Este es el caso del vino del que os escribo, un tinto alicantino elaborado casi en su totalidad con la autóctona monastrell, y una pequeña proporción de la francesa syrah. Un proyecto del grupo Artadi en tierras alicantinas, dirigido por dos insignias en la enología nacional como son Juan Carlos López de Lacalle (Rioja) y Agapito Rico (Jumilla). Me refiero a uno de los tintos más importantes y con más calidad del levante español “fabricado” con uva monastrell… EL SEQUÉ 2005. Cuando lo compré, hace ya casi cinco años, me aconsejaron su guarda para que mitigara esa sensación de dureza y sequedad que dejan los taninos de la madera nueva, y así lo hice. Actualmente en su añada 2010 y a partir del 2008, la monastrell es dueña 100% de este estupendo tinto, una cepa vieja, casi centenaria, que aporta complejidad y calidad. Sin embargo, en esta del 2005 y en anteriores añadas, el enólogo Vicente Milla, optó por un coupage, posiblemente para que entre las dos consiguieran ese equilibrio perfecto que buscan todos los enólogos y aparte, para que aportaran esos aromas tan típicos de la syrah a fruta negra compotada y a violetas. Su crianza la realiza en barricas siempre nuevas de roble francés durante 12 meses. Es un vino de terruño que expresa abiertamente el carácter de la zona en el Pinoso de Alicante, muy cerca de Yecla y Jumilla. Viñedo alto o “de altura o montaña” (650m) como se suele llamar hoy en día, cuyos vinos expresan ese carácter mediterráneo que combina con maestría calidez y frescura.
90% monastrell y 10% syrah.14,5% alcohol.12 meses de crianza en barrica francesa.5 años total en botella.D.O. Alicante.
VISTASu color es rojo granate de capa muy alta y un fino ribete teja. En copa se mueve densamente, dejando una bella lágrima constante. A pesar de sus cinco años en botella y habiendo dejado en la misma algunos posos, sigue con un color muy concentrado, recto en su apariencia, propio de un buen vino tinto de calidad.NARIZAgradable, vínica, potente, frutosa, especiada (monte bajo) y con final balsámico. La fruta que nos encontramos se muestra muy concentrada (melocotones rojos y ciruelas), acompañada por atisbos de laurel y romero, con un leve toque dulce a canela. Muy escondido, un elegante aroma a tierra seca y a violetas. Sólo despunta un poco el alcohol que nos insinúa una nariz punzante al final del olfateo. Le echo en falta un poco más de profundidad que haga honor a la edad de las viñas de dónde nace. Quería que me contara más cosas íntimas pero no se dejaba. Con todo esto, lo considero un vino brillante.BOCALa boca es lo que más me ha gustado. Todo muy equilibrado, incluso el alcohol. Entra muy amable, sedoso y abocado, y se adentra suave acariciando nuestra lengua cuidadosamente pero con potencia y estructura. Su acidez pasa desapercibida, como si no hubiera que prestarle atención, perfecta. Taninos de película… para darles un “Oscar”, y un final de boca persistente con recuerdos de fruta madura y especias dulces. Frescor y calidez se asocian para regalarnos un sorbo magistral.
Así mismo, tengo que mencionaros obligatoriamente el otro vino que elabora esta bodega. Es el LADERAS DE EL SEQUÉ, que sale de las vides de las parcelas más jóvenes, con una crianza durante 6 meses en barricas de roble francés. Su coupage está integrado con monastrell y pequeñas aportaciones de cabernet sauvignon y de syrah. No tiene las excelentes cualidades ni la profundidad de su hermano mayor, pero para su ridículo precio (menos de 5€) ofrece magníficas sensaciones siempre de la batuta de una excelente fruta. Particularmente, guardo unas tres botellas de este vino de su añada del 2006, que pronto iré abriendo año tras año para analizar cómo evolucionan. ¿Será una futura entrada en este blog?… es muy probable.