Sí. Es cierto. No me salieron buenas fotografías de Belchite. Quizá porque la luz era tan sumamente intensa que no quise apagarla. Quizá porque fue en lo que menos me fijé cuando estuve en el interior de este pueblo de Zaragoza. O tal vez porque el propio Belchite cubrió sus calles y paredes de alguna clase de neblina para no salir bien reflejado. Quizás…Un viaje totalmente diferente. Un viaje para no mostrar más que a una misma que sí que se podía pisar otras huellas; tocar otras paredes y sentir ese silencio tan estremecedor que era el encargado de que me diera cuenta del sufrimiento que aquí hubo. Con cámara de fotos, sí. Pero despreocupada de ella. Para sentir las paredes derrumbadas y pisar entre la vegetación que lo estaba invadiendo todo.Bajo un sol claro. Intenso. Un cielo que te observaba todo lo que hacías. Movimientos al doblar una esquina. Inclinaciones de cuello para mirar a través de sus desoladas ventanas o para imaginar cuántos azulejos vidriados tenían esas bellas torres mudéjares de las iglesias…
Torre del Reloj. Convento San Rafael
No busques datos históricos porque no, esta vez no los hay. Tampoco si hay que girar a la derecha o a la izquierda. O si debes mirar atentamente lo que queda de alguna casa porque era el hogar del alcalde…Un pueblo que quedó reducido a la nada. Cercado al final. Luchando nacionalistas contra republicanos o republicanos contra nacionalistas… ¿Y qué más da?Y números. Todo se reduce a números cuando lees la Historia de la Guerra Civil española. Que si cuarenta cazas y veinte bombarderos atacando sin cesar… Que si agosto, que si septiembre…Bombardeada desde el aire y cañoneada desde la misma tierra. Bajo un terrible calor y sin suministro de agua. Asediada. Cercada ¿para qué? Al final ni aviones ni tanques. Cuerpo a cuerpo, en cada calle, en cada casa, en cada sala del hogar. Dicen que vivían cuatro mil personas en Belchite. Y murieron ¿cuántas? Un pueblo de vencedores y vencidos. ¿Y quién perdió? Todos. Perdimos todos. Cientos de vidas sesgadas, de ilusiones y de trabajo.Sobran las palabras. O al contrario… faltan muchas. Un pueblo reducido a paredes derrumbadas y tejados que amenazan desplomarse en cualquier momento. ¡No! ¡Está prohibido entrar en cualquier casa! Te dice la guía que te enseña el pueblo viejo de Belchite. Porque sí. Hace años se podía visitar libremente. Hoy no.No son buenas fotografías, lo sé. Y por eso, quizás es mejor que cada uno viva esta experiencia. Pueblo viejo de Belchite que estremeces nada más cruzar la puerta de madera. Que nos haces llorar a lágrima viva los que te sentimos tan cerca. Dicen que estaban apostados en la puerta. Que vigilaban día y noche que se cumpliera el estado de sitio. Y que no les importaba disparar y matar a niños.
Señalización que realizó un padre para marcar donde había enterrado a su hija
Que hay almas que aún se dejan ver, escuchar y fotografiar por otras que son muy sensibles.Yo no vi, ni escuché pero si pude oler cierto hedor en la plaza donde fueron incinerados cientos de cuerpos. Pueblo viejo de Belchite. Tuyo es el reino de los cielos. Que todos los que perecieron sin importar la ideología descansen en paz. Silencio para Belchite, que este es mi grito: Paz hasta el final del infinito…