Título: El señor de la rueda
Autor: Gabriel Bermúdez Castillo, uno de los principales escritores de Fantasía y Ciencia-Ficción españoles. Notario de profesión, ya está jubilado, pero sigue en activo como literato, escribiendo, prologando obras y colaborando con editoriales. Tiene su propia web.
Año de publicación: 1979
Género literario: Es una historia de Ciencia-Ficción y Fantasía, con el desarrollo propio de una novela de Aventuras, y el tono de una novela de Humor, que la convierte en una obra satírica.
"El señor de la rueda", considerada un clásico imprescindible de la Ciencia-Ficción española, ha tenido, hasta el momento, cuatro ediciones. La primera, en Albia Ficción, cuya portada ilustra la reseña. La segunda, en 1986, en la "Biblioteca de Ciencia-Ficción" de Ediciones Orbis. La tercera, en 2003, en Gotas de Pulp. Y la cuarta, en 2014, en Ediciones Epicismo, que financió la edición mediante micromecenazgo y la publicó conjuntamente con un juego de rol, del que hablaremos.
Para comenzar, diremos que, como novela de Ciencia-Ficción, "El señor de la rueda" resulta atípica, pero no por ello menos sólida, pues la coherencia y la cohesión internas del mundo creado por Bermúdez Castillo son notorias. El autor nos presenta un mundo anónimo que se basa en los usos y costumbres de la época medieval, tal y como se ven reflejados en las novelas de caballerías, si bien llevadas a un extremo surrealista. Porque hay caballeros, damas, siervos y castillos, pero de una forma bastante particular.
En primer lugar, es un mundo sin poblaciones, pues la vida se desarrolla a bordo de enormes vehículos llamados castillocares, castillos feudales motorizados en los que damas y caballeros se consagran a las justas, los banquetes, la bebida y los encuentros amatorios, todo ello de manera desmesurada y voluptuosa. Todo es exagerado, excesivo, hiperbólico: Comilonas pantagruélicas, borracheras descomunales, y modales y cortesía afectados hasta el extremo, en una sociedad en la que las damas llevan la iniciativa en el amor y se considera de mala educación no lanzarles miradas lascivas o no mostrar deseo por ellas con procacidades y comentarios obscenos, que en ese mundo son el colmo del buen gusto y los modales para con el señor del castillo, que puede ofenderse si sus damas, incluso la suya propia, no son debidamente acosadas por el caballero visitante.
Los castillocares, que van creciendo y aumentando su complejidad en número de motores, dependencias, decoración y ajuar a medida que su señor gana justas y con ello notoriedad y puntos, tienen por única obligación la de no detenerse jamás. Incluso cuando acuden a un asteroide (un área de servicio donde canjear los puntos por combustible, ropas, comida, recambios...) circulan alrededor de él a baja velocidad. Todo transcurre en la infinita red de carreteras y autopistas, bautizadas como constelaciones (Andrómeda, Orión), donde damas y caballeros ignoran el paisaje y cuanto ocurra más allá de ellas, y que se encuentran bajo el auspicio y las leyes del rey Arturo Pendragón, señor y árbitro último de cuantas justas y querellas surjan entre caballeros, que vive en su castillo del Norte y se comunica con todos mediante radio.
Una baqueteada edición de Orbis (1986)
En este mundo tan particular, asistimos a una historia de aprendizaje, un bildungsroman clásico: El joven Peter es armado caballero, tomando el nombre de Sir Pertinax de Percutens, abandonando el castillocar de su padre y saliendo a la carretera en su patito (nombre que toman los pequeños vehículos de los caballeros que aún inician su andadura, poco más que una cabina de camión con un solo cubículo) acompañado de Mágico, su fiel y ya vetusto mecanoservus. Estos mecanoservus son robots humanoides que hacen la función de siervos o lacayos de los humanos, encargándose de conducir sus castillocares y servirles en cuanto sea menester.
En este aprendizaje y viaje físico y espiritual de Sir Pertinax, asistimos a sus visitas a otros castillocares, recibiendo la hospitalidad ineludible de otros señores, entregándose a los placeres lúbricos de la comida, la bebida, el sexo y al robo de motores y joyas (todo lo cual es debidamente elogiado por sus anfitriones), y justando con unos y otros, lo que le permite ganas puntos y ampliar su castillocar mientras gana renombre y gloria, convirtiéndose en un caballero célebre, temido y respetado.
"Se trataba de una pista gris oscuro, apenas capaz para dos castillocar, totalmente solitaria. Normalmente los vehículos preferían recorrer los cientos de avenidas disponibles, o incluso reunirse para girar jubilosamente en el Circo Máximo Norte, o en el Circo Máximo Sur, y hasta recorrer asombradamente la avenida mayor, la Autopista de la Galaxia, donde mayor número de encuentros se celebraban, y donde las ocasiones de amar y justar superaban a todo lo imaginable."
Castillocar. Ilustración para el juego de rol de Ediciones Epicismo
En segundo lugar, cabe destacar el trabajo de documentación de Bermúdez Castillo en todo lo referido a la heráldica (castillocares y patitos lucen los escudos de armas de caballeros y los losanges de las damas, que el autor describe con profusión de términos de dicho arte), y a las armas y armaduras medievales, así como al empleo, durante toda la obra, del lenguaje ampuloso, engolado y rimbombante que se atribuye al medievo y en concreto a las novelas de caballerías.
"Los mecanoservus de las familias visitantes acudían a recoger los borrachos y los residuos del banquete. A Lady Rowena, que también había acabado bebiendo demasiada cerveza y que estaba intentando arrancarle las ropas a Sir Danimor de Irande, tuvieron que sacarla entre dos de los mecanoservus, gritando y entonando a voz en grito delicadas canciones obscenas. Sir Flemontan, muy sereno, ya que sólo se tambaleaba un poco, estrechó la mano del nuevo caballero, y le hizo don de una letrilla báquica que había escrito aquella misma mañana."
Edición de Gotas de Pulp, del 2003
El punto de inflexión de la obra, y el momento en el que los lectores iremos teniendo constancia de qué ocurre realmente en el planeta donde transcurre la acción, es la aparición en escena de Jane Smith, una dama vestida con vaqueros y sudadera de algodón, con un indecoroso pelo corto, y que para mayor escándalo se halla detenida cuando Sir Pertinax la encuentra. Jane, Lady Jane en lo sucesivo, habla de una manera totalmente distinta a la propia de ese mundo (habla con nuestro registro, para entendernos) y procede de fuera de él. A partir de ahí, los lectores iremos conociendo la realidad sobre Arturo Pendragón, sobre la sociedad que protagoniza la novela y sobre el porqué de su existencia y de sus peculiaridades, lanzando Bermúdez Castillo la narración hacia una conclusión propia de la Space Opera, que convierte la novela, en cierta manera y con matices, en una historia de nave generacional.
Pero, por encima de todo, "El señor de la rueda" es una obra satírica, de humor, si bien el objeto de la sátira y la crítica social de Bermúdez Castillo no resulta unívoco, y hay tantas interpretaciones como lectores. Para unos, critica la obsesión por el vehículo privado que ya se instauraba en España por entonces. Para otros, parodia la novela de caballerías y el concreto el ciclo artúrico. Algunos la ven como una crítica a la sociedad hedonista, sin perspectiva de futuro más allá del ocio y la diversión en el momento. Otros no le buscan tres pies al gato y dicen que simplemente es una gigantesca broma, una novela humorística, y que como tal debe tomarse.
Edición de Epicismo, del 2014. La portada se combina
con la del juego de rol, creando una única imagen
En cualquier caso, es una novela muy divertida, escrita con ritmo y con oficio, con unas buenas secuencias de acción, narradas con pulso y con claridad; siendo una obra no demasiado extensa y original, con su lenguaje pomposo (pero no por ello difícil), su sociedad lasciva, su curioso sentido del honor y su modo de vida sencillo pero intenso, donde circular, justar y los placeres sin mesura son cuanto caballeros y damas precisan para ser felices, sin otra pretensión, sin planes ni más perspectivas que seguir haciéndolo hasta el infinito y, por supuesto, sin detenerse jamás, en el nombre de Arturo Pendragón.
El juego de rol: Como comentamos, Ediciones Epicismo, que financió su edición mediante la plataforma Verkami, realizó la edición simultánea de la novela y de un juego de rol basado en el universo creado por Gabriel Bermúdez. La edición, que contó con un prólogo del propio autor, combina ambas portadas, libro y juego, para crear una única imagen.
Existe un blog oficial, que si bien no se actualiza desde el 2014, tiene más información sobre el juego. Existen reseñas en internet, como esta, y un unboxing. Se comercializa en papel y en formato PDF con 304 páginas en blanco y negro. Y para los que sepan del tema (mis años de rol quedaron muy, pero que muy atrás) utiliza el Sistema de juego FATE.
Mecanoservus. Ilustración para el juego de rol
Esto sería todo sobre este gran clásico de la Ciencia-Ficción española, una deuda pendiente que tenía con el señor Bermúdez Castillo, de quien espero leer más obras en el futuro. Nos leemos!