El sentido del universo lo marca el trayecto que discurre entre lo peor y lo mejor

Por Javier Martínez Gracia @JaviMgracia

“Lo que da a una actividad el carácter de humano hacer es, pues, nuestra voluntad o querer ejercitarla. Ahora bien, nuestro querer consiste siempre en querer algo, pero además, en quererlo por algo y para algo (…) El por qué queremos algo se llama el motivo de nuestro querer, (lo que) nos mueve a querer. El para qué nos movemos es la finalidad o fin (…) El por qué hacemos algo hay que buscarlo siempre en una situación en que nos encontramos, a la cual reaccionamos queriendo otra mejor y para obtener esa otra situación que ambicionamos, para hacerla, nos resolvemos a ejercer una actividad, a ejecutar una acción. Todo hacer humano es ininteligible si no procuramos descubrir y representarnos la ‘situación’ que lo ha provocado. ¡Quién sabe, quién sabe si en el por qué y el para qué del hacer humano se esconde la clave de un problema acaso el más fundamental de todos! (…) el hecho absoluto y misterioso de que en el universo exista eso que llamamos sentido, nous –lo inteligible como tal, lo que da ocasión a que entendamos o no entendamos (…) Abismático problema (…) Los haceres humanos posibles son infinitos y más o menos diferentes. Sin embargo (…) los elementos constantes son: ejecutar una actividad –el por y el para del hacer”[1].



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C, Tº 12, pp. 280-281.