Detalle del bello ovalo de la Divina Pastora que preside este Simpecado
La fina labor de bordado, plano, incorpora abundante hojilla y lentejuelas, muy del gusto del bordado de finales del XVIII. Posteriormente, se enriqueció con espejuelos. La vara de plata a la que se ensarta la insignia, aquella que costeo Elena de la Barrera, está repujada y cincelada en un estilo rocalla tardío de orfebrería sevillana, que alterna los cañones de plata con los nudetesdorados; se remata con una bella cruz rocalla, que alterna también elementos de plata sobredorada con plata en su color. Se completa la insignia con dos cordones y borlas, que fueron renovados en los primeros años del siglo XX; es tradición secular que en los rosarios de gala femeninos que preside este Simpecado, las borlas sean llevadas por dos señoras, elegidas por la Hermandad y que portan simbólicamente el Simpecado recibiendo la denominación popular de “peanas”.Durante el siglo XIX, este Simpecado era llevado en los rosarios públicos de gala que organizaba la Hermandad, entendiéndose por ellos los que se celebraban en torno a la fiesta principal, saliendo todos los días de la novena. Ya en el siglo XX estos rosarios se limitaron a los de la víspera, domingo de novena (suprimido a partir de la década de 1960) y el último día de novena.Actualmente, esta rica y emblemática insignia se utiliza en las fiestas mayores de la Divina Pastora donde preside los dos rosarios de gala femeninos que aún subsisten: el de la víspera (7 de septiembre) del día de la Virgen y el de la última noche de la novena. Forma también parte de la procesión del Santísimo Sacramento de ese día y se expone durante la novena en el presbiterio de la capilla mayor, ante el Risco, a la derecha del Altar Mayor en el lugar que se denomina del Evangelio, siguiendo así una antiquísima tradición de nuestra Hermandad.El Simpecado blanco fue contemplado por el Beato Marcelo Spínola el 7 de Septiembre de 1900 durante el rosario de mujeres, así como en la función principal del día 8, por él presidida, durante su estancia en Cantillana con motivo de las fiestas mayores de la Divina Pastora.De forma excepcional, fue llevado a la romería en la carreta de plata entre los años 1956 y 1965, participó en la peregrinación a Roma con motivo de la beatificación del Cardenal Spínola y ha sido llevado en varias ocasiones a la catedral de Sevilla junto al sepulcro de nuestro Hermano Mayor Perpetuo, con motivo de algunas efemérides relacionadas con Don Marcelo. También participó en la ceremonia solemne de la emisión del Voto de la Realeza Universal de la Virgen, celebrada en la Iglesia de San Martín de Sevilla en 1950 por diversas hermandades, entre ellas la nuestra. Fue llevado al Llano en 1978 para recibir a la imagen de la Divina Pastora tras su restauración, y con él asistió también a la Coronación Canónica de Ntra. Sra. de Valme de Dos Hermanas en 1973 y a la procesión extraordinaria de la Virgen de los Reyes en 1996, así como a otras. Ha sido mostrado en distintas exposiciones y muestras como la celebrada en la Casa de la Provincia de la Diputación Provincial de Sevilla, en 2001 con motivo del L aniversario de la Romería pastoreña, durante la que fue expuesto en la carreta de plata; en 2000 estuvo en la muestra nacional de artesanía cofrade (Munarco) y en 2003, en la exposición conmemorativa del III Centenario de la Divina Pastora, también en la Casa de la Provincia de la diputación sevillana.Es costumbre también, al igual que ocurre con los demás Simpecados de la Hermandad, que mientras se porta durante el Rosario permanezca constantemente alzado a pulso por la persona que lo lleva, sin hacerlo descansar en el suelo hasta su recogida. Además, al igual que el resto de nuestros Simpecados, supone la representación vicaria de la Imagen de la Virgen y con esta condición se coloca en su camarín cuando ésta no está presente. Fue restaurado en 2011 por el bordador pastoreño Benito Molero López que efectuó una compleja limpieza y fijación de algunas partes del bordado, por lo que actualmente luce con parte de su esplendor originario. Sin duda, como hemos dicho al comienzo, ésta es una de las más señeras insignias que nos representan, llegando incluso a tener concedidas indulgencias para las personas que lo porten en el Rosario, otorgadas en 1807, cuando se estrenó, por el obispo de Lycópolis don Manuel Cayetano Muñoz y Benavente, auxiliar de Sevilla. Cada año, al salir de su parroquia y enfilar la calle Iglesia, en la medianoche del 7 de Septiembre, su silueta inconfundible recortada en el cielo de Cantillana y escoltada por faroles y cientos de mujeres con mantillas, nos conmueve con un escalofrío; preludia el inicio del día grande y nos devuelve a la esencia misma de nuestros orígenes.El Simpecado blanco presidiendo uno de los rosarios de gala, en
los que participan solo las hermanas luciendo mantilla.