Gente corriente que lucha por sus pequeños sueños, por montar un local de copas con su pareja, por conseguir la nacionalidad y no tener que volver a un país en el que sólo hay guerra y pobreza y miseria, por una vida normal, nada del otro mundo. Y, mientras, la Unión Europea y el FMI discuten dónde incar el diente sin llegar a ahogar completamente a los que les damos de comer. Sólo un poco, sólo un mordisquito, que no se note. Pero, ojo, porque es como una droga: ¿dónde está el límite de ese "sólo un poquito más"? Morirán de sobredosis o de no poder aguantar el síndrome de abstinencia. O asesinados por cualquier camello al que le deben ya demasiada pasta.
FRANK