El señor laporta, y la vuelta a los clásicos

Por Francisco Enrique Perez Ruiz-Poveda @PATXIPE


Ayer viendo el show que montó el Señor Laporta durante su comparecencia en los juzgados de primera instancia de Barcelona, negándose a declarar en castellano ante el abogado de la parte contraria, Mario Conde, y diciéndole que hablaría en catalán pero despacito, este vecino del mundo se acordó de esa famosa frase del Rey Enrique IV de Francia: París bien vale una misa, cuando tuvo que elegir convertirse al catolicismo para ser rey.

Al final, Laporta,  y tras salirse con la suya, que no era no declarar, aunque consiguió posponerlo  hasta otro momento en el que se le habilitara un traductor, sino salir en todos los medios de comunicación como garante de una lengua y de un país, no dudó apenas un cuarto de hora después de haberse negado, en hablar en castellano, con una sonrisa de oreja a oreja, pero esta vez delante de la prensa.
Y quedó retratado, pero no solo ante los periodistas sino ante el pueblo en general. Y es que todavía no lo ha confirmado, pero tiene toda la pinta de que para él ya ha comenzado la lucha electoral para conseguir el poder en el Barça otra vez. Y este vecino se ha imaginado que el Señor Laporta tiene a la entrada de su casa un perchero donde deja las lenguas que él domina, como si fueran bufandas, y antes de salir, tiene en cuenta el ambiente en que se va a mover y el traje que se pone, y luego elige una de las lenguas que más se ciña en ese momento y a su propósito.
Este vecino también se acordó de aquella cantante, no va a decir su nombre para poder hablar más libremente, que tras el incendio del Liceo de Barcelona no le dolieron prendas para pedir dinero a todos los españoles, mientras lloraba amargamente, para la reconstrucción de un centro, que si algo había sido era clasista y fundamental en el ADN catalán, y mientras, ella jugaba al despiste entre Andorra y la nada, actuando de prestidigitadora de sus bienes, en lo que a cuestiones de Hacienda se refiere.
Muchas veces para entender todo, hay que volver a los clásicos como Marx, Groucho Marx, y su célebre frase: Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros.*FOTO: DE LA RED