La verdad es que se me hace un poco raro encontrarme aquí de nuevo, sentada delante del ordenador después de tanto tiempo, para escribir en el blog; ni siquiera estoy muy segura de si seré capaz de hacer fluir las palabras. Sin embargo, ahora que el embarazo está tocando a su fin, me producía cierta tristeza no haber plasmado en este sitio, que tantas veces me ha servido de desahogo, aunque solo sea algún retazo, de cómo he vivido este momento ta importante de mi vida.
Dicen que no hay dos embarazos iguales, y la verdad es que en mi caso así ha sido. Las naúseas y demás incómodos compañeros de viaje con los que me topé en mi primer embarazo, no han hecho acto de presencia en éste y a nivel físico, me he encontrado francamente genial. Por un momento, hasta llegué a pensar que era posible librarme de la “follonera” diabetes gestacional, pero no fue posible. Eso sí, esta vez, no sé si porque lo de dieta y ejercicio lo llevado a rajatabla desde conocer el positivo del test o por qué, pero no ha hecho falta recurrir a la insulina, lo cual para mí ha sido muy importante.
Pero realmente donde he notado la diferencia entre ambos embarazos ha sido a nivel emocional. El primero, a pesar de los miedos lógicos de primeriza lo viví serena, llena de felicidad, casi diría que con cierta inocencia. El tener una baja bastante larga me permitió estar centrada en informarme, en conectar con mi bebé, en cuidarme, en resumen, en disfrutar de mi embarazo; era el paradigma de la embarazada feliz. Nada que ver con el ritmo frenético que he tenido que llevar durante la mayor parte de este embarazo; el trabajo, la casa y sobre todo, un peque de más de dos años que absorbía todo mi tiempo y mi energía, y que ocupaba mi corazón y mi mente por completo, me hicieron mucho más difícil encontrar esa conexión. Pensaba, erróneamente, que al cogerme la baja y disponer de más tiempo, todo cambiaría, pero lo que pasó es que abrí la caja de Pandora y muchos temores que yo pensaba superados, pero que sólo estaban dormidos, afloraron con fuerza, sumiéndome en un mar de confusas sensaciones y obligándome a ir plantándoles cara uno a uno y enfrentarme a ellos.
Ha sido, está siendo, sin duda un camino de luces y sombras, de viajar a lo más profundo de mis emociones y de descomponerme en mil pedazos para reconstruirme de nuevo. Ha habido muchos momentos en los que he vuelto a sentirme aquella niña frágil y pequeña que salió de un quirófano y otros en los que parecía que esa diosa que todas llevamos dentro me hacía sentir fuerte y poderosa, capaz de todo.
A veces siento que la vida fuese como una gran espiral y es fácil quedar atrapado siempre en el mismo círculo, tropezando con los mismos obstáculos y repitiendo los mismos errores; sin embargo, si algo me ha traído este embarazo ha sido la certeza de saberme capaz de superarlos, de recorrer un mismo camino, pero con diferentes pasos, que me lleven a un nuevo horizonte, al siguiente círculo de la espiral. Y para ello ha sido fundamental el encontrarme rodeada de personas estupendas que me han dado sostén y me han acompañado durante este viaje, algunas que ya estaban a mi lado y otras que el azar, quién sabe si el destino, ha puesto en mi camino. Y sin duda ha sido fundamental también el prepararme, bueno prepararnos, mi pareja y yo, para el parto, pero no a nivel teórico como la otra vez, sino a nivel emocional; ha sido una experiencia muy enriquecedora y de la que hemos salido muy reforzados y a la que me gustaría dedicar un post más adelante.
Ahora que me encuentro a unas horas de cumplir las 40 semanas y deseando que llegue el momento en el que abrazar por fin, esa nueva vida que durante nueve meses ha ido gestándose dentro de mi ser, hago un poco de instropección y me doy cuenta, de que más allá de mi deseo de poder tener un parto normal y ofrecerle a mi hijo la mejor bienvenida posible a este mundo, si algo he aprendido en estos meses es que, pase lo pase lo que pase, suceda lo que suceda, YO VOY A PARIR A ESTE HIJO. Salga de mi cuerpo o través de una raja en mi barriga, quiero disfrutar de cada momento, estar conectada a él, acompañarle en el camino, ser consciente del milagro que ocurre ante mis ojos, de lo increíble y lo bello que es el nacimiento de una nueva vida.
Ojalá pueda estar pronto aquí de nuevo, compartiendo con vosotros ese momento.barazo