Dividido en tres sublibros (utilizando dicho término con toda la intención), se narra la historia completa del mundo tolkiano. Ainulindalë cuenta cómo nace el mundo de la música y cómo surge el mal, encabezado por el malvado Melkor, al que se unen espíritus poderosos (entre ellos un tal Sauron). El Silmarillion cuenta la historia del nacimiento de los elfos, entrelazado con el de los enanos y los hombres. Todo ello alrededor de unas joyas maravillosas llamadas Silmarils que, a la larga, provocarán que los elfos emigren de las tierras de los dioses a la Tierra Media. Finalmente, Akallabeth cuenta la historia de la casa de Númenor -de la que desciende Arathorn y Aragorn- y retoma el mito de Atlantis, motivo recurrente en otros trabajos de Tolkien.
No debemos pasar por alto bellísimas historias como la de "Beren y Lúthien", "Turin Turambar" o "Tuor e Idril", por no hablar de poder conocer cómo nacieron los Enanos, cómo despertaron los Elfos, cómo era Sauron antes de la Caída… En esta obra magna, Tolkien nos regala historias de amor que trascienden más allá del tiempo, batallas épicas jamás imaginadas, tragedias puras al mayor estilo de las obras clásicas helénicas y dramatismo sin igual para goce y disfrute del lector. Aún así, siempre hay lectores decepcionados que lo acusan de lento y pesado. Y no les falta razón. A estos lectores voraces en sus críticas les contesto con un "vísteme despacio que tengo prisa". Y es que realmente así se puede definir el Silmarillion.