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El serial killer como personificación del hombre del saco

Publicado el 16 junio 2013 por Javier Parra González @xavipargon

EL PSYCHOKILLER FICTICIO. CELULOIDE Y FOLCORE URBANO

Podemos situar el nacimiento de la figura del serial killer en el cine a principios de la década de los 60. Tanto Peeping Tom (Michael Powell, 1959) como Psicosis (Alfred Hitchcock, 1961) son consideradas dos de las obras más importantes del subgénero denominado slasher, en las que se nos presenta la figura de un asesino en serie desligado de cualquier aspecto fantástico al que nos tenía acostumbrados el género de terror y fantástico hasta entonces. Durante los años 60 y 70 Italia explotará esta idea a través de sus (cada vez más delirantes) aportaciones al género con un subgénero propio bautizado como giallo, que mezcla elementos del cine negro y el de terror.   Paralelamente al mundo del celuloide, en pleno auge del movimiento hippie, el imaginario colectivo del pueblo estadounidense empieza a estar plagado de una serie de mitos urbanos que calarán hondo en el folclore propio del país y que pasarán a formar parte de su cultura popular. Vengo a referirme a la proliferación de las denominadas leyendas urbanas, y en especial de una que bien podría ser la propia evolución de la figura mitológica del boogeyman u hombre del saco. La utilización del mismo ha sido utilizada desde hace décadas en medio mundo con el fin de asustar a los niños y hacerles cumplir con las tareas propias de su edad bajo la amenaza de que el propio coco se los llevaría en su saco al igual que hacía con todos los niños desobedientes. Un nivel generacional más alto anula por completo la validez de dicha leyenda y es entonces cuando aparece una historia más macabra y terrorífica que viene a tener el mismo fin: el de asumir responsabilidades mediante el influjo del miedo. La historia a la que vengo a referirme no es más que una leyenda urbana sobre un acosador de canguros utilizado como metáfora del miedo a crecer, de dar el paso de adolescente a adulto y así asumir todas las responsabilidades que ello conlleva.   Dicha leyenda, bautizada por folcloristas americanos como El acosador de canguros o La canguro a secas, aparece como ya he citado anteriormente durante la década de los 60 y su contenido (aunque variante según la zona) es el siguiente: una joven en una casa (como ejemplo de ser indefenso a un paso de la edad adulta) que está ejerciendo de canguro recibe extrañas llamadas telefónicas de alguien (personificación del castigador, el nuevo boogeyman) que le pregunta si ha ido a ver cómo están los niños (responsabilidad), para finalmente descubrir que las llamadas proceden del piso de arriba y que los niños han muerto en manos del desconocido (como castigo por burlar sus responsabilidades). Con un argumento tan simple, la historia fue contada a lo largo y ancho de los Estados Unidos como verídica y su mensaje moral retransmitido de forma inconsciente: asume tus responsabilidades o serás castigado/a.

NACIMIENTO DEL SERIAL KILLER Y DEL NUEVO BOOGEYMAN

No es que la figura del psicópata no existiera antes de las obras de Powell o Hitchcock, pero el imaginario fantaterrorífico del mundo anglosajón en general había estado familiarizado hasta entonces con otro tipo de situaciones a las que enfrentarse. Desde los años 30, las innumerables producciones de la Universal y la Hammer habían explotado hasta la saciedad a personajes surgidos de la mitología y la literatura gótica: Drácula, el Hombre Lobo, el doctor Jekyll y su alter ego Mr. Hyde, el Hombre Invisible, la Momia y un largo etcétera formaban este conjunto de “monstruos fantásticos” protagonistas absolutos del cine de horror. A partir de los 50, la industria cinematográfica estadounidense empieza a plasmar la situación real de histeria ante una posible invasión comunista (estamos en plena Guerra Fría) y empiezan a proliferar los films de invasiones alienígenas (como enésima representación de que la amenaza proviene de fuera), dejando a un lado a los monstruos cuya fórmula había entrado en desgaste hacía ya un tiempo.Con la llegada de la nueva década, una sociedad más madura empieza a ser consciente de que no sólo los “enemigos” pueden llegar de fuera de su territorio y se empieza a tener constancia de que cualquier persona puede suponer una amenaza. En este contexto surgen infinidad de historias terroríficas contadas siempre como verídicas y con un final moralista, como es el caso de El acechador de canguros. Además es entonces cuando aparecen en escena dos personajes clave que significarían el nacimiento de la figura del psychokiller ficticio: Mark Lewis alias “El fotógrafo del pánico” y Norman Bates.El recién inaugurado slasher empezaría a ser explotado por la industria cinematográfica italiana a través de productos con tramas rocambolescas en las que la constante era la figura de un asesino (enmascarado o no) al acecho de víctimas (mujeres en su mayoría) a las que liquidar de las maneras más creativas, hasta que en la década de los 70 aparece otra película que supondrá un momento clave para el subgénero: Black Christmas (Bob Clark, 1974).

MATERIALIZACIÓN DE LA FIGURA FOLCLÓRICA EN EL CELULOIDE

La obra de Clark mezcla a la perfección las principales características de los géneros slasher y giallo, además de contar con la esencia de la historia de La canguro. Imitado hasta la saciedad, su argumento cuenta como durante las vacaciones de Navidad un grupo de compañeras de la Fraternidad Pi Kappa Sigma empieza a recibir extrañas llamadas telefónicas de un desconocido hasta que empiezan a morir una a una en manos del mismo. El asesino en cuestión responde al nombre de Billy, que no es más que la propia personificación del villano protagonista de la historia de El acechador de canguros. La película fue un éxito en taquilla e inmediatamente se convirtió en un título de culto para todo aficionado al género que se precie.Se puede asegurar que por primera vez en la historia del cine se traslada al mundo del celuloide una narración conocida vox populi(anteriormente la serie The Twilight Zonese había basado en alguna fuente folclórica para alguno de sus capítulos) que tendrá como base de su triunfo la perfecta plasmación de los miedos del adolescente de la época. William Edward Lenz (“Billy”) se convierte en el hombre del saco para toda una generación.El mismo año se estrena la salvaje The Texas Chainsaw Massacre(Tobe Hooper, 1974), que se convierte en un éxito inmediato y pronto todo el mundo quiere llevar a la pantalla historias con psicópatas de por medio para crear nuevos “iconos”. De la vorágine de títulos que se estrenaron sin pena ni gloria, con argumentos simplistas y presupuestos irrisorios, cabe destacar dos productos en los que se empiezan a percibir ciertas pinceladas del tan estereotipado hoy en día asesino serial: Eaten Alive (Trampa Mortal), del mismo Tobe Hooper y The Toolbox Murders, dirigida por Dennis Donnelly, ambas de 1977.Pero la sombra de Black Christmas era muy alargada y no sería hasta un año después que aparecería una película que haría sentar las bases de por vida del género y de lo que hoy en día conocemos como psychokiller.

EL HOMBRE DEL SACO Y LA MITIFICACIÓN DEL PSYCHOKILLER

A finales de los 70, se estrena una película que no deja a nadie indiferente y cuyo antagonista pasa a los anales de la historia del cine desde el minuto uno de su aparición. Me refiero cómo no a La noche de Halloween (John Carpenter, 1978) y en concreto a la figura de Michael Myers. La historia empieza con el asesinato a sangre fría de una chica a manos de su hermano pequeño (en una aterradora escena rodada desde la perspectiva del asesino) para continuar situándonos 15 años después, cuando éste (Myers) se fuga del centro psiquiátrico en el que está recluido y se dispone a repetir la historia con su otra hermana (y todo aquél que se interponga en su camino).El film se convirtió en un éxito instantáneo (siendo uno de los productos más rentables de la historia) debido tal vez a que podemos decir que Billy y Michael Myers surgen de la misma idea matriz. Hay rumores que hablan de que tres años atrás y después el éxito de Black Christmas, Bob Clark y John Carpenter habían decidido poner en marcha una secuela del film donde contarán como el asesino actúa esta vez durante la festividad de Halloween. Tras no ponerse de acuerdo a la hora de llevar a cabo el argumento, Carpenter decidió dirigir su propia historia, manteniendo la esencia de la leyenda del psicópata acosador de canguros y creando a la segunda personificación del mito folclórico, que no será más que una nueva vuelta de tuerca al personaje del hombre del saco (tal y como ven los niños que aparecen en la película a Myers). Nunca se ha llegado confirmar si tales rumores tienen alguna base real o son simplemente infundados. Misterios sin resolver de Hollywood, que dirían algunos.
Así pues, con La noche de Halloween se sientan definitivamente las bases del slasher y su éxito supone la aparición en masa de infinidad de películas que a su vez propiciarán continuaciones (Michael Myers protagoniza seis secuelas, además de un remake en 2007 y la secuela de éste) que harán nacer las grandes sagas de los 80 que nutrirán el género hasta llevarlo al desgaste al final de su época dorada.La nueva figura del psychokiller se convierte desde entonces en un fenómeno sociológico debido a que se trata de un monstruo con tintes reales que trasciende más allá del género de terror. Michael Myers traspasa fronteras gracias a ser la personificación de un mal que yace en nuestro subconsciente desde que somos niños; por fin podemos ponerle rostro al hombre del saco. Muy pocas serán las películas que volverán a explotar la figura del asesino como la de un moderno boogeyman. El único caso destacable será el de un producto cuyos veinte primeros minutos cuentan al detalle la ya por entonces muy extendida leyenda de La canguropara pasar a ser después poco más que un drama con tintes de intriga. El film verá la luz un año después de la película de Carpenter y llevará el título de When a stranger calls (Fred Walton, 1979).

CONCLUSIONES

           El mundo del cine (tal como ha sucedido a lo largo de toda la historia con toda expresión artística) ha ido ligado desde sus inicios al pensamiento de la sociedad de la época y ha plasmado consciente o inconscientemente la forma de vida y de pensar del hombre. La sociedad estadounidense ha crecido y evolucionado en todos sus aspectos en un plazo relativamente corto de tiempo, ello conlleva que aspectos tan diferenciados de la vida hayan podido adquirir caminos muy diferentes o que, por el contrario, hayan ido de la mano todo el tiempo. Se trata del caso de la mitología urbana, que ha acompañado desde tiempos inmemoriales cualquier tipo de tradición (a nivel mundial, no de la sociedad americana exclusivamente) y que ha servido para convertirse en catalizador de nuestros miedos más profundos.   Los puntos de similitud entre leyenda y ficción, entre folclore y plasmación cinematográfica nos llevan a una más que clara conclusión: gracias a la leyenda del hombre del saco (y su perversión adolescente con el asesino de canguros) nace la figura del psychokiller tal y como la conocemos.
Esto puede llevar a hacernos la pregunta de qué hubiese sucedido si la historia de La canguro nunca hubiese existido. ¿Hubiéramos conocido a los oscuros (y fascinantes) Billy Lenz y Michael Myers? Es más, sin su existencia, ¿cómo sería la actual figura del asesino del celuloide?BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
MARTÍNEZ, E.; PAJARÓN, R.; MUÑOZ, A. M., et al.: Psychobase, 333 asesinos de cine. Dolmen Editorial, Palma de Mallorca (2008).ORTÍ, A. & SAMPERE, J.: Leyendas urbanas en España. Ediciones Martínez Roca, Barcelona (2000).SERRANO CUETO, J. M.: Horrormanía. Enciclopedia de cine de terror. Alberto Santos Editor, Madrid (2007).

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