Pues sí, ya han pasado 7 años de aquel maravilloso mediodía, en que mi hija decidió que era hora de conocerme en persona y vino al mundo con muchas prisas, casi sin darme tiempo de llegar al hospital, sin tiempo de llegar ni al paritorio, allí, en la cama, sin medicación ni anestesia. Las “rapidillas”, nos llamaron. ¿Aquella velocidad en su nacimiento fue presagio de su acelerada vida posterior? Pues la verdad, me pregunto si tendrá algo que ver y ya desde pequeña despuntaba maneras, jaja, mi niña torbellino que no para quieta ni un momento.
Este año ha sido especial, bueno, quizás más especial que años anteriores porque lo ha vivido con más nervios y más intensidad, aunque supongo que el próximo también será diferente a este. Como estos niños cada día aprenden más cosas, hace ya algún tiempo que controla “el tiempo”, los días, semanas, meses y años y ya es capaz de entender cuanto falta para un acontecimiento. Así que le gusta tener calendarios y apuntarse las cosas (si, lo confieso, eso lo ha heredado de mi, mis manías por apuntarlo todo y tenerlo todo controlado). Cada mes hacemos un calendario en un folio y lo apunta todo, los días que yo trabajo, los días que hay algún acontecimiento especial, los días que se queda a dormir en casa de los abuelos…y cada noche va tachando los días del calendario y contando los que quedan.
Así, desde un mes antes o más de su cumpleaños, iba contando los días. Y este año lo ha celebrado 3 veces, ya podéis imaginar como tenía el calendario de anotaciones.
Recuerdo alguno de mis cumpleaños cuando era pequeña y tengo fotos que lo atestiguan. Mi madre preparaba merienda para todos los niños, que en general eran mis primos y varios hijos de amigos de mis padres. Las meriendas eran sándwiches variados, paratas fritas, gusanitos de esos naranjas y refresco. Luego, había tarta y jugábamos todos un rato. Por otro lado, en la zona mayor del salón y hasta en la terraza si el tiempo acompañaba, estaban todos los adultos con su propia fiesta. Los recuerdo bebiendo cerveza o lo que encartase, hablando y riendo. Mi madre se pegaba unas palizas…Antes del cumpleaños, le tocaba prepararlo todo; después, recoger la casa donde había habido un montón de chiquillos y sus padres. Uf, no quiero ni imaginármelo.
Por eso aparecieron los lugares de celebraciones, imagino yo. Lo bueno de estos sitios es que no tienes que preocuparte por nada. Los niños juegan, chillan, corren, tienen monitores que les vigilan y les entretienen, se divierten, meriendan (comida horrorosa, jolín, ¿tan difícil sería poner comida sana en estos sitios?), no tienes que preocuparte de recoger nada ni de limpiar, no molestan a los vecinos…Y cuando aún son pequeños como estos, es una buena forma también de juntarse con algunas madres y padres y charlar y tomar algo mientras los peques se divierten. Lo malo es lo caro que sale. Entre el precio por niño, que ronda los 11€ dependiendo del sitio, mas lo que gastas en invitar a los padres…Te sale por un ojo de la cara. El año pasado me dejé un dineral. Este año lo celebró junto con su mejor amiga de clase, que las dos cumplían años más o menos por las mismas fechas. Ambas madres nos pusimos de acuerdo en el día y el lugar y al tener amigos comunes, la verdad es que celebrar el cumpleaños en un lugar destinado a tal menester nos salió bastante más económico. A la hora de los regalos, en mi colegio se llegó a una especie de acuerdo, aunque en cada sitio lo hacen de distinta manera. Por cada niño invitado se ponen 10 euros, da igual que se celebre un cumpleaños o dos. De esa forma, nosotras contábamos con 5€ por niño para el regalo. Así que tenía 50€ para gastarme. Y decidí invertir ese dinero en ropa, que el cambio de estación estaba próximo y aquí mi moza ha crecido bastante del año pasado a este. Y como yo soy muy apañada con esto de comprar ropa y siempre encuentro gangas, le compré un montón de cosas en varias tiendas, como H&M y el Corte Inglés. Ella se lo pasó de maravilla con sus amigos y encantada con su ropa nueva.
Después, llegó el día de su cumpleaños de verdad, el 4 de marzo. Casualmente, este año ese día no ha habido cole, así que pensé hacer algo especial para pasarlo con ella, teniendo en cuenta que al siguiente domingo teníamos fiesta en casa con la familia. Casi sin planearlo, terminamos en casa de mi madre y allí también nos juntamos con mi hermana y mi sobrina. ¡Cómo mola que el día de tu cumple sea festivo! No hicimos nada del otro mundo, solo comer en familia y darle algunos regalos, pero ella estaba feliz. Mi madre le regaló unas zapatillas con luces que eligió ella misma y que estaba deseando estrenar, muy bonitas. Y yo le regalé un juego de mesa. Estaba buscando un juego entretenido, divertido y diferente y me topé con Dixit. Con Dixit, no hay nada preestablecido, los jugadores dejan volar su imaginación.
Dixit consta de un sencillo tablero por el que desplazar las fichas, que tienen forma de conejo. Se puede jugar entre 3 y 6 jugadores y aunque está recomendado a partir de 8 años, Sara es capaz de jugar perfectamente. Lo más impresionante del juego son sus 84 cartas, con unas cuidadas imágenes e ilustraciones, algunas muy sencillas y otras bastante complejas. El jugador al que le toque será el cuentacuentos. Se reparten varias cartas boca abajo a cada participante. El cuentacuentos elige una de sus cartas y se cuenta al resto algo que le sugiera la carta, una palabra, una frase, una canción. Puede ser muy explícito en la explicación o un poco rebuscado, para hacerlo más difícil. Después, entre varias cartas ya colocadas boca arriba, el resto de los jugadores tiene que tratar de adivinar cual era la carta del cuentacuentos. Dependiendo de los aciertos y/o de los fallos, así serán los puntos. Lo bueno es que cada partida es diferente, pues de una misma imagen, distintas personas pueden transmitir distintas ideas. Y sí, los pequeños son capaces de comunicar muy bien. Me encanta el juego Dixit, deja volar la imaginación y la inventiva y es muy divertido.
Y ya por fin, llegó el día de la celebración en casa para el resto de la familia, la 3ª celebración, pero para nada Sara estaba menos emocionada. Ese día nos juntamos en casa todos los abuelos, tíos y primos, y disfrutamos de una agradable tarde de merienda y como no, de nuevos regalos. Para esta ocasión, yo también le tenía preparado otro detalle, un álbum de fotos de Hoffman, plataforma que uso con bastante frecuencia para realizar este tipo de álbumes. Pero la protagonista indiscutible del álbum fue Sara. Hice un álbum con los mejores momentos de sus 6 años, desde el día que celebró el cumple del año pasado hasta ahora. Le encantó y de vez en cuando o coge y le gusta mirarlo. Ese día también le regalaron el “quién es quién” y jugamos una partida cada noche antes de acostarse.
Pues eso, que ha sido un séptimo cumpleaños lleno de fiestas y de regalos y ya está contando los días que faltan para cumplir 8. ¡Ay mi loquita!