La sanidad pública es una joya construida en la democracia, de la que podían sentirse orgullosos amplias mayorías de españoles de todas clases y edades, reconocida internacionalmente como uno de los mejores, más baratos y eficientes servicios nacionales de salud. Los gobernantes del PP han intentado ponerlo al servicio de intereses de capitales privados, como negocio cautivo y privilegiado del que pretendían obtener alta rentabilidad económica a costa de la salud de la población.
Han sido derrotados fuertes poderes políticos y económicos que actuaban ajenos a los intereses de la ciudadanía, ha sido vencida una forma de hacer política típica de la derecha española, -el capitalismo de amiguetes- que sin duda pasará factura a sus mayorías absolutas en Madrid. La batalla se ganó gracias a múltiples esfuerzos y movilizaciones, en las calles y centros de trabajo, sin olvidar las instituciones, políticas, mediáticas y la pelea legal y judicial, todo ello desplegados por los estamentos médicos, de enfermería y auxiliares, pacientes, ciudadanía y sindicatos, partidos políticos y movimientos sociales, activistas y enfermos, despachos de abogados y redes sociales...
La ciudadanía rebosa satisfacción por este enorme logro a partir del cual y dentro de lo público con amplia participación y consensos de políticos y profesionales será posible mejorar, reducir gastos sin menguar atención sanitaria, realizar reformas para adaptar el sistema a nuevas realidades demográficas, más vejez, mayor dependencia, aumento de la cronicidad… extensión de la sanidad primaria, preventiva y domiciliaria, creación de camas para atender tratamientos largos descargando camas hospitalarias mucho más caras e inadecuadas, racionalización de medicamentos, etc. etc.