El Show de Truman: el mundo real es falso

Publicado el 01 marzo 2014 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

Sin duda El Show de Truman (Peter Weir, 1998) es una de las mejores películas que se han hecho para motivar la reflexión y el análisis sociológico. Es una perfecta metáfora del mundo en el que vivimos, y retrata a la sociedad moderna de una forma magistral. Aunque también es magnífica en los aspectos puramente cinematográficos y técnicos, en esta serie de artículos vamos a centrarnos únicamente en reflexionar y profundizar sobre la carga filosófica y antropológica que esconde el guión de la película.

Debido a que El Show de Truman se puede analizar desde distintas posturas críticas, vamos a considerar dos grandes temas sobre los cuales se reflexiona en la película:

  • por un lado la existencia de un mundo ficticio, artificial, que no nos permite conocer el verdadero mundo real;
  • y por otro lado el papel que adoptan las personas en la sociedad actual, en la que muchas veces tienen un papel de observadores, de simples espectadores desde el sofá.

En el siguiente artículo hablaremos sobre el individuo como espectador, pero ahora nos vamos a centrar en las complejas teorías que apuntan a que el mundo real es falso. En la película El Show de Truman este es el tema central, pero la idea de que existen dos mundos y de que vivimos en el mundo artificial, sin conocer el verdadero mundo real, se ha utilizado en muchas otras ocasiones por pensadores y filósofos, y la encontramos también en otras películas.

Platón, Orwell, Matrix y Truman

Considerar que existe un mundo real y otro falso implica aceptar que hay también dos tipos de personas: las que saben la verdad y las que viven en la ignorancia. Las personas que conocen la verdad son las que tienen el poder. Suelen ser éstas las clases sociales dominantes, que controlan al resto de la sociedad. Así, junto a la idea de un mundo real y un mundo falso está el concepto de la lucha de clases, puesto que necesariamente tiene que haber una clase dominante y una clase dominada para que se mantenga el engaño del mundo falso.

Todos los autores que han reflexionado sobre la existencia de dos mundos han señalado hacia las clases dominantes como los principales responsables del mantenimiento de este status quo que tiene a gran parte de la sociedad en la ignorancia y en el engaño. Aun así, las clases dominadas también tienen gran parte de culpa, al no ser capaces de cuestionarse el sistema establecido y alcanzar la verdad.

El Mito de la Caverna

Posiblemente la primera vez que alguien reflexionó sobre la falsedad del mundo fue en el S.IV a.C, cuando el gran filósofo griego Platón enunció una de las alegorías más famosas: el Mito de la Caverna. Con este sencillo ejemplo, Platón retrató al mundo y a la sociedad. Una metáfora aplicable a cualquier momento de la Historia.

La Caverna de la que habla Platón es una representación de la sociedad. Aparecen unas personas, atadas de pies y manos, sentadas en la oscuridad de la cueva, observando unas sombras que se proyectan desde un lugar inalcanzable para la vista de estos individuos. Las sombras son lo único que ven, son lo único que conocen. Llevan toda su vida viviendo en esa situación, y para ellos el mundo real es el que ven en las sombras.

Estas personas maniatadas no saben que las sombras son simples representaciones distorsionadas de la realidad, y que son generadas por unos misteriosos personajes que se ocultan tras ellos. Desconocen que el mundo real no es el que están observando. Platón consideraba que la sociedad vivía en la ignorancia, engañada por una serie de poderes (político, religioso, económico, mediático…) que manipulaban la realidad y engañaban a la población. En el Mito de la Caverna, el poder, las clases dominantes, están representadas por los  personajes que proyectan las sombras y que se ocultan tras las personas atadas.

Platón sabía que el camino hacia la verdad era complicado y estaba lleno de obstáculos, por eso la salida de la Caverna se presenta como una gruta escarpada y tortuosa. Escapar de la ignorancia no es fácil, pero en el Mito de la Caverna Platón guarda algo de optimismo y cuenta que algunas personas consiguen desatarse de las cuerdas y del engaño, y escapan de la cueva, llegando al verdadero mundo real.

Para salir de la Caverna no se precisa fuerza física, sino fuerza mental. Tras pasar varios años observando una realidad en forma de sombras, llega un momento en el que el individuo tiene que hacer un ejercicio de reflexión para conseguir su libertad. Pensar críticamente, cuestionándose el sistema establecido y sospechando de la información que recibimos.

INTERESANTE: “No hay que dejarse informar, hay que informarse”

El moderno concepto de la desinformación ya puede verse en este ejemplo de la Caverna de Platón. Han pasado más de 2.300 años, pero los misteriosos personajes que proyectan sombras siguen existiendo. Hoy en día los conocemos como mass media, medios de comunicación de masas. Seguimos viviendo en un mundo de sombras y engaños.

La manipulación de la información ha sido constante en todas las épocas de la Historia. Es una de las principales estrategias que ponen en marcha las clases dominantes para preservar su posición de poder. Junto a la desinformación, el sistema mediático moderno ha desarrollado otro tipo de formas de mantener en la ignorancia a la población, como por ejemplo la difusión de anti-información, un concepto que desarrollamos en el siguiente artículo.

El Gran Hermano de Orwell

Para mantener el sistema establecido y ocultar el mundo real a la sociedad, a las clases dominantes no sólo les interesa que la población viva en la ignorancia, sino también que vivan en un permanente estado de inseguridad y temor. Por ello, junto a la manipulación de la información, la difusión del miedo es otra de las formas de control social que tiene el sistema.

El uso del miedo es muy bien descrito en el libro 1984, de George Orwell. En esta obra se presenta a una población que vive bajo el dominio absoluto de una superestructura de poder denominada Gran Hermano. Esta entidad, que funciona como un dios omnipresente, somete a la sociedad atemorizándola con la guerra y la esclavitud. El famoso lema de esta obra resume la ideología que conviene difundir a las clases dominantes: “Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza”. Si se consigue que la población interiorice esas ideas, serán sencillo controlarla y someterla.

Escena de la película ’1984′ (Michael Radford, 1984)

En 1984 observamos también la estrategia de la manipulación de la información, puesto que se mantiene a la población en la ignorancia y en el engaño, aunque el factor principal de control es el miedo. La sociedad que se describe en esta obra es una sociedad que vive totalmente atemorizada. En este caso, siguiendo con la teoría del falso mundo real y el verdadero mundo real, en 1984 la Caverna de la que hablaba Platón es el país de Oceanía (en el que se desarrolla la acción), y las ataduras que mantienen a las personas en la cueva, mirando las sombras, son la acción del INGSOC, el partido político que tiene el poder y controla toda la superestructura del país (medios de comunicación, economía, política, sociedad civil…). En la obra de Orwell la cuerda que ata las manos de la gente es el miedo, a través del Ministerio de la Paz y el Ministerio del Amor.

El uso del miedo es una de las formas de ocultar el verdadero mundo real, puesto que una sociedad con miedo es una sociedad que no se atreve a cuestionarse el sistema establecido ni a reflexionar. Cuando reina el miedo, el pensamiento crítico desaparece. Porque el pensamiento crítico es un pensamiento libre, y la libertad no puede existir si existe el miedo.

INTERESANTE: La política del miedo (Juan Pérez Ventura, Octubre 2013)

De manera mucho más explícita que en el Mito de la Caverna, con la obra de Orwell se pone de manifiesto la necesaria lucha de clases que surge de una situación en la que conviven en el mismo espacio una clase dominante y una clase dominada. En la cueva de Platón la clase dominada (las personas maniatadas que observan las sombras) no se sentía en lucha con la clase dominante (los que proyectan las sombras), puesto que viven en una total ignorancia. En la obra de Orwell la población dominada es consciente de la situación que ocupan en la pirámide social, y si no actúan contra el sistema establecido, contra el poder, no es tanto por la ignorancia, sino por el profundo miedo que sienten. Un miedo que es un respeto hacia quien les domina. Un respeto que otorga legitimidad al gobernante.

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George Orwell trató la temática de la lucha de clases en otro libro, el famoso Rebelión en la granja. En el discurso que abre la acción de la obra, se describe perfectamente la situación de enfrentamiento constante entre las clases dominantes y las clases dominadas. Viejo Mayor, el cerdo más respetado de toda la granja, recuerda a los demás compañeros: “Nunca hagáis caso cuando os digan que los hombres y los animales tienen intereses comunes, que la prosperidad de unos es también la de los otros. Son mentiras. Los hombres no sirven los intereses de ningún ser exceptuando los suyos propios”. Es un mensaje muy claro: la clase dominante es necesariamente enemiga del resto de la sociedad.

DOCUMENTO: Fragmento de Rebelión en la Granja

La filosofía de Matrix

En la saga de películas Matrix la idea de que el mundo en el que vivimos es engañoso y falso se lleva al extremo. La primera película, The Matrix (hermanos Wachowski, 1999) introduce el planteamiento de la trama: la sociedad está viviendo en un mundo irreal, que es en realidad un programa informático llamado Matrix. Este programa informático reproduce el mundo tal y como era antes de la guerra que hubo entre humanos y máquinas. La acción de Matrix transcurre en el año 2199, y se explica que a comienzos del S.XXI el avanzado desarrollo tecnológico de las sociedades derivó en la creación de una potente inteligencia artificial (I.A) que controlaba el funcionamiento de la vida. Se puede decir que todo comenzó el momento en el que los seres humanos delegaron todas las tareas y funciones a las máquinas. Con el máximo desarrollo de la robótica y la informática, los seres humanos no sólo habían creado un gran aliado para hacer la vida más cómoda, sino también un potencial enemigo. Morfeo explica que “no sabemos quién atacó primero, si nosotros o ellos”, pero el resultado final es que la guerra hizo inhabitable la superficie terrestre y contaminó la atmósfera. En el tiempo en el que transcurre la trama de Matrix, la verdadera población humana vive en un mundo subterráneo, y las máquinas controlan el resto del planeta.

Hablamos de “la verdadera población humana” porque en las películas de Matrix conocemos también a otro tipo de población: la que vive en el falso mundo real. Esta es la población sometida por las máquinas y que, aunque está físicamente en la Tierra, en el mundo real, vive conectada al programa informático Matrix. Existen campos kilométricos donde los seres humanos son almacenados, en una especie de burbujas, conectados con cables a Matrix. Su cuerpo está en el mundo real, pero su mente vive en un mundo falso. En palabras de Morfeo, Matrix es una “simulación interactiva neural”, una falsa realidad en la que las personas viven. Quizás es la parte más difícil de creer de la película (lo de que las máquinas cultivan a los seres humanos en grandes campos), pero aunque sea muy retorcido pensar si ese futuro es o no posible, lo importante es quedarse con la idea principal: la población vive en un mundo físico falso que es una prisión para la mente.

Podemos entender Matrix como una versión moderna de la Caverna de Platón. La gente no está atada con cuerdas, sino manipulada por complejas señales eléctricas y programas informáticos. En un gran discurso de Morfeo, se cuestiona la veracidad de la realidad de la siguiente manera: “¿Qué es real? ¿cómo definirías lo real? Si te refieres a lo que puedes sentir, a lo que puedes oler, a lo que puedes saborear y ver, lo real podrían ser señales eléctricas interpretadas por tu cerebro.”

La población que vive mentalmente en Matrix no tiene porqué dudar de que el mundo es falso, pues viven de manera normal: caminan, comen, tienen un trabajo, pagan impuestos, van de compras… En principio son personas libres, aunque en realidad no lo son. Y este es el gran mensaje de la película, que la libertad en la que creemos vivir no existe. Somos prisioneros de un sistema socioeconómico y político. Morfeo le explica a Neo, el protagonista de la saga, que en realidad vive en ”un mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad: eres un esclavo.”

En esta frase, Morfeo apunta deliberadamente a que alguien ha creado este engaño, alguien está manipulando la realidad. Siguiendo con la argumentación que hemos mantenido cuando hablábamos de Platón o de Orwell, en este caso Morfeo se está refiriendo a que existe una clase dominante, que tiene el poder sobre la clase dominada. Los que proyectan las sombras en la Caverna, los miembros del partido INGSOC en Oceanía, en Matrix son las máquinas, los robots que han creado un mundo artificial para engañar a los humanos. En todos los ejemplos que hablan de dos mundos encontramos también dos clases sociales: los poderosos y los sometidos.

“Matrix es un sistema. Ese sistema es nuestro enemigo. Pero cuando entras, ¿qué ves a tu alrededor? Hombres de negocios, profesores, abogados, carpinteros… Son las mentes de los mismos que intentamos salvar. Pero hasta que no lo hagamos, siguen formando parte de ese sistema, y eso hace que sean nuestros enemigos. La mayoría de ellos no están preparados para ser desactivados, y muchos están tan habituados, dependen tanto del sistema, que lucharían para protegerlo.”

En este discurso de Morfeo hay algunas ideas muy interesantes, y que apuntan hacia lo más profundo del carácter sociológico del ser humano: personas dependientes del sistema, individuos incapacitados para saber la verdad… Se hace una dura crítica social a la mayoría silenciosa, a esa gran parte de la sociedad que no quiere o no sabe abrir los ojos. A esa población que prefiere seguir maniatada en la caverna, mirando sombras. Es una población demasiado atemorizada como para rebelarse contra el sistema establecido y demasiado desinformada como para comprender que el sistema les está engañando.

“Dependen tanto del sistema que lucharían para protegerlo”. Es una de las principales estrategias del poder: hacer creer a la población que los intereses de la clase dominante son los mismos que los del resto de la sociedad. Ya lo advertía el Viejo Mayor en Rebelión en la Granja. El sistema establecido se consolida finalmente cuando la población asume que el sistema es correcto y que ha de ser defendido por todos. Un ejemplo moderno lo encontramos en el bipartidismo. Un sistema que no favorece a la sociedad pero que es protegido y mantenido por la propia población, temerosa de que desaparezca el modelo y se pierda la tranquilidad y la estabilidad socioeconómica ante la posible llegada de otros partidos.

Volviendo a Matrix, a lo largo de la película se arrojan muchas frases interesantes, pero sin duda la que mejor resume la idea principal es aquella que dice “la ignorancia es la felicidad”. Esta frase la dice Cifra, un interesante personaje que representa a esa población que prefiere vivir sin saber la verdad, en la comodidad del sofá, viendo la televisión y comiendo traquilamente. Cifra fue liberado de la prisión mental del programa Matrix, y en la película aparece como un hombre libre, que conoce el verdadero mundo real y sabe del engaño que supone el mundo de Matrix. Aun así, teniendo toda la información y siendo consciente de cómo funciona el sistema, Cifra toma la decisión de volver a ser conectado en Matrix. Prefiere vivir en la Caverna.

En la película Matrix Reloaded (hermanos Wachowski, 2003), en un interesante diálogo entre Neo y “el Arquitecto”, éste último, creador del mundo artificial Matrix, dice que casi el 99% de los individuos acepta el programa (es decir, la falsa realidad de Matrix) siempre que se les de la capacidad de elegir en cierta medida sus destinos como personas. Aun así, aunque la gran mayoría de la población acepta vivir sin conocer la verdad, el Arquitecto reconoce que se han tenido que realizar hasta seis versiones de Matrix, debido a que siempre aparecía una anomalía, una minoría consciente que rechazaba el programa Matrix (el sistema establecido). Si no se controla a estos movimientos anti-sistema, según el Arquitecto, se corre el riesgo de sufrir una revolución social a nivel general contra Matrix.

En la saga Matrix esta minoría anti-sistema viene representada por los habitantes de Sión, la última ciudad humana del mundo real. Prestando atención a la compleja y profunda trama de estas películas, se entiende que la minoría consciente triunfó en hasta cinco Matrix anteriores, es decir, que el Matrix actual que se conoce en las películas es un sistema Matrix instaurado dentro de otro Matrix. Debemos suponer que en los anteriores Matrix el sistema no pudo contener la revolución social de personas conscientes que se cuestionaron la realidad presentada y que lucharon contra el sistema establecido. En cierta manera, se puede hacer una lectura optimista del mundo que se presenta en Matrix, puesto que ese 1% de los individuos que no aceptan el programa consiguen despertar al resto de la población, si bien es cierto que el sistema sabe reinventarse, exterminar a la masa crítica, y volver a dominar a la sociedad.

Es una reflexión muy profunda por parte de los hermanos Wachowski, que intenta decir que, en cualquier sistema opresor (sea la Caverna de Platón, la Oceanía de 1984 o el mundo de Matrix), siempre acaba apareciendo, pasado un tiempo, una minoría que se cuestiona el sistema establecido.

El falso mundo real de Truman

Continuando con la reflexión derivada de la trama de la saga Matrix, e intentando profundizar en la idea de que toda revolución mental y social necesita un tiempo de gestación, debemos apuntar que Truman no se cuestiona el mundo en el que vive hasta bien sobrepasados los 30 años de edad. Tal y como dice el Arquitecto de Matrix, en todo sistema existe “una anomalía” que se reproduce tras un espacio de tiempo. Es decir, desde el momento en el que se establece un sistema, pasa un tiempo hasta que aparece la anomalía, esto es, el cuestionamiento del sistema por parte de una minoría de la población. Para el Arquitecto, la anomalía es la rebelión ante el programa Matrix. En la Caverna de Platón, la anomalía es el personaje que se desata y lucha por salir de la cueva y llegar al verdadero mundo real.

¿Por qué tarda un tiempo en darse esta anomalía en cualquier sistema? ¿Por qué no es inmediato el rechazo a un sistema opresor y manipulador? La explicación está en la mejor frase de la película El Show de Truman. Christof, el creador y director del show, al ser preguntado porqué Truman nunca se ha planteado la naturaleza del mundo en el que vive, responde: “Aceptamos la realidad tal y como nos la presentan”. Una sencilla frase que recoge una gran carga filosófica y sociológica.

En El Show de Truman se nos presentan de forma muy clara los dos mundos de los que hablaba Platón. Existe un falso mundo real, la ciudad de Seahaven (donde vive Truman), y el verdadero mundo real, donde vive la población que ve el show. La película no tarda mucho en desvelar el punto central de la trama: Truman no sabe que vive en un set de televisión, que las casas, las calles, los coches y los árboles son falsos (no es el mundo real), y que las personas que le rodean son actores. El estado de manipulación en el que vive Truman es bastante evidente, puesto que vive preso en un escenario, aunque también es interesante considerar a los espectadores que viven en el mundo real como individuos esclavizados y en cierta manera manipulados. Esta reflexión se aborda de manera más profunda en el siguiente artículo.

En el mundo ficticio de El Show de Truman lo único real es el personaje principal, Truman, tal y como apunta su propio nombre: True man (hombre verdadero), aunque en la película aparece otra persona real (que no es actor), Sylvia. Esta joven estudiante, por la que Truman se siente atraído, le cuenta a éste toda la verdad. Sylvia intenta hacer con Truman lo mismo que hace Morfeo con Neo, pero el sistema rápidamente la elimina. Podemos identificar en el personaje de Sylvia la anomalía de la que habla el Arquitecto de Matrix. “Si no se controla a estos movimientos anti-sistema, se corre el riesgo de sufrir una revolución social a nivel general contra el sistema”.

En El Show de Truman, el sistema, la clase dominante, viene representada por Christof, el creador y director del programa de televisión. No es casualidad que se llame Christof y que sea “el Creador” del show, ni que el centro de operaciones esté en el cielo de Seahaven. Todo son guiños para presentarlo como un dios, omnipresente, que controla todo lo que ocurre en el mundo.

Como los hombres de la Caverna de Platón, Truman está atado a la realidad en la que vive. Entre las cuerdas que le atan, podemos identificar las dos estrategias que usa el poder para controlar a la población: infundir miedo y manipular la información. En la película a Truman le es imposible escapar de Seahaven por el miedo que le tiene al agua. De la misma manera, la desinformación y la manipulación también tratan de mantenerlo atado, con estrategias grotescas que en la película pretenden representar las técnicas de la manipulación informativa que padecemos en el mundo real.

Durante toda la película Truman sospecha de la realidad en la que vive. Siente que algo extraño sucede. Tiene “una astilla clavada en la cabeza”, como le ocurre a Neo en Matrix. Además de esta sospecha, en El Show de Truman se añade el deseo que tiene el individuo de conocer lugares nuevos y de abandonar el hogar. El sistema detecta que el individuo comienza a cuestionarse la naturaleza del mundo, y se pone en marcha una campaña para que Truman comprenda que no ocurre nada y que no hay nada mejor que vivir en la ciudad de Seahaven.

Truman va recibiendo mensajes continuamente. Mensajes que le intentan justificar porqué ocurren las cosas extrañas que él ve (por ejemplo cuando se cae un foco del techo del escenario, la emisora de radio explica que un avión ha tenido problemas y han caído objetos del cielo), y también mensajes que intentan quitarle de la cabeza la idea que tiene de viajar por el mundo y salir de la ciudad (el anuncio de “Podría pasarle a usted”, en referencia a los accidentes que pueden tener los aviones, o los programas de televisión que hacen hincapié en los sentimientos producidos por el hogar y la familia). El sistema tiene la capacidad de crear opinión, y de manipular la realidad para conseguir un efecto social determinado.

Incluso cuando es un niño, Truman recibe mensajes del sistema. Su padre le dice: “Tienes que aprender a conocer tus propias limitaciones”. Un claro mensaje a la inacción, a la pasividad. Un mensaje que intenta anular cualquier intención de lucha o de cuestionamiento del sistema. En la película, esta frase es una buena crítica al sistema educativo y a la formación que reciben los niños. Educados para no pensar, para no luchar. Educados para conocer los límites y aceptar el sistema.

Aun así, la fuerza mental del individuo puede conseguir romper las cuerdas que le atan al sistema. En la película, Truman consigue vencer a sus miedos y navega hacia el verdadero mundo real. La escena final, con Truman superando la adversidad del mar (una metáfora del miedo), intenta transmitir un mensaje optimista parecido al que encontramos en Matrix: con el tiempo la minoría que se cuestiona el sistema consigue vencer y liberarse del engaño.

¿Libertad para qué?

Alejándonos del optimismo con el que hemos concluido la reflexión sobre El Show de Truman, es interesante profundizar en un aspecto ineludible: “Casi un 99% de los individuos aceptan el programa”. En la obra de Platón, la mayoría de las personas atrapadas en la Caverna rechazaron salir al exterior cuando los hombres libres volvieron a rescatarlas. En el mundo de Matrix, algunos prefieren seguir conectados al programa informático y vivir en el mundo falso, degustando sabores artificiales.

Llegados a este momento, habría que preguntarse: ¿la gente quiere saber la verdad? ¿hasta que punto estamos dispuestos a romper con el sistema social, económico y político en el que vivimos? Sin duda, como se dice en Matrix, “la ignorancia es la felicidad”, y ¿qué es más importante, ser libre o ser feliz?

En la sociedad occidental actual la mayoría de la población vive feliz. A partir la segunda mitad del S.XX proliferaron los barrios residenciales, de casas con jardín, donde las clases medias podían vivir tranquilamente y tener uno o dos coches. El estado de bienestar, la libertad económica, el auge del consumo… poco a poco la población se ha asentado en un mundo artificial realmente cómodo. Hoy en día encontramos muchos Seahaven, muchos Matrix y muchas Cavernas. Una parte importante de la población actual vive en burbujas, alejados del verdadero mundo real.

Una familia de clase media que viva en una ciudad occidental en el año 2014, y cuya principal preocupación sea el pago de sus deudas y el consumo en masa, estará viviendo una vida muy parecida a la de Neo en Matrix o Truman en Seahaven. Hoy en día el sistema favorece la vida en una burbuja. Una burbuja que no sólo es mental (la percepción de que lo real es únicamente lo que se observa), sino que es también física (tiene su plasmación en el espacio). Una de las mejores imágenes para visualizar las burbujas, o las Cavernas de Platón, que existen en la actualidad son las urbanizaciones privadas o los condominios cerrados.

Es en este tipo de espacios urbanos es donde mejor se evidencia la existencia de dos mundos. El verdadero mundo real suele coincidir con el exterior de la urbanización privada, y es en el interior de estos espacios donde observamos los elementos que hemos analizado y que caracterizan el falso mundo real: el engaño, el miedo o la pasividad. La población que vive en condominios cerrados está protegida por muros, cámaras y seguridad privada, un claro ejemplo del miedo que existe hacia el exterior. Además de eso, es una población que no conoce la realidad, puesto que vive en un espacio cerrado, y sólo sale de esa burbuja para ir al trabajo. Cuando tienen que abandonar su hogar, su mundo, no lo hacen “bajando al mundo real” (no cogen el transporte público, no caminan por la calle), sino que utilizan su transporte privado y llegan directamente a su lugar de trabajo. Es decir, realmente es una población que no tiene contacto con el mundo real. Una pregunta interesante sería: ¿tienen algún interés en conocer el verdadero mundo real?

En la película Matrix encontramos un buen ejemplo de que el mundo real no siempre es mejor que el mundo falso. Cuando las personas son desconectadas del programa informático Matrix, pasan a vivir en el verdadero planeta Tierra, pero en unas condiciones de vida mucho peores. En este caso son libres, pero menos felices.

Muchas veces el precio que hay que pagar por conocer la verdad es descubrir que realmente el mundo no es un lugar tan feliz como creíamos. Si de pronto un joven que ha nacido y se ha criado en una urbanización privada, que tiene piscina y pistas de tenis, apareciera en medio de una calle cualquiera en una ciudad como Kinshasa, sufriría un shock emocional. Sentiría que no está en el mundo. Y en cierta manera tendría razón: no está en su mundo. Descubriría que no hay piscinas, no hay pistas de tenis, no hay seguridad y no hay posibilidades de consumo. Se vería rodeado de una situación desconocida para él: la pobreza.

Además de estar relacionado con la dicotomía “clases dominantes-clases dominadas”, la teoría de que existen dos mundos está estrechamente ligada a los conceptos de desigualdad e injusticia. Si existe un mundo real y otro falso, no pueden ser iguales. Están en una situación de desigualdad. Uno de los dos es mejor que otro. Y por ello la mayoría de la población prefiere vivir en el falso mundo real: porque se vive mejor. La felicidad no sólo está en la ignorancia, sino también en la esclavitud. “Esclavitud es Libertad”, reza el lema del INGSOC en 1984. El que vive encadenado a un mundo artificial no tiene mucho de qué preocuparse. Los hombres maniatados de la Caverna de Platón no tenían preocupaciones, y la vida de Truman en su mundo es muy tranquila. Siempre y cuando el sistema sepa cómo seducir a la población, ésta responderá como un rebaño de ovejas y se dejará llevar por su pastor.

El súperhombre del que hablaba Nietzsche, y que estaba llamado a superar el engaño al que nos tiene sometidos Dios, queda anulado en la sociedad actual por un sinfín de “elementos atractores” que nos atan al falso mundo real. Hoy en día no son cuerdas las que nos tienen presos, como en el Mito de la Caverna, sino otro tipo de cadenas mucho más efectivas y discretas.

El sistema ha desarrollado estrategias mucho más inteligentes que el uso de la fuerza o la opresión. La sociedad planteada en 1984 por George Orwell dista mucho de la realidad, ya que las clases dominantes han entendido que se consigue más con el placer que con el miedo. En este aspecto podemos decir que Aldous Huxley acertó en su premonición con Un mundo feliz, cuando apuntaba a que el poder controlaría a la población a través de las cosas que más gustan a la gente. Actualmente nos atrae el consumo, nos gusta ir de compras, nos atrae la publicidad, nos gustan las distracciones. Son nuevos placeres que nos ofrece la vida y que no dudamos en abrazar. Por ello muchas veces no somos personas, sino consumidores. Y muchas veces no somos personas, sino espectadores.

INTERESANTE: La sociedad de consumo: Vivir es consumir (Juan Pérez Ventura, Noviembre 2013)

¿Libertad para qué? ¿qué ganamos siendo libres? ¿acaso no es mejor vivir en una burbuja, presos de una realidad artificial que nos distrae y nos da placer? ¿es mejor conocer la verdad, luchar por la libertad, y cargar con el peso de una mente consciente? ¿no es más sencillo sentarse en el sofá y ver la televisión?

El sistema ha triunfado. Porque ha llegado el momento en el que incluso esa minoría crítica ha entendido que la recompensa de la libertad de pensamiento no vale la pena frente la cadena perpetua de la dulce ignorancia. Así, todos vivimos en el mismo sistema. Sabemos que existe otro mundo, que el nuestro es injusto, pero estamos demasiado distraídos como para hacer nada.

Terminamos la reflexión como termina la película El Show de Truman, con una frase que retrata a la sociedad actual. Después de que el show finalice, con Truman triunfando y abandonando sus cadenas, como un símbolo de lo que debiera hacer toda persona, los espectadores se quedan mirando el televisor. Y no hacen ninguna reflexión. Sólo alcanzan a decir: “¿Qué ponen ahora?”