El show de Gary. Nell Leyshon

Por Mientrasleo @MientrasleoS

     "Allá vamos, pasen y vean. Por aquí, eso es. Toma asiento. Coge el libro. ¿Todo bien? ¿Estás cómodo? Estupendo. Pues que empiece el show de Gary.
     Tenemos mucho que hacer; muchas pruebas, digamos, por examinar. Pero prefiero no empezar por el principio porque llevaría mucho tiempo conocerme. Vayamos con una escena de los años chungos, así podrás hacerte una idea de cómo fui en otros tiempos."
     Leído Del color de la leche, tenía curiosidad por la siguiente novela que fuera a publicar su autora. Por eso no tardé en hacerme con este título y traerlo de paso a mi estantería virtual. Se trata de El show de Gary.
    Conocemos a Gary desde lo que parece su nueva vida, pero él está dispuesto a que lo acompañemos por todas sus vivencias. Por eso se presenta y nos relata una infancia pobre, una familia con dos hermanos, un padre delincuente y una madre que se deja caer en la nebulosa de la bebida; una pandilla poco recomendable y lo que parece  un sello genético garantizado para seguir las andanzas por los bajos fondos de su padre y tal vez, acabar como él, en prisión a temporadas. Un descenso entre drogas y carreras regado con alcohol, acaso con una salida, mientras nos recuerda que ahora va junto a su hijo.
     La primera percepción al abrir este libro es de miedo. Miedo a estar ante lo ya visto, el recurso usado y que hacía que Del color de la leche fuera un libro sobresaliente. La voz propia del protagonista. Sin embargo, pronto descubrimos que ante protagonistas con voz propia, ese recurso da además una personalidad añadida que no puede aportar una descripción con facilidad. El aire descarado y chulesco que transmite toda la novela viene provocada por ese toque prepotente que jamás pierde Gary, ni en los peores momentos.
     Leyshon, como ya hiciera en su anterior título, da de este modo voz a uno de esos personajes mudos que normalmente no tienen siquiera derecho a ser protagonistas de una novela. Usa, y tal vez abusa, de la excusa del entorno enjaulado en el que el Gary niño ya oye cómo es igualito a su padre aunque él no lo sepa. Parece que todo le condiciona hacia una vida marcada por la delincuencia de poca monta, incluso su padre, que percibimos como un hombre despegado, delincuente, irrespetuoso y de mano larga más que firme, no le mira dos veces hasta que no parece entrar en ese mundo. El orgullo de la semilla sembrada, primario, animal, se manifiesta únicamente cuando sigue la estela de un progenitor que nunca se paró a mirar a su hijo mayor antes de eso y también vemos como el hijo se ve impulsado ante ese reconocimiento buscando en él un cariño que nunca antes recibió. Lo hace además sin victimizar o justificar una actitud por su entorno. Puede considerar que el entorno moldee de una forma casi decisoria, pero no es la excusa. No hay excusa para la bajada a los infiernos de su protagonista.
     Y entonces Leyshon da la vuelta y comienza a contar capítulo a capítulo, peldaño a peldaño a recorrer el camino de Gary.
     La novela es un descenso y ascenso, un camino con un final que a mi me ha sabido a poco, pero que viene en realidad muy acorde con el tono del libro y que se vislumbra ya en las primeras páginas. En conjunto es una lectura muy amena y ágil que da muestra de que aún quedan formas diferentes de contar historias, formas que dan voces sin necesidad de crear héroes o antihéroes para dejarnos una novela que es un placer leer.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias.