El signo de los cuatro

Publicado el 22 marzo 2017 por Aleon @Aleonpizarro
de Arthur Conan Doyle.

Título: El signo de los cuatroAutor: Arthur Conan DoyleEditorial: Orbis, 1987.Páginas: 200 (TOMO completo-540).
Sinopsis.
El 30 de agosto de 1889 el editor de la revista estadounidense Lippincott’s Magazine, Joseph Marshall Stoddart, invitó a cenar a Conan Doyle en el lujoso hotel londinense Langham en compañía de Oscar Wilde. Durante la velada, Stoddart propuso a Doyle escribir un relato para su revista que no excediera las cuarenta mil palabras y por el que le pagarían cien libras. Ambos autores se comprometieron a escribir sendas novelas para la revista americana. Wilde escribiría El retrato de Dorian Gray, y Doyle El signo de los cuatro, en donde Holmes hacía su segunda aparición. 
En esta segunda entrega, a diferencia de la primera, Estudio en Escarlata, la acción y las investigaciones tienen lugar íntegramente en Londres -la señorita Mary Morstan, años después de la misteriosa desaparición de su padre, oficial de infantería en Bombay, recibe anónimamente cada año una gran perla por correo, hasta que un día le llega una misiva con una cita a ciegas y decide acudir a Sherlock Holmes- e incluye una trepidante persecución fluvial a través del Támesis.
En El signo de los cuatro Doyle sigue a rajatabla las leyes esenciales del género fijadas por Poe, que, según Borges, implican un «crimen enigmático y, a primera vista, insoluble» un «investigador sedentario que lo descifra por medio de la imaginación y de la lógica» y un «amigo impersonal y un tanto borroso del investigador» que lo cuenta todo.
Impresión personal.
Cómo podéis ver por la fecha de publicación de esta colección de tres Tomos, hace años que las historias de Sherlock Holmes duermen en mi estantería. Lo mismo le ocurre a otra colección similar de las novelas de Agatha Christie. De ambas colecciones intento todos los años leer alguna de las historias que contienen porque la verdad es que parece que no tiene mucho sentido que la novela policíaca sea una de mis predilectas y que aún no haya leído muchas de las novelas de estos dos soberbios autores. Este año además, me ayuda mucho más el Reto de Un lector Indiscreto "Nos gustan los clásicos" , así que espero repetir autor y protagonista a lo largo del año.
Las novelas o casos protagonizadas por Sherlock Holmes tienen para mi una maravillosa característica: son siempre casos cortos, rápidos y totalmente lógicos y autoconclusivos. Sin florituras, sin páginas de relleno que no ayudan ni a la resolución del caso, ni a su planteamiento oficial ni a la definición de los personajes que interactúan en cada uno de ellos.
En este caso, el segundo de la colección de novelas de Holmes, ambos amigos reciben la solicitud de ayuda de la joven Mary Morstan para que la acompañen a una cita a ciegas con alguien que le manda una misiva donde la convoca a una casa donde se le anuncia que se va a hacer justicia con ella. A margen de esto, Mary ha estado recibiendo todos los años una perla de regalo muy valiosa, de forma totalmente anónima. La historia se remonta al pasado de su padre, desaparecido hace años, en la India y está todo relacionado con el tesoro de Agra, un tesoro que desapareció en la India hacia 1890. Los tres (Mary, Sherlock y Watson) acuden a la cita y en la casa se encuentran con el cadáver del anfitrión, Bartholomew Sholto.
Como podéis imaginar, lo que en principio era sólo un misterio para averiguar quien manda las perlas a la señorita Mary y para qué la convocan, se torna en un caso donde nuestros amigos, sobre todo, Sherlock, junto a la inutilidad de Scotland Yard, acaban desentrañando, no sólo lo que aconteció en la India y quien robó el tesoro de Agra sino que además descubren quien está detrás de la muerte de Bartholomew.
Toda la historia la va contando el Doctor Watson, fiel compañero de apartamento de Sherlock Holmes, que en esta ocasión se implica ya mucho más en el caso que en la novela anterior, aunque aún le queda mucho para llegar a conocer todas las peculiaridades de su amigo. Por otra parte, conoceremos mucho más a Holmes, sus estados depresivos o de aburrimiento donde la morfina e, incluso, la cocaína le sirven de "escape" en esos estados donde no tiene nada en que pensar o nada que resolver. Holmes necesita del misterio tanto como el misterio lo necesita a él para ser descubierto y lo hace todo a través de la deducción, de la eliminación de aquellas posibles soluciones que son inviables y lo aproxima a la solución ideal. Egocéntrico, fanfarrón y engreído, la verdad es que a veces te choca y te provoca todas las censuras posibles. Pero no dejo de reconocer que su método es cuanto menos eficaz y resolutivo, a la vez que exitoso en todo lo que acomete.
En definitiva, un caso más de nuestro histórico detective. Un caso inteligente, narrado por Watson de forma tan descriptiva que no te falta detalle alguno para ir elaborando tus propias teorías mientras Holmes te queda al final anonadada con los detalles que a ti te pasaron inadvertidos. Como siempre he disfrutado de estas pequeñas historias llenas de inteligencia y sabiduría.