No parece haberse enterado don Mariano Rajoy de los sucesivos avisos que los resultados de las últimas cinco elecciones celebradas en España, europeas, autonómicas andaluzas, autonómicas de las autonomías “no históricas” -¡qué sandez!, como si las demás no lo fueran-, municipales y catalanas, le vienen dando. Y, todos esos avisos en el plazo de un año y medio, tiempo de sobra como para haberse enterado, al menos, un poco. Cinco avisos que, en realidad, son seis, si tenemos en cuenta las andaluzas de 2012, primer aldabonazo serio del descontento con sus políticas, a los pocos meses de su llegada a la Moncloa, cuando el Partido Popular perdió 450.000 votos en Andalucía –seis o siete escaños- respecto de los obtenidos el 20 de Noviembre anterior y quedándose a las puertas de la mayoría absoluta que necesitaba imprescindiblemente para aspirar a cambiar las cosas en la región más extensa y poblada de España. Es curioso que, en la tan tradicional Fiesta Nacional por excelencia, el "tercer aviso" devuelva al noble astado a los corrales y cinco “avisos” en política no devuelvan –ni se rebelen sus bases- al inútil político a su casa o, en este caso, a su Registro de Santa Pola, que no es mal destino y del que, a la vista de los acontecimientos, seguramente no debió salir. Él viviría mejor, a buen seguro, y los españoles, posiblemente, también. No sólo no parece haberse enterado –o no lo demuestra al menos- sino que desoye, una vez más, las palabras del que lo designó con su "dedo divino", allá por 2003, cuyo "primer aviso, que yo recuerde, fue a finales de Enero de 2011, en Sevilla, antes de que el elegido llegase al Gobierno y quién, por cierto, también tiene algo de culpa por su evidente yerro en el nombramiento. Algunos, con menos eco y predicamento, también se lo advertimos repetidamente, primero dándole en mano unas humildes consideraciones por aquellos días y a raíz del aviso de Aznar y, posteriormente, recordándoselo tras el "segundo" de las elecciones andaluzas del pasado mes de marzo, tan lejos ya: Para cuándo el programa señor Rajoy. Todavía le faltaban tres avisos más, que ahora ya tiene y que tampoco parece que le hayan afectado en su línea de no actuación y “dialogo sin fecha de caducidad”, que le ofreciera a Arturo Mas después de no pocos desplantes e incumplimientos de leyes y sentencias. ¿Qué tendrá que pasar para que don Mariano reaccione? Seguramente nunca lo sabremos porque, a este paso, se lo llevará por delante el “sexto” –o séptimo-, y último, aviso” y seguirá sin enterarse de que tuvo la más holgada mayoría absoluta, a todos los niveles, nacional, autonómico y provincial, que nunca tuvo un político español, después de Franco ni, probablemente, antes y, me atrevería a decir, no tendrá ninguno de los que venga, salvo que, Dios no lo quiera, “llegue la sangre al río”.
Hoy contamos en Desde el
Caballo de las Tendillas con una nueva colaboración, esta vez del habitual
Antonio de la Torre, que nos habla de los “avisos” que ya ha recibido el
Presidente del Gobierno y del Partido Popular, Mariano Rajoy. ¡Feliz miércoles!
No parece haberse enterado don Mariano Rajoy de los sucesivos avisos que los resultados de las últimas cinco elecciones celebradas en España, europeas, autonómicas andaluzas, autonómicas de las autonomías “no históricas” -¡qué sandez!, como si las demás no lo fueran-, municipales y catalanas, le vienen dando. Y, todos esos avisos en el plazo de un año y medio, tiempo de sobra como para haberse enterado, al menos, un poco. Cinco avisos que, en realidad, son seis, si tenemos en cuenta las andaluzas de 2012, primer aldabonazo serio del descontento con sus políticas, a los pocos meses de su llegada a la Moncloa, cuando el Partido Popular perdió 450.000 votos en Andalucía –seis o siete escaños- respecto de los obtenidos el 20 de Noviembre anterior y quedándose a las puertas de la mayoría absoluta que necesitaba imprescindiblemente para aspirar a cambiar las cosas en la región más extensa y poblada de España. Es curioso que, en la tan tradicional Fiesta Nacional por excelencia, el "tercer aviso" devuelva al noble astado a los corrales y cinco “avisos” en política no devuelvan –ni se rebelen sus bases- al inútil político a su casa o, en este caso, a su Registro de Santa Pola, que no es mal destino y del que, a la vista de los acontecimientos, seguramente no debió salir. Él viviría mejor, a buen seguro, y los españoles, posiblemente, también. No sólo no parece haberse enterado –o no lo demuestra al menos- sino que desoye, una vez más, las palabras del que lo designó con su "dedo divino", allá por 2003, cuyo "primer aviso, que yo recuerde, fue a finales de Enero de 2011, en Sevilla, antes de que el elegido llegase al Gobierno y quién, por cierto, también tiene algo de culpa por su evidente yerro en el nombramiento. Algunos, con menos eco y predicamento, también se lo advertimos repetidamente, primero dándole en mano unas humildes consideraciones por aquellos días y a raíz del aviso de Aznar y, posteriormente, recordándoselo tras el "segundo" de las elecciones andaluzas del pasado mes de marzo, tan lejos ya: Para cuándo el programa señor Rajoy. Todavía le faltaban tres avisos más, que ahora ya tiene y que tampoco parece que le hayan afectado en su línea de no actuación y “dialogo sin fecha de caducidad”, que le ofreciera a Arturo Mas después de no pocos desplantes e incumplimientos de leyes y sentencias. ¿Qué tendrá que pasar para que don Mariano reaccione? Seguramente nunca lo sabremos porque, a este paso, se lo llevará por delante el “sexto” –o séptimo-, y último, aviso” y seguirá sin enterarse de que tuvo la más holgada mayoría absoluta, a todos los niveles, nacional, autonómico y provincial, que nunca tuvo un político español, después de Franco ni, probablemente, antes y, me atrevería a decir, no tendrá ninguno de los que venga, salvo que, Dios no lo quiera, “llegue la sangre al río”.
No parece haberse enterado don Mariano Rajoy de los sucesivos avisos que los resultados de las últimas cinco elecciones celebradas en España, europeas, autonómicas andaluzas, autonómicas de las autonomías “no históricas” -¡qué sandez!, como si las demás no lo fueran-, municipales y catalanas, le vienen dando. Y, todos esos avisos en el plazo de un año y medio, tiempo de sobra como para haberse enterado, al menos, un poco. Cinco avisos que, en realidad, son seis, si tenemos en cuenta las andaluzas de 2012, primer aldabonazo serio del descontento con sus políticas, a los pocos meses de su llegada a la Moncloa, cuando el Partido Popular perdió 450.000 votos en Andalucía –seis o siete escaños- respecto de los obtenidos el 20 de Noviembre anterior y quedándose a las puertas de la mayoría absoluta que necesitaba imprescindiblemente para aspirar a cambiar las cosas en la región más extensa y poblada de España. Es curioso que, en la tan tradicional Fiesta Nacional por excelencia, el "tercer aviso" devuelva al noble astado a los corrales y cinco “avisos” en política no devuelvan –ni se rebelen sus bases- al inútil político a su casa o, en este caso, a su Registro de Santa Pola, que no es mal destino y del que, a la vista de los acontecimientos, seguramente no debió salir. Él viviría mejor, a buen seguro, y los españoles, posiblemente, también. No sólo no parece haberse enterado –o no lo demuestra al menos- sino que desoye, una vez más, las palabras del que lo designó con su "dedo divino", allá por 2003, cuyo "primer aviso, que yo recuerde, fue a finales de Enero de 2011, en Sevilla, antes de que el elegido llegase al Gobierno y quién, por cierto, también tiene algo de culpa por su evidente yerro en el nombramiento. Algunos, con menos eco y predicamento, también se lo advertimos repetidamente, primero dándole en mano unas humildes consideraciones por aquellos días y a raíz del aviso de Aznar y, posteriormente, recordándoselo tras el "segundo" de las elecciones andaluzas del pasado mes de marzo, tan lejos ya: Para cuándo el programa señor Rajoy. Todavía le faltaban tres avisos más, que ahora ya tiene y que tampoco parece que le hayan afectado en su línea de no actuación y “dialogo sin fecha de caducidad”, que le ofreciera a Arturo Mas después de no pocos desplantes e incumplimientos de leyes y sentencias. ¿Qué tendrá que pasar para que don Mariano reaccione? Seguramente nunca lo sabremos porque, a este paso, se lo llevará por delante el “sexto” –o séptimo-, y último, aviso” y seguirá sin enterarse de que tuvo la más holgada mayoría absoluta, a todos los niveles, nacional, autonómico y provincial, que nunca tuvo un político español, después de Franco ni, probablemente, antes y, me atrevería a decir, no tendrá ninguno de los que venga, salvo que, Dios no lo quiera, “llegue la sangre al río”.