Precio: 15,95€
Sobre el autor: Pilar SahagúnImpresiones
De forma casual llegó este libro hasta mis manos. Nuestro encuentro se produjo en la biblioteca, cuando una mujer lo dejó tumbado en la estantería tras descartarlo como posible lectura. Quizá de otra manera no me hubiera fijado en él, pero me gustó esa imagen de mujer rozando la libertad que es lo que me sugiere su portada, y tras leer su sinopsis me lo llevé a casa.
Cuenta la historia de dos chicas de posición acomodada cuyos caminos se cruzan dando lugar a una amistad que durará hasta el final de sus días. A pesar de su elevada posición social y de los suntuosos ambientes en los que se desarrollan sus vidas, sufren situaciones como el resto de los mortales. Sus sentimientos se ven azotados por los latidos de un corazón indomable y que les lleva a tomar decisiones quizá no muy acertadas.
Estructurada en capítulos cortos encontramos dos tipos de narradores. En primera persona, desde el punto de vista de Alda, y en tercera persona para contarnos el desarrollo del resto de personajes. Es una historia preciosa que nos habla de fuertes lazos de amistad y de la importancia de los mismos.
Mi memoria despierta a los cuatro años. Antes solo tengo evocaciones irrelevantes: unas pastas recubiertas de blanco en una caja de porcelana del mismo color... Mi padre llevándome en brazos a la cama creyendo que estaba dormida... Olor a sangre que brotaba de mi nariz y alguien intentaba taponar con un pañuelo...
Lo primero que recuerdo con precisión es un viaje en coche con el abuelo y mademoiselle, a la que llamaba Madmua. Nos trasladábamos a La Peregrina después de que mis padres murieran en un trágico accidente.
Un viaje por las profundidades del ser humano, en el que hay una parte cargada de fortaleza, sí, pero también otra más frágil y por qué no decirlo, más interesante.
Complicado es escribir de forma tan armoniosa, dibujando las palabras a pinceladas, formando acordes perfectos para dar vida a una historia preciosa, cargada de sentimientos e instantes de reflexión.
Y ahora yo os planteo, ¿es posible ser inmunes al sufrimiento?, y lo que es peor, ¿acaso querríamos esto?
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