo y sobre todo las que son del periodo colonial, por lo cual puede ser que solo sea un agregado a sus leyendas para acrecentar el renombre de la imagen
Lic. André Efrén Ordóñez Capetillo
Tienes mucha razón en lo de la repetición del milagro en la hechura de la imagen. Tanto en la rapidez y desaparición del escultor, como en la procedencia de un arbol misterioso. Cuba tiene al menos, que yo conozca, dos casos, el Cristo de la Misericordia y el Cristo del Jacán, ambos en Matanzas.
Y quiero puntualizar que en este caso, la pregunta la realicé yo a nuestro querido André, intrigado por ese nombre "de las ampollas". André nos hace este regalito en forma de artículo, dos veces bienvenido: por el artículo en si y porque me socorre en mi habitual falta de tiempo. Gracias, André.
Ramón